Tibio: el alma de Miguel de Unamuno en la piel de un gran actor

Gran trabajo de Horacio Roca, en Tibio
Martínez/Frezzotti

★★★★ Autor y director: Mariano Saba. Elenco: Horacio Roca. Iluminación: Ricardo Sica. Escenografía y vestuario: Paola Delgado. Diseño y producción de sonido: Pablo Sala. Diseño gráfico y fotografía: Mariano Martínez y Melina Frezzotti. Teatro: Moscú, Ramírez de Velasco 535. Funciones: Sábados, a las 19. Duración: 70 minutos.

“La ficción necesita que creamos en ella”, planteó el escritor Miguel de Unamuno y también lo dice el personaje Joaquín Rodríguez Janssen, un maestro de literatura española que en un colegio secundario argentino, en 1979, intenta lograr que sus alumnos se interesen por la figura de este autor español que con obras fundamentales, como Niebla, logró revolucionar la literatura.

Pero primero hay que creer. El teatro también nos pide un acto de fe: creer en ese actor que interpreta a un maestro apasionado y triste al mismo tiempo, armar en nuestras mentes aquella aula, los alumnos, los padres y el relato que se despliega entre la literatura, la guerra civil española, la dictadura argentina y las angustias personales, tan difíciles de sanar. En Tibio, la creencia está apoyada en dos artistas potentes: Mariano Saba como autor y director y Horacio Roca como actor. Juntos arman un viaje emocional e intelectual en el que se funden la vida y obra de un gran escritor, de un maestro y también de dos países. No se trata de hacer un relato totalizador, si no que ofrecen pinceladas sobre el miedo, el desamor y la duda, tema fundamental para Unamuno.

“Dudar nos permite existir”, “la conciencia trágica nos hace vivir dudando”, dice este maestro y también expresó Unamuno. Pero la duda también aparece en forma trágica y paralizante. Además de su desempeño en el campo teatral, Mariano Saba es doctor en Letras por la UBA y se ocupó de investigar la literatura de Unamuno. En esta obra fusiona arte y academia, en el cuerpo de un actor atravesado por los personajes que convoca durante la ficción, de una manera tan potente, que es posible ver en sus ojos aquel alumno que lo provoca y lo conmueve al mismo tiempo.