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Los Óscar tienen una historia que inspira a seguir nuestros sueños, y no es una película

BEVERLY HILLS, CALIFORNIA - JANUARY 10: (L-R) Peter Czernin, Colin Farrell, Barry Keoghan, Martin McDonagh, and Graham Broadbent, winners of Best Picture - Musical/Comedy for

Las vueltas de la vida pueden ser inesperadas. Y sino que se lo pregunten a Barry Keoghan, uno de los jóvenes actores nominados a los Óscar que pasó de una infancia difícil tras la muerte de su madre, entrando y saliendo de casas de acogida, a tocar el cielo de Hollywood a los 30 años. El público de blockbusteres lo descubrió el año pasado como el Joker más desfigurado del cine en The Batman, mientras otros le seguimos la pista desde que nos dejara petrificados como un adolescente siniestramente vengativo en El sacrificio del ciervo sagrado (2017). Ahora se codea con la crème de la crème, nominado a mejor actor de reparto, por interpretar a un ingenuo entrañable y de buen corazón en Los espíritus de la isla.

Mucho se habla de Ana de Armas, Michelle Yeoh o Jamie Lee Curtis tras asegurarse las primeras nominaciones de sus carreras. O de Brendan Fraser y Ke Huy Quan como los protagonistas de los renacimientos profesionales más destacados de Hollywood. Sin embargo, hoy quiero hablar de Barry Keoghan. Mi favorito al Óscar como mejor actor de reparto. Porque aunque la industria y la conversación en general parezca anonadada con Ke Huy Quan en dicha categoría y con Todo en todas partes al mismo tiempo, personalmente tengo predilección por Barry y Los espíritus de la isla.

Nacido en 1992 en Summerhill, Dublín, Irlanda, Barry es dueño de una historia de superación como pocas. Una que nos habla de humildad y la importancia de seguir los sueños. Porque Barry se quedó huérfano cuando tenía 12 años. Su madre murió tras caer en la adicción de sustancias a los 30 (según Upworthy). Una tragedia que lo dejó a él y a su hermano Eric a merced del sistema. “Ella fue la que se quedó atrapada, así que fuimos a hogares para niños” reveló en 2018 en The Late Late Show.

Barry y Eric pasaron los siguientes siete años de su vidas en un total de 13 hogares para niños o casas cuna. Es decir, que pasaron sus años de transición adolescente en el seno de diferentes familias sin poder desarrollar apego suficiente a un hogar en particular. “Cada familia fue buena con nosotros. Cuando eres niño no sabes lo que está pasando. Te encariñas y ¡boom!... te tienes que mudar. No tengo una ciudad natal. Es raro” añadía en la misma entrevista. “Es solo cuando creces que puedes mirar hacia atrás y tener algo de perspectiva".

Afortunadamente el sistema lo mantuvo junto a su hermano durante todo el proceso, lidiando con la trágica muerte de su madre a solas mientras no podían desarrollar relaciones profundas dado el cambio constante. Sin embargo, después de una larga lucha con el sistema, su hermana, tía y abuela pudieron recuperarlos viviendo todos juntos en un departamento de dos habitaciones. De todos modos, a pesar de la lucha vital que tuvo que procesar y enfrentar, Barry espera que su historia inspire a otros jóvenes a seguir sus sueños como hizo él. Porque según dijo a DublinLive, sabe que si alguien simplemente se centra en su pasado creciendo dentro del 'sistema', probablemente surjan prejuicios.

Y es que durante todos esos años de cambios hubo una constante: el descubrimiento de su pasión por la actuación. Le gustaba observar a la gente en la calle y crear personajes a solas cuando volvía a casa. Participó en obras escolares, aunque lo vetaron por su comportamiento. "Hice obras navideñas en la escuela" le contó a Independent. "Pero me vetaron por portarme mal. ¿Y por qué? Porque llamaba la atención. Todos se reían conmigo y me encantaba". Así comenzó su educación temprana como actor. Y colándose en el cine local. Aunque ahí también lo vetaron.

En 2011, con apenas 19 años, vio un anuncio que buscaba actores en la ventana de un negocio. Era para un thriller titulado Between the Canals, se presentó y consiguió un papel pequeño. Y sin haber entrenado nunca como actor a nivel profesional. La experiencia le sirvió, despertó esa pasión que estaba creciendo en sus adentros, decidiendo estudiar arte dramático en una escuela de Dublín. Y su talento enseguida comenzó a llamar la atención. Telenovelas, dramas, thrillers… poco a poco fue subiendo escalones hasta que, de repente, todo cambió.

Ese cambio llegó con Dunkerque de Christopher Nolan, donde tenía un personaje secundario como uno de los jóvenes soldados atrapados en la playa francesa durante la Segunda Guerra Mundial. A continuación lo veríamos en El sacrificio del ciervo sagrado y la exitosa miniserie de HBO, Chernobyl. Y desde entonces no ha dejado de explorar su poder ante la cámara como el héroe más interesante de Eternals de Marvel y The green knight.

Y es que Barry tiene algo especial. Cada vez que aparece en pantalla cautiva. Nunca pasa desapercibido. Los personajes siniestros se le dan de maravilla. Y los inocentes también. Desde una mirada que transmite siempre segundas intenciones, a jugar con su cuerpo a través de una incomodidad que se palpa a través de la pantalla, Barry Keoghan es uno de los actores más prometedores de su generación. Y la Academia ha sabido detectarlo a través de una de las mejores películas del año. Una tragicomedia negra sobre la soledad masculina y agonía rabiosa que lleva el sello irreverente, original y absurdamente inteligente de Martin McDonagh (En Brujas, Tres anuncios por un crimen), que opta a nueve nominaciones a los Óscar, incluyendo Mejor Película, Director, Guion Original, Actor (Colin Farrell), Actriz de reparto (Kerry Condon) y Actores de reparto (Brendan Gleeson y Keoghan).

Barry está en la cima de su carrera pero sigue siendo el mismo. Sigue rezando a su madre cada vez que tiene un casting, creyendo firmemente que está a su lado en este viaje profesional (DublinLive). En su pueblo le llaman ‘Hollywood’, yendo al mismo pub de siempre donde a su abuela la tratan como la realeza debido a su éxito. “Mi abuela entra [al pub] y tiene un asiento sin importar quien esté” contaba. “Todo lo que me dicen es ‘Ven Hollywood, cómpranos un trago'. Es la única forma en cómo me llaman ‘Hollywood'. No tengo primer nombre”.

"Pero es genial tener ese sentido de humildad y que te devuelvan a la realidad si piensas que estás en las estrellas. Se puede tender a pensar así por cómo te cuidan en las películas y no tienes que ni mover un dedo. Es un poco peligroso. Hermoso pero peligroso" sentenciaba en 2021.

A los 30 años es embajador de Dior y padre de un niño nacido en agosto con su novia Alyson Sandro, a quien le dedicó su nominación al Óscar. “Esto es para ti Brando. Papi te quiere” publicó en sus historias de Instagram según Irish Sun.

Ahora puede añadir el título de ‘nominado al Óscar’ a su carrera, cuidando de sus sueños y deseos de futuro a pesar de los obstáculos de la vida. Este año tiene dos proyectos en marcha: Masters of the air, una serie sobre pilotos militares con Austin Butler (Elvis), y Saltburn, un drama de época con Carey Mulligan y Jacob Elordi dirigido por Emerald Fennell, la aclamada directora de Hermosa venganza. Evidentemente esto solo el comienzo.

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