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Ringo Starr y el Submarino Amarillo

Liverpool, 27 abr (EFE).- Paul McCartney siempre ha negado que la idea del Submarino Amarillo emergiese de las drogas. Los Beatles más experimentales, los que oscilaron entre "Revolver" y el "White Album", compusieron en 1966 una canción que parecía beber del LSD y que en realidad nació de un sueño, que se acercó a la música infantil y que nunca hubiera existido sin Ringo Starr. Más de 50 años después, "Yellow Submarine" sirve de apodo al Villarreal.

Fue la versión de 1967 de Los Mustang la que la afición amarilla tomó en 1967 cuando el equipo ascendió a Tercera División, pero es el tema de los Beatles el que encierra la historia más profunda.

En los albores del lanzamiento de "Revolver", McCartney recuerda la creación de "Yellow Submarine" como prácticamente un sueño. En la buhardilla de su entonces novia, Jane Asher, a McCartney, medio dormido, le vino la idea de un submarino infantil. Algo surrealista, pero que pegaría bien con el tipo de canciones que encargaban a Ringo Starr. Porque sí, McCartney y Lennon intentaban encajar en todos los álbumes alguna canción, habitualmente ligera, para que la cantara Ringo y así contentar a la masa cultural que seguía al batería.

Obras recientes como Los Simpson, en la que Marge Simpson relata su amor platónico por Ringo, o "500 Days of Summer", donde Zoey Deschanel afirma que es su 'Beatle' favorito, no muestran excentricidades. Ringo poseía un aroma diferente al resto de los otros tres genios. Era más cercano, menos dios. Incluso más gracioso. No al estilo inglés irónico de Lennon, sino una gracia casual y natural.

El público empatizó con él y por eso, en cada álbum, Ringo tenía que cantar. Por eso y porque Brian Epstein, el cerebro comercial detrás de la banda, aún estaba vivo y tocaba las teclas perfectas para que el grupo siempre fuera hacia arriba.

Aquellos temas nunca fueron los más populares, pero siempre estaban ahí.

Con "Yellow Submarine", McCartney hizo un esqueleto vocal y Lennon le añadió la melodía. La grabación en los estudios de Abbey Road continuó el ambiente festivo de la idea y en ella participaron amigos, novias e incluso Brian Jones, de los Rolling Stones. A Mal Evans, el malogrado 'pipa' de la banda, le dieron para el acompañamiento hasta un bombo, como años más tarde harían en la grabación de 'Maxwell's Silver Hammer', cuando aportó los golpes de martillo.

Una vez terminada, la canción contentó al grupo, hasta el punto de lanzarlo como un sencillo, con "Eleanor Rigby" como caraB. Fue la primera vez y única que un tema cantado por Ringo se convirtió en 'single'. Fue la primera y única vez que un tema suyo llegó al número uno.

Dada la temática alegre, el aspecto infantil de la misma y las continuas risas durante la grabación, se extendió la idea de que las drogas habían influido en la construcción de la obra. "Revolver" sería la obra culmen de la psicodelia, por lo que el tonteo con el LSD y con las drogas experimentales era ya un secreto a voces en la escena musical de la época. Especialmente con el pentobarbital, que se vendía en pequeñas cápsulas amarillas y que actuaba como tranquilizador. Cómo no asociar esa pequeña droga a unos Beatles que soñaban con vivir todos juntos en un submarino amarillo, pensaba la sociedad de la época.

Lennon nunca desechó esa teoría, pero McCartney, autor de la letra, siempre defendió que sus palabras surgieron una ensoñación, no de las drogas.

El éxito de la canción fue tal que sirvió como pretexto para dar una continuación cinematográfica a "Help!". Esta vez sería en forma de película de dibujos animados y los 'Fab Four', apenas se prestaron para un pequeño cameo prácticamente al final de la cinta.

Sin embargo, aquel submarino amarillo que apareció de la imaginación de Paul y que ilustró el checo Heinz Edelmann para el cine sigue paseándose por las calles de Liverpool. No llevado a hombros por los aficionados 'Reds', sino por la multitud de seguidores del Villarreal que lo adoptaron como suyo hace más de 50 años.

Manuel Sánchez Gómez

(c) Agencia EFE