US Open: el último baile de Serena Williams, el faro moderno del tenis que cambió paradigmas y mostró un elocuente amor a la competencia

La emoción de Serena Williams tras caer contra la australiana Ajla Tomljanovic en la tercera rueda del US Open, en su despedida del tenis
La emoción de Serena Williams tras caer contra la australiana Ajla Tomljanovic en la tercera rueda del US Open, en su despedida del tenis - Créditos: @Charles Krupa

NUEVA YORK.– Cuando se conoció que el US Open sería la última función como profesional de una leyenda de las raquetas que rompió obstáculos de todo tipo como Serena Williams , el efecto fue similar al de un tsunami. La descripción, publicada por The New York Times, fue exagerada, claro, pero buscó el impacto para definir la carrera de la menor de las hermanas Williams. Al igual que Venus, la otra integrante del clan, la irrupción de Serena fue por obra y magia del tesón –y el optimismo– de Richard, el orfebre del condado de Compton, que hizo todo lo que tuvo a su alcance –y más– para conseguir que sus hijas se convirtieran en mucho más que símbolos en un deporte que, salvo contadas excepciones, estaba signado para atletas de raza blanca.

Aun cuando transcurrieron más de dos décadas, todavía retumba en el estadio Arthur Ashe aquella noche del sábado 11 de septiembre de 1999 en la que Serena, con apenas 17 años, derrotó a la suiza Martina Hingis para conquistar el primero de sus 23 títulos individuales de Grand Slam. Serían necesarias varias temporadas para que ese “cuento de hadas” y de sacrificios se transformara en un éxito cinematográfico como lo fue Rey Richard, el largometraje centrado en el mentor de las Williams (interpretado por Will Smith). Pero lo suficiente para saber que sus pronósticos (pese a que, al principio, muchos lo miraban con escepticismo) ya eran una realidad. La historia dice que el papá de las Williams se inspiró al ver cómo la rumana Virginia Ruzici obtenía un cheque en un torneo en Austria en 1985, cuando sus hijas todavía no jugaban al tenis: esa acción, que siguió atentamente por TV, se convertiría en la zanahoria que persiguió para emerger hacia todo el mundo desde ese humilde condado californiano.

Serena Williams en su último partido como profesional, en el US Open
Serena Williams en su último partido como profesional, en el US Open - Créditos: @John Minchillo

Serena, al igual que Venus, termina siendo algo más que la sucesora de Althea Gibson, la tenista afroamericana que brilló en la década del ‘50 (y que tiene un monumento en el complejo del US Open). Con un tenis agresivo, las hermanas transformaron en todo sentido al tenis femenino. Serena, puntualmente, dueña de un servicio notable y golpes de fondo contundentes y desbordantes, se convirtió en un faro moderno del tenis y pudo cambiar paradigmas durante más de 25 años. Desde su llegada, la fuerza fue un atributo no sólo reservado para los hombres. Fue una avanzada, entonces, para dejar pruritos de lado y ser una abanderada de beneficiosos cambios para la sociedad en estos tiempos.

Martin Blackman, gerente general de desarrollo de la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA) y extenista profesional, lo graficó muy bien ante AFP: “Soy un hombre afroestadounidense. Cuando vi a Serena y Venus subir de nivel y las vi confiadas y cómodas en su piel, entendí que estaban realmente conectadas a tierra, realmente seguras. Eso fue un shock para la sociedad establecida del tenis. Chicas afroamericanas usando trenzas, siendo ellas mismas, sin pedir disculpas. Creo que al principio hubo cierta resistencia. Pero que hicieran eso envió un mensaje a todas las personas diversas, independientemente ya sean negras, hispanas, gays o lesbianas, que puedes tener éxito siendo tú mismo”.

El amor por el juego y la competencia, resumidos en Serena Williams
El amor por el juego y la competencia, resumidos en Serena Williams - Créditos: @John Minchillo

A diferencia de su hermana mayor, Serena supo capitalizar otras cuestiones más allá del tenis para convertirse en una amplia referencia de este deporte. Fue así que, desde esa conquista en Flushing Meadows 1999, no hubo un US Open en el cual su indumentaria no fuera un foco de atención. Sus inversiones, su amor por la actuación y el diseño de indumentaria, y hasta la decisión de ser madre (Olympia, de 4 años) en plena competencia, le aportaron una frescura de vida cotidiana poco habitual para una actividad –muchas veces– tan asfixiante. Claro que eso transformó a las dos hermanas en un modelo único y difícil de replicar: por más que otros lo hayan querido intentar, nadie hasta ahora pudo repetir el fenómeno de las hermanas Williams. El librito estratégico utilizado por Richard sólo tuvo éxito para sus hijas. ¿Por qué? Quizás porque la competencia familiar y a la par, al igual que en otros casos en este deporte, lograron potenciar el efecto. No hubo Pete Sampras sin Andre Agassi, Roger Federer sin Rafael Nadal o Novak Djokovic, Martina Navratilova sin Chris Evert. Serena y Venus nunca hubieran sido lo mismo si no hubiesen irrumpido de la mano.

Serena fue pionera, también, en sentar las bases de lo que sentía y proyectaba para su vida como mujer atleta de carácter fuerte. Fue capaz de boicotear el trascendente torneo de Indian Wells, en la California que la vio nacer como tenista, al saber que cuando jugaba se escuchaban insultos raciales. Pero fue la misma capaz de volver muchos años más tarde para cerrar algunas heridas y explicarles a todos aquello del perdón y las nuevas oportunidades.

El agradecimiento de Serena Williams al público en el Arthur Ashe
El agradecimiento de Serena Williams al público en el Arthur Ashe - Créditos: @Charles Krupa

De carácter indomable, no tuvo reparos en manifestar su repudio cuando la umpire portuguesa Mariana Alves le “robó” un punto en la cara en los cuartos de final del US Open de 2004 ante Jennifer Capriati, suceso que derivó en su eliminación del torneo. O bien, salirse de sus cabales en 2018, durante la final del mismo torneo con Naomi Osaka, con el escándalo ante el también umpire portugués Carlos Ramos, a quien acusó de ladrón y mentiroso por sus fallos. Fue groseramente famoso el episodio en las semifinales del US Open 2009, ante la belga Kim Clijsters, cuando una jueza de línea le cobró falta de pie y la amenazó: “Te voy a matar”. Nadie es perfecto, pero estas reacciones sirvieron, de cierta manera, para entender el grado de intensidad con el cual vivió.

Serena se transformó en un cisma para el tenis. No tuvo la cantidad total de títulos de Navratilova (167) ni de Steffi Graf (107); se quedó en 73 conquistas. Pero su mayor solidez la vivió en los torneos de Grand Slam, con siete títulos ganados en el Abierto de Australia, tres en Roland Garros, siete en Wimbledon y seis en el US Open (más otras diez finales), que suman 23 y la colocan como la segunda mejor de la historia en ese rubro detrás de la australiana Margaret Court (24; aunque ganados en otros tiempos; aproximadamente la mitad de esas victorias se produjeron en la era amateur, anterior a 1968).

Serena, además, ganó 14 títulos grandes de dobles femeninos, todos ellos con su hermana como pareja (nunca perdieron en una final de Grand Slam jugando juntas). También tiene dos trofeos de Grand Slam en dobles mixtos (con Max Mirnyi) y, con cuatro actuaciones en los Juegos Olímpicos, se colgó la medalla dorada en singles una vez (en Londres 2012) y tres en dobles. Además, logró casi US$ 95 millones en premios oficiales (multiplicados por los contratos comerciales) y alcanzó 319 semanas en el número 1 (58 menos que Graf).

“Está a la altura de Michael Jordan, de LeBron James, de Tom Brady. Es una de las grandes deportistas de la historia. Todo lo que ha hecho para estar donde está es impresionante; está exactamente donde se merece. Es una extraordinaria tenista, pero ante todo es un icono”, sentenció el neoyorquino John McEnroe.

El último baile de la Serena tenista profesional fue, como no podía ser de otro modo, en el US Open, en un Arthur Ashe repleto de personalidades, bajo una atmósfera eléctrica y emocionante. La victoria de la australiana Ajla Tomljanović (46ª) por 7-5, 6-7 (4-7) y 6-1, en tres horas y cinco minutos, fue, apenas, un detalle. Así, Williams cerró su carrera individual con 857 éxitos y 157 derrotas.

Serena Williams, una leyenda que se despide del deporte
Serena Williams, una leyenda que se despide del deporte - Créditos: @John Minchillo

Richard, un visionario, en algo se equivocó. Pronosticó que, después de dominar el tenis, sus hijas se retirarían jóvenes para dedicarse a otros emprendimientos. Sin embargo, ambas siguieron jugando después de los 40 años (Venus tiene 42 y no se conoce hasta cuándo seguirá), mostrando un amor innegable por el juego. El mismo juego que hoy, al menos con Serena, para muchos la mejor de todos los tiempos, ya la empieza a llorar. Para siempre quedará su legado.

La conmovedora voz de Tina Turner cantando “Simply the best (Simplemente la mejor)” fue la cortina musical que acompañó los ojos humedecidos de Serena y su despedida por un rinconcito del Arthur Ashe. Los más de 20.000 espectadores, de pie, se sonrojaron las palmas de la mano obsequiándole la última ovación. Se terminó una de las más increíbles historias que el deporte pudo haber conocido.