River: al equipo ideal de Marcelo Gallardo le falta un casillero imprescindible: Tomás Pochettino

Tomás Pochettino lo grita al cielo: el primer tanto en River
Juan Jose Garcia

El festival de River frente a Sarmiento, en Junín, fue una muestra del poderío millonario en el fútbol doméstico. Un 7 a 0 inapelable (más allá de los errores defensivos locales), que invita a pensar cuál es la diferencia real de River con el resto del fútbol argentino. Lógicamente, fue un partido. River suele jugar bien, muy bien, pero también cae en la trampa de la inconsistencia, se desprotege excesivamente en la línea de atrás y no siempre tiene puntería.

Es un buen equipo. Engañarse con una etapa superadora (está lejos, por ejemplo, de Palmeiras, el doble campeón de la Copa Libertadores, algo atrás de Flamengo y Atlético Mineiro, por citar a tres gigantes de Brasil), no entra en la cabeza de Marcelo Gallardo, que se corre de la escena, cuando algún intrépido le sugiere por “el equipo de memoria”. No está en su esencia.

“Esa semana teníamos que mostrar credenciales y lo hicimos. Dijimos presente en Chile y también en Junín en dos partidos muy complejos. Son los momentos que a mí me representan. Cuando el equipo tiene que plantar la bandera, la planta”. La bandera del Muñeco, en realidad, es armar un equipo que se mueve, que no es estático. En nombres, en la propuesta. Audaz, eso sí, casi siempre. A veces, con la pierna al límite de lo que establece el reglamento. Intensidad, pressing, poder ofensivo... y ¿11 titulares que son (casi) inamovibles?

Marcelo Gallardo, en su paso triunfal por Junín
Fotobaires


Marcelo Gallardo, en su paso triunfal por Junín (Fotobaires/)

No parece. Aunque la expresión en Junín haya parecido a un ideal. ¿Puesto por puesto, nombre por nombre? Franco Armani es el arquero de siempre. No hay dudas: nunca las hubo, más allá de que en tiempos recientes ofreció algunas dudas inesperadas. Robert Rojas era el moderno número 4, pero su seria lesión le dejó el puesto a Marcelo Herrera, mejor cuando ataca que cuando defiende. Los centrales, posiblemente, son los mejores del mercado: Paulo Díaz (atraviesa su mejor versión) y David Martínez (su personalidad aplaca ciertos deslices) son hombres de selección. Milton Casco, en la otra frontera, volvió a exhibir lo mejor de su repertorio. Es titular, otra vez.

Los Enzo (Fernández y Pérez) son dos imprescindibles. Un pichón de crack y un símbolo, uno más audaz y el otro, más conservador. Una suerte de doble cinco elástico. En condiciones físicas ideales, Nicolás de la Cruz es el mejor intérprete millonario. Corre, juega, mete, es útil en la pelota parada, llega por sorpresa, tiene buena pegada desde lejos. El Muñeco lo tiene como uno de los preferidos de todo su ciclo. Cerca, lejos, gambetea, se cae, se levanta, la rompe y se pierde, Esequiel Barco. El DT le ve cosas de Pity Martínez, que cambió rápidamente los murmullos por una carrera de colección en Núñez.

Julián Álvarez marcó por tres en Junín. Antes y durante la sequía, es un inamovible. De hecho, será un irremplazable, cuando se instale en Manchester City. Falta un casillero. En realidad, hay variantes: no todos los citados tienen el puesto asegurado. Ese pensamiento es una palabra prohibida en River. Sin embargo, hoy, ahora mismo, falta un nombre en el 11 ideal de estos días.

El 10, tan cerca, tan lejos

Jerarquía y variantes, hay de sobra. Un delantero más, Matías Suárez, que volvió de la seria lesión con actitud ganadora. Santiago Simón es el joven que más creció en los últimos meses, Agustín Palavecino solía ser una pieza decisiva. Juan Fernando Quintero mostró pinceladas de crack y se lesionó. Se desgarró hace dos semanas y llegará con poco ritmo a los cruces decisivos. El colombiano sufrió un desgarro en el isquiotibial izquierdo el 20 de abril pasado y aún está con trabajos diferenciados de recuperación con el plan de recibir el alta médica la semana que viene luego de cumplir los 21 días de parate.

También está trabajando de manera diferenciada el zaguero Jonatan Maidana, con una fatiga muscular que le impidió viajar a Junín para ser parte del banco de suplentes en el partido ante Sarmiento. Un alerta que se repite en el tiempo: River juega al límite. Y las lesiones suelen complicarlo en etapas puntuales. Las molestias físicas y las dudas individuales, entonces, le abrieron la puerta a uno de los refuerzos. Tomás Pochettino. Titular en Junín, autor de un golazo. ¿El 11° elemento? Hoy, al menos, está sobre el resto. También, sobre Paradela, Braian Romero y Cristian Ferreira.

El gol ante Sarmiento

El grito, el primero en River, fue desde lejos. Un arma millonaria: la larga distancia. “Me sentí cómodo, el equipo anduvo muy bien y eso hace que todo sea más fácil. Se me dio el gol y eso te da confianza. Hacer mi primer gol en River era mi sueño y el objetivo que tenía. Habíamos visto videos de cómo defendía Sarmiento con dos jugadores en los palos. No le habían hecho goles en los córners y por suerte nos salió bien”, cuenta el volante, nacido en Rafaela, surgido en Boca.

Pasó por Defensa, Talleres y Austin, de los Estados Unidos. Ahora, River deberá pagarle al club norteamericano unos 100 mil dólares por una cláusula que se acordó al momento de la llegada. Debe ejecutarse, ya que el volante disputó más de 45 minutos en cinco partidos. Suma 309 minutos, en 9 partidos. Un gol, una asistencia. Volante claro, con llegada, buen pie, parecido a Palavecino, con menos sacrificio. Más pases que explosión. Sin embargo, algo lo ataba. Hasta hoy.

Tomás Pochettino, hacia adelante, en el choque con Talleres
Hernan Cortez


Tomás Pochettino, hacia adelante, en el choque con Talleres (Hernan Cortez/)

La adaptación lleva tiempo, se juega con mucha intensidad y yo venía de una liga en la que, si bien se corre mucho, se juega a otro ritmo. Estoy disponible para tratar de hacerlo de la mejor manera cuando el técnico me necesite. Estoy disponible para cuando el técnico lo necesite, es un grupo muy lindo y eso te hace crecer día a día”. El tiempo de adaptación con las urgencia de nuestro medio: en el medio, está el Muñeco, que de todos modos, no lo vislumbra como un titular indiscutido. Tiempo al tiempo.

Además, tiene un golpe en el empeine derecho. Y Simón, el que salió, el que volvería, solía recorrer el andarivel derecho con una experiencia mayor de la que muestra su DNI, sus 19 años. El Muñeco toma nota: hay otro jugador que pide pista en un casillero sin dueño exclusivo.