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River: Esequiel Barco, el jugador indescifrable de los 11 millones de dólares, que cambió reproches por gambetas y ahora disfruta jugar en el Millonario

Esequiel Barco, la grata sorpresa del River de Demichelis
Esequiel Barco, la grata sorpresa del River de Demichelis - Créditos: @GUSTAVO GARELLO

El 13 de diciembre de 2017, Independiente se consagró campeón de la Copa Sudamericana, frente a Flamengo, en el Maracaná. El empate 1-1 provocó un júbilo mayúsculo, sostenido por Esequiel Barco, una joya juvenil, típicamente roja. La épica página cubrió de elogios los principales medios del mundo, como Marca, de España. Que rubricaba: “La final se acabará recordando por ser el primer gran concierto continental de Barco. Ante un Maracaná lleno hasta los topes, el joven, de apenas 18 años, se echó el equipo a la espalda y no titubeó a la hora de pedir el penalti que, a la postre, acabó dando el título a los suyos. Su próximo destino es el Atlanta United del Tata Martino. Si sigue con su proyección, la siguiente parada será el Viejo Continente”.

Años después, la vida lo encuentra en el Monumental y en pleno despegue. Pasaron los murmullos, pasaron las miradas desconfiadas, las gambetas por el piso. Barco representa, desde ya, el paladar negro millonario , con la impronta de la sorpresa: puede aparecer por cualquier sector, dispuesto a dar el zarpazo. Una asistencia, un gol, un engaño. De las primeras páginas de 2022 a hoy, un abismo: de los destellos con Marcelo Gallardo a la confirmación con Martín Demichelis, ahora River lo cobija en su zona de confort. De paso, debe desembolsar una cifra millonaria. Al parecer, vale cada billete.

Entre el primer préstamo y los siguientes acuerdos, el club millonario deberá pagar unos 11 millones de dólares para quedarse con el pase del indescifrable jugador, que tiene contrato hasta fines de 2023. El monto que se pagará por el ex valor de Independiente es el segundo más caro en la historia reciente, luego de la inversión de unos 13 millones por Lucas Pratto en 2018. Y es el futbolista por el que más invirtió la entidad de Núñez en los últimos mercados, al superar los 8,6 millones de dólares invertidos en Miguel Borja.

Una bien, una mal. Una muy bien, otra para el olvido. El Muñeco, un año atrás, lo respaldaba, como ocurrió con Pity Martínez largas temporadas antes. “No se esconde nunca, la pide siempre y para eso hay que tener personalidad”, lo contenía. Barco nunca se quebró, pero no dimensionaba su situación. “Es algo que vengo luchando conmigo, no todo el tiempo ir para adelante y hacer una de más. Trato de hacer las cosas lo mejor posible para estar dentro del once y no salir más. Sin dudas que es difícil transformarse en un titular indiscutido, porque hay muy buenos jugadores. El mundo River te obliga a estar físicamente y mentalmente bien. Es una linda exigencia, no podés relajarte, pero es complicado”, decía. Y confesaba: “Me siento en deuda”.

Enganche, extremo, volante suelto, por el sector izquierdo, por el lado derecho. Falso 9. Cerca, lejos del área: tal vez lo mejor de Barco es su clase imprevisible. En el último encuentro, en el eléctrico 4-2 sobre Sporting Cristal, fue determinante, más allá de los dos goles.

Atrevido, pícaro, es un intérprete que siempre va para adelante. No abundan en el fútbol argentino: los que levantan la cabeza y espían inmediatamente la audacia; nada de pases a los costados, de posesión improductiva. Pedir la pelota y encarar es parte de su idiosincrasia, su impronta. Se pierde, desvaría. Se nublan sus buenas intenciones: todo eso, también le sucede. Sin embargo, no pierde la voracidad: casi siempre para adelante. Y dentro de un River menos equilibrado que en los últimos partidos, su gambeta y su desequilibrio fueron una inspiración para destrabar el vertiginoso encuentro frente a Cristal, por la Libertadores. El volante (¿delantero?) se ubicó como volante ofensivo en la misma línea que Nacho Fernández, pero su mejor exposición fue por adentro. Como ante Huracán y Gimnasia. Y como en su ingreso ante Newell’s, lo suyo fue un salto de calidad.

Suma cinco tantos en 16 partidos (jugó todos los encuentros de 2023 , apenas siete de titular), en los que acumula 692 minutos. Se mueve entre líneas, busca siempre el hueco para picar en profundidad, aprovecha su quiebre de cintura y la velocidad para provocar (inventar) infracciones. Al fin, ahora sí, se entiende cada día mejor con sus compañeros. Rompe el molde, transforma el ritmo. Contaba Demichelis, luego del triunfo contra Argentinos: “Barco es el jugador más desequilibrante del plantel en el uno contra uno. Es uno de los jugadores a quienes les pedí disculpas por no ponerlo desde el arranque. Es un jugador que trabaja muy bien desde el primer día. Me gusta verlo por dentro, porque rompe líneas. A veces, apostar por un jugador ofensivo por uno defensivo puede salir mal, pero es parte de nuestra esencia. Jugó un gran segundo tiempo, tuvo la personalidad para pedir el penal. No tengo dudas de que si sigue así va a triunfar en River”, contaba.

No solo es un especialista en el arte de los 12 pasos (en el Maracaná o en el Monumental), sino que cierta dosis de egoísmo, a veces, lo hace quedar en el ojo de la tormenta. Ocurrió en el 3-0 sobre Godoy Cruz, cuando le sacó a Lucas Beltrán de las manos el remate que habría sido el tercero de su unipersonal. “Le pedí la pelota a Barco, pero él la agarró y estaba convencido, así que lo dejé”, contó después el número 9. Al otro día, se sacaron una foto juntos, sonrientes.

Ahora sí, Barco hace sonreír a todo River.