Ryan García, el boxeador que no habla español y por eso lo acusan de "no ser mexicano"

Ryan García no habla español. Y no tendría que haber nada de malo en ello. Si quiere sentirse orgulloso de sus raíces mexicanas, es un asunto personal. De él y de nadie más. Muchos boxeadores extranjeros, como Floyd Mayweather y Tyson Fury, han presumido los colores tricolores y recibieron aplausos. Pero a Ryan, cuyos abuelos paternos eran mexicanos, se le reprocha hinchar el pecho por sus orígenes. Podrá caer bien o mal, podrá ser mejor o peor peleador, pero nadie puede decirle a él ni a nadie cómo vivir su sangre.

En una conferencia de prensa promocional para su combate contra Gervonta Davis (22 de abril en Las Vegas), García recibió una crítica peculiar por parte de su futuro rival. "¿Ryan cómo puede considerarse mexicano si no habla nada de español? Él no es mexicano de verdad. Es de Los Ángeles", soltó Gervonta en conferencia de prensa promocional. Se sabe que en el boxeo abundan las pedradas afuera del ring y más previo a una pelea tan mediática: hay que calentar el ambiente para que los fanáticos se enganchen con el combate.

Pero hay asuntos que están más allá de la publicidad. Habría que ir a la Constitución mexicana para acabar con cualquier debate, pero en este caso puede ser un punto de partida: desde 2021, México concede su nacionalidad a las personas que tengan abuelos mexicanos. Ryan García podría hacer el trámite y tener la nacionalidad mexicana formalmente. García es californiano y sus padres, Henry y Lisa, también nacieron en Estados Unidos, pero sus abuelos paternos eran mexicanos, de Nuevo León.

¿Tendría que obtener la nacionalidad para demostrar que siente cariño por el país y por la cultura mexicana? No, no tendría que hacerlo. Porque eso sólo lo sabe él. Si quiere salir con atuendos alusivos a México, es decisión de él y de nadie más. ¿Tendría que aprender español? Eso también es decisión suya. Hay peleadores de origen mexicano, como Vergil Ortiz Jr, que se han esforzado en aprender el idioma, y eso es plausible. Pero debería servir para reconocer a quienes lo hacen y no para denostar a quienes no lo hablan.

A Ryan García se le puede acusar de muchas cosas en el mundo del boxeo: de hablar mucho, de menospreciar a colegas, y antes podía entrar en la categoría de 'vendehumo', porque retaba a todo mundo en redes sociales y no peleaba con nadie (eso cambiará en un mes cuando enfrente a Davis); pero meterse con la forma en la que siente y expresa su nacionalismo borda el racismo y es una evidente muestra de ignorancia. A muchos fans mexicanos podrá no gustarles cómo pelea, y de hecho se sentirán más atraídos por el estilo de Davis —que ha hecho campaña diciendo que le gustan los tacos— porque cuando se habla de sentimentalismo todo es más complicado.

Óscar de la Hoya es el ejemplo por excelencia. Habla un perfecto español y obtuvo formalmente la nacionalidad mexicana en 2002. Siempre dijo que representaba a ambos países, pero muchos fans nunca le perdonaron dos cosas: haberle ganado a Julio César Chávez y no haber nacido en México. El periodista e historiador Eduardo Lamazón tiene al Golden Boy como uno de los cinco mejores peleadores mexicanos de la historia, y las respuesta, en las publicaciones donde ha dicho eso, son invariables: de la Hoya no es mexicano. Pero lo es y, aunque no lo fuera formalmente, siente apego por México y eso debería bastar.

Ryan García nació y creció en Estados Unidos. Es la cultura que él conoce y no se le puede señalar con el dedo únicamente por haber cometido el pecado de no nacer en México. Ha intentado hablar español en algunas ocasiones. Y si no lo hace al 100% nunca, ¿cuál sería el problema? No se podría borrar el hecho de que sus abuelos nacieron en México. Listo. Ahí debería terminar todo. Pero si él quiere sentir orgullo y le gusta tomarse fotos con la bandera, nadie tendría por qué acusarlo de falsedad y de hacerlo por marketing. Quizá se lo hayan aconsejado alguna vez: conecta con los fans mexicanos. ¿Dónde está el pecado? Ryan García podría ser mexicano oficialmente cuando él lo deseara y, de todas formas, habrá voces que encontrarán más valor en los prejuicios que en la Constitución.

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