Santos Laguna, el equipo que antes daba miedo y ahora es uno del montón en la Liga MX

Santos Laguna es el segundo equipo más goleado de la Liga MX en el actual torneo. (Jos Alvarez/Jam Media/Getty Images)
Santos Laguna es el segundo equipo más goleado de la Liga MX en el actual torneo. (Jos Alvarez/Jam Media/Getty Images)

Santos Laguna ha sido uno de las franquicias más exitosas en el futbol mexicano. Y ese éxito adquiere doble mérito cuando se toma en cuenta el poco tiempo que tienen en el máximo circuito: desde 1988. Durante este tiempo, el equipo de La Comarca ha sido campeón de Liga en seis ocasiones. El éxito ha estado muy bien repartido en cuestión de épocas: 1996, 2001, 2008, 2012, 2015 y 2018. Hay constancia de que el proyecto lagunero era sólido.

Y cuando han sido necesarios los cambios, no se ha dudado. En 2006, los de Torreón peleaban el descenso y se tomó una medida urgente: la cervecera Corona vendió la franquicia al empresario Alejandro Iraragorri. La medida, que era extrema —renunciar a una empresa sólida para llegar a manos de alguien que no tenía experiencia en el futbol—, terminó siendo un éxito rotundo. Santos Laguna no sólo se olvidó del descenso en 2007, cuando se salvó en la última jornada tras una dramática definición a costa de Querétaro.

Al año siguiente fueron campeones, en el Clausura 2008, el último título que ganaron en el Viejo Estadio Corona. Esa aduana fue una de las más infernales que se hayan conocido en el futbol mexicano. Claro que las condiciones climáticas hacían su trabajo: se jugaba los domingos a las cuatro de la tarde en la crueldad del calor lagunero. Pero esa era la ambientación y no el componente principal del martirio: Santos Laguna siempre supo tener a jugadores de primer nivel para el contexto mexicano.

La dupla entre Jared Borgetti y Rodrigo Pony Ruiz es histórica, pero no fue la única época de gozo para los santistas y de sufrimiento para los demás. Ellos trajeron a México a Christian Benítez, Vicente Matías Vuoso y Darwin Quintero. Y si se habla de ese equipo que evitó el descenso y luego salió campeón hay que mencionar a Emmanuel Hachita Ludueña, jugador que ya había demostrado su calidad en los Tecos, pero que ahí encontró su mejor versión hasta convertirse en una leyenda moderna del futbol mexicano. Oswaldo Sánchez, al que muchos daban por acabado tras salir de Chivas en 2006, fue campeón en dos ocasiones —ambas como capitán— y jugó otras dos finales.

Paulatinamente, Santos dejó de ser un equipo tan poderoso y comenzó a ser normal que todos sus buenos jugadores se marcharan a otros lados (el América se convirtió en el comprador por excelencia). Pero de todas formas, con una buena planeación deportiva, conseguían mantenerse en la pelea por títulos. Y así ganaron en 2015 y 2018, cuando no eran favoritos y tuvieron que dar la vuelta en campos ajenos (Querétaro y Toluca, respectivamente). En estos años todavía tuvieron un excelente ojo para traer jugadores como Agustín Marchesín y Diego Valdés. Pero ya algo ha cambiado muy notoriamente en Santos —y eso que tuvieron a Oribe Peralta, el ídolo más improbable del futbol mexicano en la última época—.

Según el sitio Transfermarkt, Santos ocupa el onceavo lugar de asistencia en el último año en la Liga MX. Las cifras de los años de oro no están disponibles, pero basta con visitar cualquier partido de la época para constatar la diferencia no sólo en cantidad, sino en ambiente. El TSM, estadio inaugurado en 2009, es más moderno, más grande (29 mil espectadores contra 18 mil del Viejo Corona), pero no genera lo mismo en lo más mínimo: esas tribunas desbocadas, esos festejos fúricos de los jugadores eludiendo a la seguridad para fundirse en un abrazo con los aficionados mientras el sol derretía a los rivales.

Santos marcha en onceavo lugar. Despidió a Eduardo Fentanes como entrenador para contratar a Pablo Repetto. Son el equipo más goleado del torneo con 34 goles en contra (sólo superados por Mazatlán, que ha encajado 37). La mediocridad del futbol mexicano les permitirá acceder el repechaje si los resultados se combinan en la última fecha, pero Santos, que hace dos años jugó la final contra Cruz Azul, se ha convertido en un equipo del montón, que apenas encuentra consuelo en los jugadores jóvenes que ha sacado recientemente. Y eso a medias: Arteaga se fue a Europa, pero lleva ya tres años en Bélgica. Jordan Carrillo no puede ser titular en la segunda de España. Acevedo no termina de consolidarse a sus 27 años; Eduardo Aguirre y Santiago Muñoz se han diluido. Omar Campos es el único que ha tenido un desarrollo óptimo.

Hubo días en los que Santos espantaba a todo el futbol mexicano. Y ahora viven en la melancolía, compartiendo genes con el Atlas, equipo que recibe las atenciones prioritarias de Iraragorri, dueño de ambos, en refuerzos. No compiten por los primeros lugares ni generan interés por verlos jugar. Ya ni a su afición, una de las más fieles y duras de México, pueden entusiasmar.

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