Tom House, el rey de los lanzamientos que ahora usa inteligencia artificial

Hace tiempo, Tom House identificó que el movimiento para lanzar las pelotas de béisbol y los balones de fútbol americano era el mismo. House y Marques Clark, un entrenador de fortaleza y acondicionamiento, trabajan juntos en un parque en Carlsbad, California. (Ariana Drehsler/The New York Times)
Hace tiempo, Tom House identificó que el movimiento para lanzar las pelotas de béisbol y los balones de fútbol americano era el mismo. House y Marques Clark, un entrenador de fortaleza y acondicionamiento, trabajan juntos en un parque en Carlsbad, California. (Ariana Drehsler/The New York Times)

Corría el año de 1974 cuando la mayoría del mundo conoció por primera vez a Tom House, quien estaba atrapando el cuadrangular número 715 de Hank Aaron, con el cual el toletero imponía un récord. House, en aquel entonces un lanzador relevista de los Bravos de Atlanta, estaba apostado en el bullpen del otro lado de la reja del jardín izquierdo en el Fulton County Stadium, justo donde por casualidad cayó la pelota.

Exactamente como House lo había planeado.

Resulta que House era más que solo un tipo en el lugar y en el momento adecuados. Si ves el video en YouTube, verás una figura inmóvil que no se mueve ni de casualidad para ninguna dirección. House solo tuvo que levantar su guante y atrapar la bola.

El hombre que estaba en el montículo en ese momento, Al Downing, un lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, al igual que House, era un zurdo que lanzaba bolas lentas. Tras haber entrenado en la primavera lanzándole a Aaron para las prácticas de bateo, House tenía una idea de lo que podía pasar.

“Si el lanzamiento iba afuera y elevado, sabía que podía batear la bola entre los jardines central e izquierdo”, comentó House. “Así que, cuando tuve que decidir dónde quería estar, ¿dónde crees que me situé?”.

House ha demostrado este tipo de conocimiento a lo largo de una carrera de décadas en la que atrapar un cuadrangular icónico apenas entra en la lista de cosas interesantes sobre él.

Después de ocho años como lanzador de Grandes Ligas y ocho más como entrenador de lanzadores de Grandes Ligas, House obtuvo un doctorado en Psicología del Deporte para entender mejor cómo piensan los lanzadores. Ha sido el autor o coautor de 22 libros sobre picheo.

Es razonable sugerir que nadie en el planeta sabe más que House sobre lanzar cosas. Y después de décadas de perfeccionar la mecánica de algunos de los mejores atletas que hayan caminado sobre la faz de la Tierra, House ha cambiado su accionar rápidamente con un simple objetivo para su acto final: arreglar la manera en la que los jóvenes beisbolistas lanzan las pelotas… de forma gratuita.

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En la actualidad, House está vertiendo su conocimiento y experiencia en una aplicación llamada Mustard, diseñada para ayudar a los padres y los entrenadores a corregir las fallas mecánicas en los jóvenes lanzadores. La inteligencia artificial de la aplicación, construida con base en decenas de miles de modelos tridimensionales que House ha compilado durante décadas de estudio de captura de movimiento, analiza videos subidos a la red y da recomendaciones para asuntos como el ángulo de la cabeza y la separación de la cadera. Luego, le da al usuario una selección de ejercicios grabados para resolver los problemas que sean identificados.

En una era en la que un entrenamiento exclusivo conlleva más prestigio que nunca, el equipo de Mustard mantiene gratuita la mayor parte del servicio, según House, para democratizar la enseñanza y mantener involucrados a los niños (Mustard también incluye un modelo por suscripción que permite el acceso a seminarios y sesiones con House y una variedad de jugadores de las Grandes Ligas).

“Al darles una enseñanza de élite a chicos de 12 años, no solo juegan mejor, sino que se divierten más”, comentó House. “Los mantiene en el deporte”.

House fue uno de los primeros en adoptar la tecnología de entrenamiento. En la década de 1980, se topó con Gideon Ariel, quien compitió en las Olimpiadas por Israel en lanzamiento de disco y bala y se volvió un pionero en el campo de la captura de movimiento. House quedó tan cautivado con el proceso que vendió su participación en una escuela de béisbol en San Diego, donde enseñaba fuera de temporada, y pidió una segunda hipoteca de su casa para comprar el equipo y así usarlo con los lanzadores.

No pasó mucho tiempo para que los Rangers de Texas, quienes acababan de terminar en último lugar de la temporada en 1984, llamaran a su puerta. El gerente general Tom Grieve, de 37 años en aquel entonces, acababa de contratar como entrenador a Bobby Valentine, quien tenía 35 años.

Tom House, quien obtuvo un doctorado en Psicología del Deporte y ha sido el autor o coautor de 22 libros sobre picheo, con Cole Ballard, de 17 años, durante una rutina de ejercicios y entrenamiento en un parque en Carlsbad, California, el 5 de abril de 2022. (Ariana Drehsler/The New York Times)
Tom House, quien obtuvo un doctorado en Psicología del Deporte y ha sido el autor o coautor de 22 libros sobre picheo, con Cole Ballard, de 17 años, durante una rutina de ejercicios y entrenamiento en un parque en Carlsbad, California, el 5 de abril de 2022. (Ariana Drehsler/The New York Times)

Decidieron que House era la opción perfecta.

House llevó el sistema de Ariel a Arlington y grabó a los lanzadores de los Rangers de maneras desconocidas hasta ese momento. Instaló un salón de pesas (una técnica inusual debido a que durante muchos años se había temido que el uso de peso pusiera en riesgo la flexibilidad) y se concentró en los músculos posteriores rotadores del puño que sirven como frenos de facto del brazo.

En cierto momento, House se percató de que la mecánica para lanzar balones de fútbol americano y pelotas de béisbol era idéntica, así que comenzó a colocar balones en las manos de sus lanzadores. Las espirales ajustadas en un balón de fútbol americano facilitaban la evaluación. Además, el peso del balón creaba una fortaleza funcional y ayudaba a la recuperación de los lanzadores.

En Texas, un estado enloquecido por el fútbol americano, ver a los lanzadores de los Rangers jugando a ser mariscales de campo en el jardín antes de los partidos era casi un sacrilegio. Incluso el lanzador Charlie Hough formó parte de la actividad y alguna vez bromeó en una declaración para The Los Angeles Times: “Lideramos la liga en conversiones de tercera oportunidad”.

Entonces, apareció Nolan Ryan.

Cuando Ryan se sumó a los Rangers como agente libre antes de la temporada de 1989, tenía 42 años de edad y 22 años de una carrera que en esencia lo habían elevado a ser el mejor lanzador de poder en la historia del béisbol. Doscientas setenta y tres victorias se vieron potencializadas con 4775 ponches, la mayor cantidad de la historia por un amplio margen.

Ryan aceptó darles una oportunidad a los balones de fútbol americano y pronto se encontró inmerso en un programa de prevención de lesiones que buscaba prolongar una carrera que ya de por sí era duradera en términos históricos.

Tom House entrenador en Texas Rangers. (Foto: AP)
Tom House entrenador en Texas Rangers. (Foto: AP)

Durante los primeros tres años de Ryan con Texas, en los que tuvo 42, 43 y 44 años, logró una marca de 41-25 con un porcentaje de carreras limpias (ERA, por su sigla en inglés) o efectividad de 3,20 y encabezó dos veces la liga en ponches, con una cantidad tres veces mayor que sus bases por bola, algo que tan solo se había hecho una vez hasta ese momento.

Randy Johnson estaba en dificultades. Corría el año de 1992 y Johnson, un zurdo alto con una bola rápida parecida a la de Ryan, estaba en su cuarta temporada completa en Grandes Ligas. Sin embargo, una profunda falta de control socavaba su talento. Cuando los Rangers llegaron a Seattle ese agosto, Johnson tenía una marca de 2-7 como abridor en los nueve juegos anteriores, en los que dio base por bolas a 52 bateadores durante 56 entradas y registró 5,46 de ERA.

En algún momento, Ryan también había sido un lanzador descontrolado de torpedos, que encabezó la liga en bases por bola ocho veces en un periodo de once años.

Ryan y House querían ayudar a Johnson. Se agendó una reunión temprano por la mañana. Los hombres hablaron sobre los problemas mecánicos de Johnson y House le ofreció una sugerencia primaria: quería que Johnson acabara el movimiento en el tercio anterior del pie en vez de en el talón cuando diera la zancada hacia el plato. Los resultados fueron inmediatos.

“Había perdido ángulo en mi brazo, pues caía hacia la tercera base, y ese consejo me ayudó a permanecer en equilibrio”, comentó Johnson. “No jugué para los Rangers de Texas, pero Tom igual me ayudó. Esa reunión tuvo un enorme impacto”.

Johnson cerró su temporada con 117 bateadores ponchados en sus últimos once juegos como abridor y con tan solo 47 bases por bola y casi dos carreras completas eliminadas de su ERA. Esa racha dominante incluyó un juego de septiembre en el que ponchó a dieciocho Rangers, un resultado que se volvió más notorio cuando Johnson le dio el crédito a House por su mejoría.

Tom House ha hecho una carrera viendo cosas que otras personas no ven. Continúa demostrándolo todos los días, con un enfoque muy adecuado para 2022, al tener una versión de inteligencia artificial de su profundo conocimiento disponible para cualquier jugador que quiera descargarla. Es un método de enseñanza que podría y debería sobrevivirle. Según House, ser una autoridad en el futuro del juego es lo único que necesita para que valga la pena el tiempo y el esfuerzo.

“Tengo 75 años y estamos aquí hablando de Mustard”, comentó. “Me hace pensar que apenas estamos empezando”.

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