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Los demás no tienen la culpa de que Remco Evenepoel corra como un pardillo

Belgian rider Remco Evenepoel reacts after taking the second place of the UEC European men Elite road cycling championships in Trento, on September 12, 2021. (Photo by Alberto PIZZOLI / AFP) (Photo by ALBERTO PIZZOLI/AFP via Getty Images)
Photo by ALBERTO PIZZOLI/AFP via Getty Images

Remco Evenepoel, apodado por muchos "el nuevo Merckx" en un ataque de optimismo, volvió a nacer el 15 de agosto de 2020. No es una manera de hablar: durante la disputa del Giro de Lombardía, Evenepoel perdió el control de su bicicleta en un descenso justo coincidiendo con el paso por un puente. Incapaz de frenar a tiempo, el belga chocó contra el murete de protección y cayó al vacío. Metros y metros de caída que acabaron con el chico de veinte años en el hospital con la pelvis fracturada y una contusión en el pulmón derecho. Vistas las imágenes, aquello pareció un milagro.

Evenepoel, que ya destacaba por ser un corredor ansioso, de largos ataques y demostraciones individuales, volvió a la competición durante el pasado Giro de Italia con ganas de recuperar el tiempo perdido... pero se cayó y vimos una versión algo descafeinada del prodigio del Quickstep. Sin embargo, poco a poco, con el paso de los meses y las carreras, Remco va afinando: tercero en el campeonato nacional belga tras el ubicuo Wout van Aert, Remco, ganó el Tour de Dinamarca, el Tour de Valoise y un par de clásicas menores antes de plantarse en el Campeonato de Europa, su primer gran reto desde los Juegos Olímpicos, donde su actuación solo pudo tildarse de decepcionante.

Que un chico de 21 años y una lesión de nueve meses gane tanto, ya no nos extraña. Es más, le pedimos que siga ganando y cuando no lo hace torcemos el gesto. Evenepoel se plantó en Trento con ese "Dream Team" del ciclismo que es ahora mismo la selección belga, casi corra quien corra -van Aert estaba ganando el Tour de Gran Bretaña, lo que le daba cierto margen de maniobra a sus demás compatriotas-. En la contrarreloj, compitió al más alto nivel, cosechando un muy meritorio tercer puesto detrás de Stefan Küng y Filippo Ganna, dos extraterrestres de la especialidad.

Aquello podía verse como un importante paso adelante cara a su recuperación, pero nada comparado con lo que vimos el domingo en la especialidad en ruta. La carrera fue un espectáculo de inicio a fin, con multitud de ataques desde que quedaban ciento cincuenta kilómetros a meta hasta que se quedaron solos, a unos treinta del final, los dos favoritos: Evenepoel y el italiano Sonny Colbrelli. En un circuito sin rampas muy duras, Evenepoel tiró para intentar descolgar a su rival sin conseguirlo. El sprint final no tuvo demasiada historia: Colbrelli, un todoterreno con una punta de velocidad envidiable, se deshizo del muchacho belga sin apuros.

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Hasta aquí la historia bonita. Vamos con la fea: Evenepoel no solo tiró para intentar descolgar a su rival, que suena muy bonito, sino que tiró todo el rato en todos los terrenos. Como un poseso. No sabemos a quién intentaba distanciar porque sus rivales andaban ya a más de un minuto y medio, pero ahí seguía el belga, apretando y apretando, mientras Colbrelli relajaba las piernas a su rueda, sin dar un solo relevo, dejándose llevar sorprendido de que aquel crío ni siquiera le pidiese turnarse en cabeza y que cuando, tímidamente, asomaba la cabeza, inmediatamente llegaba Evenepoel para volver a ponerse delante y comerse todo el viento.

Como ejercicio de superación, está bien. En directo, dio la sensación de que ese era el objetivo: voy a probarme de cara al campeonato del mundo, de cara a Lombardía o de cara, en general, al año que viene. Voy a hacer un entrenamiento a todo tren porque sé que, en cualquier caso, no voy a ganar el sprint final. Ahora bien, como táctica competitiva, es un desastre. Evenepoel corrió como un pardillo. Corrió para perder. Incluso en un grupo con más corredores y más posibilidad de sorpresa, habría tenido más opciones. Llevó a rueda a un velocista a sabiendas y luego no quedaba nada en el tanque para disputar un sprint por otro lado imposible.

Con todo, lo realmente raro vino después. Sentado en el suelo, completamente molido, las cámaras de Eurosport captaron a Evenepoel dedicándole un corte de mangas a alguien. No sabemos a quién pero lo imaginamos. No fue un gesto bonito. Si corres para los demás, los demás no te van a dar ni las gracias. Esto es deporte profesional, no una marcheta de cicloturistas. Colbrelli vio una oportunidad redonda, vio que no se le exigía nada y acabó ganando. Tampoco es que ser campeón de Europa signifique demasiado, al ser una competición relativamente nueva y con poco prestigio, pero, bueno, ya tiene maillot el italiano para la temporada que viene.

En cuanto a Evenepoel, tiene que decidir si quiere ser toro o torero. Si quiere embestir todo el rato y demostrar sus fuerzas independientemente del resultado o si quiere calcular los tiempos y buscar el mejor resultado posible. Si decide lo primero, enhorabuena, pero no tiene sentido que culpe a los demás de su propia forma de correr. ¿Qué pretendía el belga exactamente? Seguimos sin saberlo. Si decide lo segundo, ya sabe, a regular, a medir esfuerzos, a racanear en la fuga, a jugar al "sí, pero no", a desconcertar al rival... todo lo que, en el fondo, distingue a los ganadores del resto de ciclistas. Tiempo tiene por delante para aburrir y lo acabará consiguiendo. De momento, ni la frustración tiene sentido ni tiene sentido que la demuestre de esta manera. Da mala imagen y no es justo con el adversario.

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