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Selección argentina: un reencuentro que será único, del regreso de Maradona en 1979 a un Monumental desnudo en 1987

Locura por la selección: una multitud rodeó al micro de los campeones del Mundo al regreso de Qatar 2022

  20/12/2022
Locura por la selección: una multitud rodeó al micro de los campeones del Mundo al regreso de Qatar 2022 20/12/2022 - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Algunos aseguran que todavía se despiertan sobresaltados por el mano a mano de Kolo Muani con ‘Dibu’ Martínez. La electricidad atraviesa el cuerpo, el sudor recorre la espalda, el corazón cabalga con ritmo trepidante. El 18 de diciembre de 2022 aparece en la vida cotidiana, es un loop emocional. La consagración en Qatar vive en estado de continuidad permanente. Apenas pasaron tres meses, apenas 95 días y los campeones del mundo volverán a meterse en la piel de los hinchas. Nunca tan pronto. Ni en 1978 ni en 1986 el reencuentro ocurrió con el oleaje todavía embravecido. La conexión selección-sentimiento popular escribe otro capítulo con el pulso temblequeando.

Los ecos no se silenciaron y ya en la noche de este jueves, en el Monumental, el estruendo otra vez tomará la escena. Un escenario muy diferente a las coronaciones anteriores. Otra época, otro fútbol; otros contextos y sociedades. La Argentina campeona en junio de 1978 volvió a jugar ocho meses después, el 25 de abril de 1979. En el país, en River, se estrenó la primera estrella. Con el estadio repleto, con 70 mil almas en el amargo y tenso ambiente sociopolítico que envolvía a la nación. El rival fue Bulgaria y el equipo dirigido por César Luis Menotti ganó por 2-1, con un gol de René Houseman y otro de Daniel Passarella, de penal.

El partido fue organizado por la revista El Gráfico, en su 60º aniversario. Seis campeones del mundo actuaron como titulares, Fillol, Olguín, Passarella, Gallego, Houseman y el ‘Negro’ Ortiz. Cuatro debutantes, Hugo Villaverde, Juan Barbas, José ‘Pepona’ Reinaldi y el lateral izquierdo Jorge García… y el gran ausente un año antes, Diego Maradona, en su quinto juego con la selección. Las crónicas de la época distinguen el partido, pero dan cuenta también de cierta naturalidad, no de un acontecimiento excepcional.

Quizás, por la familiaridad con los campeones. ¿Cómo? Ubaldo Fillol se lo explica a LA NACION: “Aquello fue muy especial. Salvo Mario Kempes, ya ídolo en Valencia, los otros 21 futbolistas estábamos en el fútbol argentino. Yo, a los 20 días de la final con Holanda, ya estaba en el arco de River. Y desde ahí, empezaron los homenajes. Cada fin de semana era un homenaje para nosotros. Eran 25 millones de argentinos que cada domingo nos hacían un tributo, locales y visitantes, aquello fue hermoso, inolvidable. Cambió el fútbol en el mundo, los mercados, los calendarios. Nada es comparable. Ahora, solamente Armani está acá y el resto de los muchachos se encuentran en Europa, entonces ahora ellos recibirán su muy merecida ceremonia”, analiza el Pato, a los 72 años.

Quizá, la fiesta más colorida llegaría exactamente dos meses después, el 25 de junio de 1979, al año exacto de la coronación, con un duelo ‘no oficial’ ante Resto del Mundo. Derrota por 2-1, Monumental explotado, gol de Diego con salto inmortal en el festejo y una recaudación que sirvió para comenzar la construcción del actual predio de Ezeiza.

Con los campeones del ‘86 pasó exactamente lo contrario a la efervescencia de hoy. Por empezar, el estreno ocurrió en el exterior: derrota por 3-1 con Italia, en un amistoso en Zurich. Pero diez días más tarde, el 20 de junio de 1987, casi un año después de la epopeya del Azteca, el equipo de Carlos Bilardo se presentó ante su público en un encuentro contra Paraguay. Sin Diego Maradona, preservado por el Doctor para la inminente Copa América en el país. La selección perdió 1-0, con un gol en contra de Oscar Garré. Todo mal. El homenaje resultó casi inexpresivo y ante no más de 10 mil personas que dejaron desnudo al Monumental.

Comenzaba una etapa sombría, de muchos cuestionamientos pese al título en México. La selección tuvo un mal paso por esa Copa América (terminó cuarta, con dos derrotas) y Bilardo elegiría no jugar en la Argentina para escapar de esa atmósfera de rechazo. Entre diciembre de 1987 y febrero de 1991, con la asunción de Basile como DT, el ‘exilio’ fue total. Increíble, en estos días de desbordes callejeros y cuando la seguridad del plantel llega hasta la mesa del gobierno nacional. Aquel partido lo jugaron ocho campeones: Islas, Brown, Garré, Cuciuffo, Batista, Ruggeri, Giusti y Tapia. Y completaron la formación Darío Siviski, Juan Gilberto Funes y el debutante José ‘Mandinga’ Percudani.

Hace memoria y el ‘Gringo’ Giusti recuerda para LA NACION aquella gris tarde invernal: “No había mucha gente en la cancha…, había muy poca gente, en realidad. Ya hacía tiempo que habíamos ganado el campeonato mundial. Había muchos chicos nuevos [Hernán Díaz, aparecía Caniggia] y Bilardo, como siempre, quería ensayar, probar… Al ‘Checho’ [Batista] y a mí, que éramos los dos que teníamos que saber todo, conocer las posiciones de todos, nos pedía que les enseñásemos, que les hablásemos todo el tiempo… Nos estábamos preparando para la Copa América, que para nosotros iba a ser un torneo muy importante en casa después de México… y la verdad fue que no anduvimos bien”, recordó Giusti, a sus 66 años.

Casi, casi, la contracara exacta de esta actualidad tomada por el desenfreno y la comunión. Cada uno es dueño de su tiempo y la gloria es imperecedera. Ni se discute ni se cuestiona. Qatar todavía se juega, late en cada anécdota, aparece en cada tatuaje. Y la noche del jueves en el Monumental promete extender una celebración que se convirtió en un estado de gracia.