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Ryan García, Gervonta Davis y la ridiculez de apostar todas sus ganancias en la pelea que tendrán

Ryan García viendo un partido de la NBA entre LA Lakers y New York Knicks. (Allen Berezovsky/Getty Images)
Ryan García viendo un partido de la NBA entre LA Lakers y New York Knicks. (Allen Berezovsky/Getty Images)

Ryan García y Gervonta Davis por fin subirán al ring el próximo sábado en la T-Mobile Arena de Las Vegas. La pelea se ha cocinado durante tres años y, finalmente, se cristalizó hace un par de meses después de eternas semanas de negociación que mantuvieron en vilo a los fans del boxeo y también a quienes no siguen el boxeo, porque este es el atractivo de tan esperado combate: llamará la atención de medio mundo por la repercusión mediática de sus dos protagonistas.

Y en esa tendencia que tienen García y Davis por generar interés han dado un paso más al frente: poner en juego sus ganancias de la pelea. Apostarla, para decirlo pronto. A través de una transmisión de Instagram que ambos realizaron, Davis le preguntó a García si quería apostar. Él dijo que sí y, ante la incredulidad de Davis, se lo confirmó y le dijo que pusieran en juego toda su bolsa.

Davis, acompañado por el influencer Kai Cenat, le llamó por celular a alguien de su equipo y le pidió que avisara a su promotor, Al Haymon, sobre la apuesta para que la formalizara: "Dile a Haymon que redacte un contrato en el que quien gane se queda con la bolsa del otro. Te lo digo en serio. Tenemos a Ryan en vivo en este momento. Toda la bolsa, no sólo la mitad".

Esto es innecesario. Por supuesto, a ellos les parece parte del juego mental previo a la pelea (nada mejor que demostrar confianza extrema) y también lo venden como un ingrediente más para condimentar la pelea. Pero ya no hay más interés que generar. Lo que vendieron ya está: la pelea será el boom comercial más importante del año hasta el momento —y no parece que vaya a ser diferente, pues ninguna combinación que puede quitarles el trono parece vaya a concretarse pronto—.

Las ganancias base de ambos no son tan grandes: 350 mil dólares para García y 1.5 millones para Davis, pero ese es solo el dinero que tendrán garantizado por subirse al ring. Después vendrá la repartición de los ingresos de taquilla y de venta del pago por evento. Según una estimación de SportsLens, Davis podría alcanzar los 5 millones de dólares y García, 2.5 millones. La pelea podrá comprarse por 84.99 dólares tras el acuerdo alcanzado por DAZN (que transmite a García) y Showtime, casa televisiva de Davis.

A García y Davis les gusta mucho presumir sus lujos y ambos se han constituido como dos de las figuras más vendibles del boxeo. Por eso les resulta tan sencillo pactar una apuesta incluso para la que será la bolsa más grande de sus carreras —y luego viene el dinero que generan en redes sociales, donde ambos son celebridades—. No les importa tratar su sueldo (porque aunque tengan todo el dinero que tienen, no dejan de ser empleados) como un juguete, como si no tuviera importancia. No hay que mirar muy lejos del boxeo para entender por qué esta falta de empatía es reprobable.

Fernando Martínez, campeón mundial argentino, dijo recientemente que, pese a su estatus, no ha podido comprarse una casa propia. Y en esa desventura le acompañan peleadores que si se retiraran mañana, de inmediato serían leyendas, como Juan Francisco Estrada y Román González, que nunca han superado el millón de dólares. En el boxeo, las grandes bolsas se reservan para una minoría de peleadores. Ni siquiera se puede decir que para los campeones, porque llega a ser el mejor del mundo no es garantía de tener un buen salario. La pelea femenil más grande de la historia se dio el año pasado, entre Katie Taylor y Amanda Serrano: ambas cobraron 1 millón de dólares, una cifra insólita para el boxeo entre mujeres pero que, cuando se habla de pagos por evento, es vista como baja.

Esta valentonadas de apostar la bolsa por parte de García y Davis no ayudan al boxeo, que sí, que debe ser un espectáculo y que debe replantearse sus métodos para cautivar audiencia en una era en la que la UFC le ha comido el mercado. Pero no a cualquier costo. De hecho, García y Davis lo han hecho muy bien: explotaron al máximo su fama para cocinar un platillo que todos esperan probar. En un deporte que ha enfrentado masivas acusaciones de corrupción, en el que cada decisión polémica arroja suspicacias, una apuesta entre los dos protagonistas no debería tener lugar. Ya lo han hecho casi todo bien. No lo arruinen.

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