Hay Tour de Francia: la victoria de Tadej Pogacar le deja muchas más dudas que certezas

Slovenian Tadej Pogacar of UAE Team Emirates celebrates after winning stage seven of the Tour de France cycling race, a 176 km race from Tomblaine to La Super Planche des Belles Filles, France, on Friday 08 July 2022. This year's Tour de France takes place from 01 to 24 July 2022. BELGA PHOTO POOL DAVID STOCKMAN - UK OUT (Photo by DAVID STOCKMAN / BELGA MAG / Belga via AFP) (Photo by DAVID STOCKMAN/BELGA MAG/AFP via Getty Images)
Tadej Pogacar celebra su agónica victoria en la séptima etapa del Tour de Francia por delante de su máximo rival, Jonas Vingegaard. (Photo by DAVID STOCKMAN/BELGA MAG/AFP via Getty Images)

Que Tadej Pogacar empezó el Tour de Francia como máximo favorito no se le escapa a nadie. Que después de dos victorias de etapa, una excelente contrarreloj y una exhibición en el pavé no queda más que descubrirse ante él es una evidencia. Ahora bien, quedarnos solo en eso después de siete etapas sería un ejercicio de miopía. Su última victoria, en La Planche des Belles Filles, fue un ejercicio de coraje y superación, levantándole el triunfo primero a Lennard Kämna y luego a Jonas Vingegaard en apenas cincuenta metros de pendiente imposible. El problema es que no esperábamos "coraje", sino "exhibición", de ahí que nos entren algunas dudas.

Las principales tienen que ver con su rival: el danés Vingegaard. No hizo una crono maravillosa, no se exhibió en las piedras y no ha ganado ninguna etapa. Con todo, solo está a 35 segundos del esloveno en la general y se le ve muy bien de forma. De hecho, daba la sensación de que Pogacar no alcanzaría jamás a Kämna cuando Vingegaard lanzó el único ataque digno de ese nombre. Les dejó a todos clavados, incluyendo al líder, que tuvo que retomar fuerzas, ajustar la respiración y sacar fuerzas de flaqueza para poder hacer valer su prodigioso sprint.

En el duelo personal, no parece que Pogacar esté muy por delante del líder del Jumbo. No tanto como el año pasado, al menos, cuando le sacó cinco minutos y veinte segundos en la general final. Tal vez Pogacar sea mejor que entonces -más completo, como poco-, pero su rival es mucho más fuerte y tiene mucha más confianza en sí mismo. En 2021, nadie contaba con él y el segundo puesto se consideró un éxito tremendo. En 2022, es la gran esperanza para ver un Tour competido y tiene a Roglic a su lado, algo que, con el tiempo, se puede hacer valiosísimo.

Lo que nos lleva a la cuestión más importante: el equipo de Pogacar y el de Vingegaard. Sí, nos reímos mucho del Jumbo y de sus "jumbadas" y tal, pero nos reímos porque están siempre delante. Vingegaard tiene a Van Aert para el llano y la media montaña y tiene a Roglic para las etapas más duras. Ambos están entre los cinco mejores ciclistas del mundo. Lo han ganado prácticamente todo en los últimos tres años, cada uno en su especialidad.

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¿Qué tiene Pogacar? Salvo que la cosa cambie mucho, un equipo mediocre. Por supuesto, puede cambiar. Todo puede ser una cuestión de reparto de fuerzas, pero sería un plan demasiado rebuscado. El UAE se propuso controlar la fuga para que su líder pudiera conseguir una nueva victoria de etapa, pero sus intentos fueron agónicos: no había manera de que la ventaja bajara de los dos minutos y medio, una diferencia con la que Kämna habría ganado tranquilamente. Solo la entrada de otros equipos y en especial del Ineos hizo que los escapados se plantaran con poco más de un minuto y medio al pie de la última ascensión.

Cuando la carretera se puso cuesta arriba, Marc Soler tiró un poco, igual que McNulty, George Bennett se pasó unos cuantos kilómetros llevando el ritmo del grupo, pero apenas fue capaz de rebajar la diferencia a 50 segundos en cinco kilómetros. El grupo tendría cuando se retiró unos 20-25 componentes incluso tan cerca de meta. Fue entonces cuando le tocó el turno a Rafal Majka. Todos esperábamos -porque se lo hemos visto a los compañeros de Armstrong, a los de Contador, a los de Froome...- un arreón importante, sobre todo teniendo en cuenta que no había hecho ni un solo esfuerzo en toda la etapa.

No fue así. Majka cogió el mando a 2.4 kilómetros de etapa con 48 segundos de desventaja y lo dejó, medio mareado, haciendo eses, y empujando a Pogacar con la mano para que, por favor, le adelantara de una vez, un kilómetro y medio después. En ese terreno, había recortado solo 15 segundos a un hombre que llevaba fugado todo el día y que no es un escalador como tal. Cosas como esas dejan dudas. Pogacar, que no iba tope, se tuvo que comer el aire y el polvo durante un kilómetro entero. Redujo a 35, a 30, a 25... pero nada hace indicar que hubiera podido alcanzar a Kämna de no mediar el ataque de Vingegaard.

Estas carencias son peligrosas. Si en el uno contra uno estás más o menos igual, pero el equipo del rival es mucho mejor, ya sabes que no vas a arrasar. Que lo más normal es que ganes, porque, en fin, eres un superclase, pero no vas a exhibirte. Si la suerte de Pogacar depende en un mal día de Majka o de Bennett, es normal que tengamos dudas. No habíamos visto al UAE ni el día del pavé ni el día de las cotas. Hoy, que le tocaba aparecer, lo ha hecho en una versión muy menor. Treinta y cinco segundos de ventaja es muy poco para no preocuparse. Si Jumbo juega bien sus bazas, es muy difícil negar que, como mínimo, hay Tour. Algo que no estaba nada claro hace cuarenta y ocho horas.

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