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Irina Begu arroja su raqueta a la grada haciendo llorar a un niño

Los padres consuelan a su hijo después de que la rumana Irina-Camelia Begu lo golpeó en la cara sin intención tras hacer picar su raqueta, durante la segunda ronda del Abierto de Francia.
Los padres consuelan a su hijo después de que la rumana Irina-Camelia Begu lo golpeó en la cara sin intención tras hacer picar su raqueta, durante la segunda ronda del Abierto de Francia. (Clive Brunskill)

Es una mala costumbre en el tenis. No es nueva pero queda todavía más expuesta por las herramientas y los medios de comunicación actuales. Las “raquetas voladoras” son un mal hábito en el tenis de estos tiempos: jugadores/as que se desahogan lanzando o rompiendo sus raquetas durante un partido sin tener en cuenta las consecuencias. Se observan casos con distintos niveles de severidad, pero ninguno de ellos deja de ser un mal ejemplo, especialmente para las nuevas generaciones de tenistas.

La pista número 13 de Roland Garros, el segundo Grand Slam de la temporada, fue el escenario de un hecho desagradable durante la quinta jornada del certamen. Frustrada por el marcador, la jugadora rumana Irina-Camelia Begu, 63° del ranking mundial, se acercó a su banco para cambiar de raqueta, pero no tuvo mejor idea que “hacer picar” contra el piso la que empuñaba en ese momento, el objeto rebotó, se levantó, voló e impactó en un chico que estaba sentado en una de las primeras butacas. El niño, según los testigos, se puso a llorar y tras algunos minutos, sus padres lograron calmarlo.

La rumana Irina-Camelia Begu, en Roland Garros.
La rumana Irina-Camelia Begu, en Roland Garros. (Clive Brunskill/)

En el momento, la rusa Ekaterina Alexandrova triunfaba por 7-6 (7-3), 3-6 y 2-0. Begu, molesta por no poder repetir lo que había realizado en el segundo parcial, tuvo ese momento de irritación que le pudo haber costado el partido. El árbitro del partido se bajó de la silla para comprobar lo que había ocurrido con el chico y llamó al supervisor, el funcionario autorizado para tomar una última decisión. La rumana, finalmente, sólo recibió un code violation y pudo seguir jugando. De hecho ganó el partido (por 6-7, 6-3 y 6-4) y avanzó a la tercera ronda, donde se medirá con la francesa Leolia Jeanjean.

Después del partido, Begu (el año pasado alcanzó las semifinales de dobles del Abierto de Francia haciendo pareja con la argentina Nadia Podoroska) se acercó al lugar en el que estaba el chico y sus padres, se disculpó y terminó -entre sonrisas- tomándose una foto con el niño.

Está claro que Begu no tuvo intenciones de agredir al chico que estaba en la tribuna y que su caso es muy distinto al que se han observado, por ejemplo, en el circuito masculino con el australiano Nick Kyrgios, pero la acción no quita que la jugadora deba medir el riesgo que significaba lanzar la raqueta como lo hizo. Con esas reacciones incorrectas los jugadores terminan protagonizando acciones peligrosas y las consecuencias pueden ser mucho más severas.

Los berrinches al romper la raqueta han sido aceptados durante mucho tiempo como parte del juego. Al igual que las peleas de hockey, son una forma de desahogo para los jugadores. Pero a medida que la cultura general se vuelve menos tolerante con las demostraciones públicas de ira, y con un número cada vez mayor de enfrentamientos en la cancha, los golpes de raqueta ya no parecen una idiosincrasia divertida”, escribió, en marzo pasado, el periodista Matthew Futterman en The New York Times.

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En el artículo marcó las reacciones de Kyrgios pero también, por ejemplo, la del estadounidense Jenson Brooksby, que en el último Miami Open lanzó furiosamente su raqueta, ésta patinó y golpeó en los pies de un alcanzapelotas que estaba detrás de la línea de fondo.

La organizaciones ATP y la WTA se manifestaron preocupadas por la repetición de estos hechos de indisciplina y realizaron sanciones económicas, pero muchos reclaman mayor severidad en los castigos para intentar frenar una costumbre que, no es nueva, pero que no deja de repetirse en el tour.

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