Ricardo 'Finito' López, el boxeador que brilló con luz propia pese a compartir época con JC Chávez

Finito López en una pelea contra Morgan Nduma en noviembre de 1996. (Al Bello/Allsport)
Finito López en una pelea contra Morgan Nduma en noviembre de 1996. (Al Bello/Allsport)

Ricardo Finito López tenía la decisión tomada el 21 de septiembre del 2001 al acabar su pelea contra el sudafricano Zolani Petelo. Se iba a retirar del boxeo profesional. Se fue todavía en su mejor momento: invicto y como campeón del mundo. Pero, por encima de todo, había cumplido la meta que tuvo cuando fue niño: emular las glorias de José Ángel Mantequila Nápoles, el mítico peleador cubano-mexicano que veía en la televisión, en aquellas funciones sabatinas que Finito disfrutaba junto a su padre.

El camino concluyó ese noche, en Las Vegas, con un récord de 52 peleas, de las cuales ganó 51 (38 por nocaut) y empató una. Fue campeón del mundo en dos divisiones y el primero de ellos tuvo un sabor espacial, pues fue el primer monarca mexicano de la división de peso mínimo en toda la historia. Lo consiguió en tierra ajena, cuando viajó a Japón para vencer Hideyuki Ohashi el 25 de octubre de 1991. Le bastaron cinco rounds para noquear el japonés y empezar un reinado de 22 defensas consecutivas. En total, fue campeón del mundo de peso mínimo durante siete años.

La victoria fue aplastante y no dejó lugar a entredichos, como suele pasar cuando un peleador mexicano viaja a Japón para buscar un título mundial: es recurrente que los jueces favorezcan a los locales y que se presenten decisiones controvertidas. El boxeo de López no se prestaba a dudas porque reunía lo mejor de dos mundos. Era técnico, ágil, con una destreza única, pero también contaba con una pegada brutal. Finito, al que le quedaba el apodo a la perfección, supo encontrar un equilibrio entre su capacidad técnica y los golpes fuertes y rápidos.

Sólo dejó vacante los campeonatos mundiales en esa división, peso mínimo, para subir a peso minimosca y ganar otro título mundial más, cuando en 1999 venció al estadounidense Will Grigsby, y ganar su segunda corona mundial. Después de ese combate, realizó dos defensas para, finalmente, cerrar el telón y despedirse del boxeo como campeón invicto.

Sin embargo, Ricardo López Nava contó una la mala suerte, relativamente, de compartir época con Julio César Chávez. Con dos años de diferencia entre ambos (Chávez nació en 1963 y López Nava, en 1965), ambos son contemporáneos de una época gloriosa para el boxeo mexicano. El auge de ambos como campeones del mundo coincidió temporalmente: en la década de los 90. Aunque Finito peleó varias veces en Las Vegas, realizó defensas de alto prestigio en países como Japón, Corea del Sur y Tailandia. Incluso como visitante, López era un peleador dominante como para brillar con luz propia.

Eso sí, la estrella más grande en el firmamento boxístico era Chávez. "Yo siempre lo he dicho: nunca me he creído el mejor peleador mexicano. Te digo por qué: cada peleador en su época ha sido grande. Olivares, Mantequilla, Finito López... bueno, Finito López se la peló porque le tocó en mi época", contó Julio César Chávez en el podcast Un Round Más. Chávez, en tono de broma y, como él mismo lo dijo, sin ánimo de elevarse a sí mismo, dejó claro que López tuvo mala suerte porque, en caso de haber competido en una época diferente, su éxito habría tenido mucha mayor repercusión.

Es verdad que tampoco faltaron algunos puntos polémicos en la carrera de Finito López; por ejemplo, nunca haber peleado con Humberto Chiquita González, el otro gran referente mexicano y mundial de los pesos mínimos en esa etapa; y la disputada pelea que sostuvo con el nicaragüense Rosendo Búfalo Álvarez, en la Plaza México, reyerta que muchos especialistas consideran debió haber sido dirimida con una victoria para Álvarez —terminó en empate, y en la revancha López Nava ganó—.

Ricardo López Nava, que siempre quiso que el apellido de su madre fuera mencionado en sus presentaciones, incursionó en la televisión como comentarista deportivo y también se dedica a dar conferencias sobre las lecciones que aprendió gracias al deporte. Como contó en el mismo podcast en septiembre pasado, es un afortunado, porque se ha realizado estudios en la cabeza y no hay daños por su carrera como peleador. Finito brilló con luz propia en una época que debió compartir con el boxeador mexicano que más luces ha generado y atraído en toda la historia.

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