Ted Lasso, los “dóciles títeres” y el nuevo Boca de Almirón

Ted Lasso, un entrenador de ficción... ¿en Boca?
Ted Lasso, un entrenador de ficción... ¿en Boca? - Créditos: @Sebastián Domenech

Solo faltó que la lista de potenciales técnicos de Boca incluyera a Ted Lasso. Hubo un día, la semana pasada, en el que las pantallas de cuatro señales deportivas citaban en el mismo momento a cuatro candidatos distintos. ¿Por qué no podía estar entonces allí el protagonista de una de las últimas series más exitosas de la TV de Estados Unidos? “Ted Lasso” (nombre de ficción, gran interpretación de Jason Sudeikis) es un entrenador desconocido del fútbol americano contratado por la Premier League. El improvisado DT yanki ni siquiera sabe que el fútbol se juega con offside y que el empate es posible. Su fichaje, insólito, buscaba en rigor arruinar al AFC Richmond. Pero Lasso gana corazones (y partidos) apelando a lo mejor de la condición humana. Sonrisa, paciencia, redención y vínculos. No es poco en medio de este mundo tan brutal. Dentro y también fuera de la cancha.

Si el fútbol argentino suma ocho despidos en solo diez fechas, el inglés, históricamente más paciente, cesó en el último mes a más entrenadores que casi en toda una temporada. Van doce despidos en treinta fechas. Récord histórico. La prensa los sigue llamando “managers”, pero los DT perdieron ese poder acaso desde que Roman Abramovich compró en 2003 a Chelsea y dio inicio a la nueva era de los magnates. Chelsea ahora es propiedad de Todd Boehly, el millonario estadounidense burlado porque sus fichajes obscenos (600 millones de dólares) tienen por ahora resultados desastrosos.

El empresario estadounidense Todd Boehly asiste a un partido de Chelsea, el equipo de su propiedad. en la Premier League
El empresario estadounidense Todd Boehly asiste a un partido de Chelsea, el equipo de su propiedad. en la Premier League. (Foto: El Nuevo Herald)

Sin embargo, Boehly (que contrató a Gilbert Enoka, el célebre coach mental de los All Blacks) fue también novedoso cuando fichó a Graham Potter. Un DT que no solo venía de formidables campañas con Brighton, sino que, además, lucía un estilo de conducción atípico.

En Suecia, Potter llevó a sus jugadores al ballet, les hizo escribir un libro y montar un recital benéfico para refugiados. Titulado en inteligencia emocional, Potter, que también dirigió a la selección femenina de Ghana y a equipos estudiantiles (y triunfó en todos los niveles), tenía, a su modo, un elogiado aire humanista. A lo Ted Lasso.

Graham Potter llegó como un entrenador con un aire humanista a Chelsea, pero no pudo soportar la presión del gigante londinense
Graham Potter llegó como un entrenador con un aire humanista a Chelsea, pero no pudo soportar la presión del gigante londinense - Créditos: @JUSTIN TALLIS

Pero los resultados no llegaron. Y lo que la prensa había apuntado como virtud fue reconvertido en defecto. Potter pasó a ser entonces demasiado “amable” para un club con fama de “rudo”. Tan “educado” que ni siquiera protestaba groseros errores arbitrales. Fanáticos furiosos enviaron amenazas de muerte a él y a sus hijos. Potter confesó daños para su “salud mental” y la de su familia. “Estoy bajo presión”, le dijo a la prensa, “porque ustedes necesitan vender cosas”. Duró siete meses.

Y Boehly, que invirtió un total de 60 millones de dólares para ficharlo, recurrió a la figura del ex ídolo (Frank Lampard) para cubrir provisoriamente el puesto. Antes había despedido mal a Thomas Tuchel, DT campeón de la Champions. El alemán es ahora técnico de Bayern Munich, que a su vez había despedido de modo también inesperado a Julian Nagelsmann. Hoy, Chelsea evalúa fichar a Nagelsmann. “DT: Dóciles Títeres”, decía Dante Panzeri.

Thomas Tuchel, otra pieza del carrusel de entrenadores, ahora dirige a Bayern Munich
Thomas Tuchel, otra pieza del carrusel de entrenadores, ahora dirige a Bayern Munich (Foto: El Nuevo Herald)

Siempre fusibles ante la crisis, los técnicos son “Virrey” o “Napoleón” si ganan. Culpables principales si pierden. Designaciones “seguras” han terminado en grandes fiascos. Apuestas inciertas (¿no lo era acaso Lionel Scaloni?) terminaron en éxitos. Real Madrid despidió en 2015 a Carlo Ancelotti tras una temporada sin títulos. Lo recontrató en 2021 y lleva cinco títulos en dos temporadas. El técnico italiano tiene un estilo menos intervencionista. Su Real Madrid podrá librar un nuevo duelo de Champions contra el estilo más elaborado de Pep Guardiola, uno de los pocos DT que jamás fue despedido, y que lleva siete temporadas y once títulos con Manchester City, pero que sigue en deuda con Europa (ayer aplastó 3-0 a Bayern Munich). Por eso el fútbol es tan fascinante. No hay estilo ni proceso que aseguren el éxito. Y tampoco chequera.

Boca lleva ganados seis títulos en algo más de tres años. Pero su funcionamiento colectivo fue siempre discreto. Cayeron los resultados y el modelo dirigencial de Juan Román Riquelme y su DT made in casa entró en crisis. Almirón, de buen inicio en su carrera (fue formidable su primera etapa en Lanús), pero mediocre luego, es una apuesta a un juego colectivo y más elaborado de toque y posesión. Una jugada audaz en año electoral (y con la política nacional que otra vez invade la Bombonera).

Jorge Almirón, flamante director técnico de Boca, junto con el presidente xeneize, Jorge Amor Ameal
Jorge Almirón, flamante director técnico de Boca, junto con el presidente xeneize, Jorge Amor Ameal

En 2017, en una muy buena entrevista con el diario Olé, horas antes de eliminar al River de Marcelo Gallardo en semifinales de la Libertadores, Almirón, que a los catorce años hacía picaportes y ventanas para una fábrica de pulido de bronce, habló de Eduardo Galeano, Alejandro Dolina y los tangos de Raúl Lavié. Y también habló de fútbol, claro. “Animarse a jugar”, priorizó el DT, aún sabiendo “que no todos los partidos son iguales” y que también juegan el rival y el escenario. Lo que sí sigue históricamente igual es que “hay que ganar”. Y rápido, porque las presiones hoy son mayores. Lo sabe hasta Ted Lasso, que hace unos días inició su tercera temporada. A Lasso, eso sí, la TV le escribe los guiones. Habrá que ver si Almirón podrá escribir el suyo en Boca.

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