Ruth Greenfield, esa irresistible inolvidable

Nos dejó Ruth Greenfield, (Ruth Wolkowsky Greenfield - 17 de noviembre de 1923, Key West - 27 de julio de 2023, Miami) Miami ya no será el mismo. Con la desaparición de esta indómita quasi centenaria se va un Miami que la desafiaba en edad. Venerada pionera de raza fue preciado ‘Instrumento de cambio’ como reza el imprescindible documental de Steve Waxman filmado en el 2013. Y como proliferarán los merecidos obituarios detallando una vida fecunda y pintoresca como pocas permítaseme contar mis impresiones de la primera vez que me recibió en su casa, lamentando tanto no haberla conocido antes pero feliz de haber tenido semejante privilegio.

“Anoche me enamoré. Nombre: Ruth. Edad: 93. No recuerdo haberme topado con una seducción igual, insólita, inesperada, encarnada en una inefable nonagenaria. Bella, impecable, sencilla, culta, genuina, humana, con una calidez que abraza y un sentido del humor elegante y certero que revelan su inteligencia. Ruth invita a una casona que la define, entre añosos robles floridanos, donde casa y árboles compiten en edad y prestancia con la dueña, un siglo de Miami equivalen a dos mil años de Roma. Un gran piano, tapizada de libros, cuadros, partituras, fotos, cachivaches, tesoros… verdadera “memorabilia”, habitada por este personaje y su Mercedes (“Esta es Mercedes, tenemos un romance desde hace 30 años, yo digo algo y ella automáticamente dice NO SEÑORA, y como le hago caso... esto funciona de maravillas!… dicho esto, serviremos el segundo plato en vista de que no hay primero!”). Celebridades y anónimos entran y salen democráticamente, todos parecen parientes o íntimos.

Ruth Greenfield, de 98 años, señala una foto de su clase de Confirmación en 1939 en Temple Israel of Greater Miami.
Ruth Greenfield, de 98 años, señala una foto de su clase de Confirmación en 1939 en Temple Israel of Greater Miami.

Seguirá el recuerdo a su almodovaresca maestra Mana Zucca (que regaba diligentemente su frondoso jardín de plantas… de plástico), así como de Arthur Schnabel y en París, la gran Nadia Boulanger, “No creen que con los maestros que tuve pude ser mejor pianista?” reflexiona dulcemente. “Mis abuelos paternos huyeron de Rusia” cuenta durante la comida “se refugiaron en Nueva York y terminaron en Key West hace 100 años, cuando nací nos mudamos a esta casa…. Se sienta al piano. Primero un poco de Bach -“Para limpiar el ambiente”- Gershwin, Cole Porter, Chopin y “esta pieza que compuse, se la mandé a Frank Sinatra y me la regresó, ustedes que opinan?”…. Con su vocabulario perfecto y voz suave, musical, deliciosa, Ruth es una lección de autenticidad y cuando no se acuerda de algo, cosa que le sucede todo el tiempo, deja la frase volando para que otro la termine; entonces asiente sonriente con adorable complicidad… Parece andar por el aire, que ni el aire la toca, en esa liviandad está su gracia, si la hubieran conocido Caetano o Chabuca le habrían compuesto algún valsecito pero, se la perdieron.

Lejos del snobismo y pretensión que apuntalan la imagen de Miami como epítome de la superficialidad, Ruth simboliza lo contrario, es Miami para los que saben de Miami, esta pionera de los derechos civiles que se mudó al barrio que estaba vedado a los blancos, que fundó un conservatorio mítico sin distinción de razas ni credos, que llegó a dictar clases en una fábrica de ataúdes y hasta literalmente “ayer” preparaba pianistas para la Juilliard neoyorquina es una alquimista que ha vuelto la inclusión en integración, allí reside la verdadera hazaña; logro que se siente irrefutable en su casa y en su persona, naturalmente ecuánime, un rara avis que por su buena madera despierta admiración y que, en definitiva, es la constatación, como aseveró Beethoven, de que la bondad es la manifestación mas elevada de la inteligencia.

Cerca de las once la anfitriona informa “Encantada si quieren quedarse, yo me voy a la cama aunque…. ay, llegan mis próximos huéspedes” . De un coche desciende una pareja joven. “Son los hijos de una amiga vienen a pasar la noche!”.

Confirmado, me enamoré. Imposible no hacerlo.

Postdata: Fiel a su estilo, hizo elegante mutis por el foro a los 99 y seis meses. Cuentan que cuando murió la madre de Jorge Luis Borges, alguien comentó que era una pena que a doña Leonor le faltara tan poco para llegar a los cien, a lo que el poeta contestó “Exagera usted el prestigio del sistema decimal”. A Ruth tampoco le importaba la exactitud numérica, su mundo nos recuerda que siempre estuvo y está en otra parte, como Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar, /pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar. / Nunca perseguí la gloria... Caminante no hay camino / sino estelas en la mar”.