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Talleres - River: cambian los nombres, los esquemas y hasta los torneos, pero hay un sello millonario que siempre está ahí

Braian Romero festeja el 2-0 de River ante Talleres de Cordoba; el equipo de Gallardo fue puro corazón. (Photo by DIEGO LIMA / AFP)
DIEGO LIMA

River cuenta con tres ventajas cruciales contra el resto de los equipos del fútbol argentino: el oficio de un plantel que posee una idea clara y afianzada, la mentalidad competitiva indeleble pese al paso del tiempo y los más de siete años de trabajo consecutivos del cuerpo técnico de Marcelo Gallardo. Cambian los nombres, los esquemas, los escenarios y hasta los torneos, pero hay un sello que siempre está ahí.

Ese fuego sagrado de un equipo de época que sigue demostrando que todavía tiene tinta para escribir más páginas doradas. La noche en Córdoba frente a Talleres se le presentó adversa con la expulsión de Felipe Peña a los siete minutos, pero ni siquiera ese cachetazo inesperado lo sacó del eje. Se puso las botas, se arremangó, se plantó a luchar como podía y debía y ganó 2-0 con autoridad. River es más líder que nunca. Y le sobran motivos para soñar.

Lo mejor del partido

Con seis futbolistas titulares nacidos en las inferiores, tres bajas cruciales por lesiones (Fabrizio Angileri, Paulo Díaz y Nicolás De La Cruz) y un equipo con un bajo promedio de edad de 25 años, River afrontó una final contra Talleres con su propuesta habitual .Salió decidido a ser protagonista en un marco excepcional en el Estadio Mario Alberto Kempes. A buscar el partido como siempre. Pero los planes iniciales se le quemaron muy rápido: Peña vio la tarjeta roja por un fortísimo pisotón contra Juan Méndez. Una correcta expulsión por un irresponsable exceso de vehemencia que, curiosamente, luego le permitió tener al equipo de Gallardo una de esas noches especiales que seguramente marcará el pulso de cara a los últimos ocho partidos del torneo. Con más de 85 minutos con un jugador menos, sacó chapa, sumó su séptimo triunfo en fila, estiró a 12 la racha sin perder en la Liga y le sacó siete a su escolta, que llevaba 11 sin caer como local.

Enzo Pérez, con su oficio, siempre es importante para River
Twitter @RiverPlate


Enzo Pérez, con su oficio, siempre es importante para River (Twitter @RiverPlate/)

Como suele pasar, la adversidad hizo más grande al equipo de Gallardo que aprovechó el tropezón inicial para sacar a relucir su alma competitiva y ganadora. Se fortaleció con solidaridad, despliegue y sacrificio. No dio nunca una pelota por perdida y se impuso en una parada más que brava. Con un 4-2-3-1 inicial, tras la expulsión pasó a jugar 4-4-1 y ahí se erigieron las dos figuras del partido: Enzo Pérez y Julián Álvarez. La experiencia y la juventud.

El volante central de 35 años pasó a la zaga central durante el primer tiempo y después se lució en el mediocampo manejando los hilos del partido y demostrando todo su temple cuando la pelota quema. Y el delantero de 21 años fue la gran referencia de ataque, complicó toda la noche a los defensores del equipo cordobés y se inventó la jugada del segundo gol para sentenciar la historia en Córdoba. Una noche a puro carácter. Desde los más grandes a los más chicos.

La gran definición de Braian Romero ante Herrera: con un remate cruzado anotó el 2-0. (Photo by DIEGO LIMA / AFP)
DIEGO LIMA


La gran definición de Braian Romero ante Herrera: con un remate cruzado anotó el 2-0. (Photo by DIEGO LIMA / AFP) (DIEGO LIMA/)

A partir de la tarjeta roja que quebró el encuentro, Talleres comenzó a dominar la pelota sin temerle al protagonismo, pero River no se achicó y demostró cómo reorganizarse para seguir lastimando. Claro, sufrió los avances de un imparable Diego Valoyes, cedió el balón y apostó a no perder el orden para no exponerse por demás, pero aprovechó cada espacio que tuvo para ser punzante y generar constante peligro en el área de Guido Herrera.

Así, tuvo las situaciones de gol más claras toda la noche y abrió merecidamente el marcador con una gran jugada de pizarrón a los 42 minutos de juego. En un tiro libre lejos del área, Álvarez jugó rápido, Rollheiser abrió sorpresivamente para el inteligente Simón, quien ejecutó el centro rasante para la aparición de Rojas -una de las figuras- en el área chica. Con un sutil toque, el defensor paraguayo abrió el marcador y logró el 1-0.

Es que River entendió a la perfección cómo jugar el encuentro con un jugador menos y cómo optimizar sus ataques. Se volvió un equipo corto, con poca distancia entre sus líneas para marcar, un orden y un sacrificio admirable y mucha predisposición. Por su parte, Talleres se animó a buscar el partido con movilidad e intensidad. Adelantando a los centrales y buscando abrir constantemente la cancha para aprovechar los espacios. Quizás le faltó precisión en la puntada final para poder ser más incisivo, pero en el cierre del primer tiempo Michael Santos hizo trabajar a Franco Armani con una atajada crucial en el área. Pero el arquero siempre está.

Para la segunda parte, Gallardo dispuso el ingreso de Jonatan Maidana -volvió después de dos meses tras su desgarro- por Rollheiser para reacomodar la defensa. Luego, hizo ingresar a Braian Romero por Simón. Y con los dos cambios metió dos plenos. Los cordobeses avanzaron sus líneas y buscaron el empate con más coraje y ganas que ideas, al punto tal que tuvieron diversas aproximaciones sin peligro real por el gran trabajo defensivo del Millonario. Así, en el área de enfrente, se sentenció el resultado a veinte minutos del cierre: un pase excelente de Palavecino para crear un contragolpe, una conducción en velocidad de Álvarez para desarmar al fondo de Talleres y una definición precisa de Romero para establecer el 2-0. Otro golazo para el recuerdo.

River sacó adelante un partido complicadísimo. Difícil por dónde se lo mire. Por rival, contexto y desarrollo. Se llevó tres puntos de oro de Córdoba para escalar en la tabla y seguir creyendo que puede conquistar la ansiada Liga local que tan esquiva le ha sido a Gallardo en su exitoso ciclo. Tiene con qué.