Real Madrid campeón de la Champions League: la noche en la que París no pudo escapar del magnetismo de la gala del fútbol europeo

Un hincha de Real Madrid, frente al emblema de París
Thomas Padilla

PARIS - ¿Un sábado más? No, posiblemente no lo haya sido para esta Ciudad Luz. Y es que la metrópoli francesa no pudo sustraerse al influjo del fútbol, al intenso movimiento que en las últimas horas se vivió con la final de la Champions League entre Real Madrid y Liverpool. Aun cuando la capital gala suele contar con múltiples atracciones, el encuentro decisivo del fútbol europeo se llevó buena parte de la atención en la noche parisina, con celebración para los miles de españoles que llegaron hasta aquí para la conquista de la 14a corona.

Más allá de lo que sucedía en el Stade de France, la jornada tuvo otros epicentros. Uno, muy cerca del estadio, en Saint-Denis, con la presencia de los hinchas de Real Madrid. Otro, bastante más lejos, en Cours de Vincennes, el parque elegido por la organización para albergar en un Fan Fest a decenas de miles de seguidores de Liverpool que no tenían entradas y acudieron a ese espacio para seguir el encuentro. A una hora del comienzo del partido, esa zona, en el sudeste de la ciudad, parecía una sucursal de Anfield. Un mar de camisetas, prendas y banderas teñía todo de rojo. Aún con la prohibición de venta de bebidas alcohólicas, las pintas de cerveza circulaban de un lado al otro. Las mesas del Irish pub, en la esquina de Avenue Bel-Air, no tenían más lugar para botellas y latas vacías.

Dos hinchas de Liverpool, golpeados por la derrota
Petr David Josek


Dos hinchas de Liverpool, golpeados por la derrota (Petr David Josek/)

Cientos, miles de hinchas de Liverpool llegaron allí desde la estación Nation de la línea 1 del Metro. Había de todo: grupos de amigos, familias, parejas, algunos borrachines. Entre la multitud aparecieron algunas bengalas; en algún momento, alguien pateó una pelota a las nubes. En la plaza en la que muchos hicieron “la previa”, quedó un océano verde de botellas rotas –de la marca que auspicia la Champions- y latas vacías. Una decena de basureros trabajó a destajo para tratar de limpiar lo que se podía. Entre los cánticos, uno con melodía argentina, con los acordes de “Dale alegría a mi corazón”, y dedicado a Bobby Firmino. La policía, con bastante demora, filtró lentamente los accesos al parque en el que había algunas bandas musicales y la pantalla gigante. Aunque todo terminaría en noche de lamentos para los Reds, en otra frustración luego de que la Premier League se les escapó hace unos días ante el Manchester City de Guardiola.

Más temprano, la céntrica avenida Champs Elysées fue un buen termómetro de la intensa actividad. Desde las primeras horas del sábado, la amplia arteria parisina que se extiende de la Place de la Concorde al Arco del Triunfo se convirtió en una inmensa peatonal. Con miles de españoles enfundados en las camisetas blancas resplandecientes con el escudo dorado; muchos miles más de ingleses, cientos de ellos desesperados por conseguir una entrada de última hora, apostados en medio de la multitud con carteles alusivos (“Ticket wanted”, “I need tickets”), dispuestos a pagar lo que fuera necesario para conseguir una localidad y salir corriendo hacia Saint-Denis.

Festejos de hinchas de Real Madrid en la capital española
Instagram


Festejos de hinchas de Real Madrid en la capital española (Instagram /)

Y a más de uno le pareció que Liverpool quedó vacía, y que todos estaban aquí, en pleno centro de París, rodeados de autos deportivos de lujo, motos, bicicletas eléctricas y patinetas, y las fastuosas tiendas de las marcas mundiales más prestigiosas. En algunas, como en la casa de ropa deportiva de las tres tiras, había que hacer largas filas para poder ingresar. Durante la recorrida, a los ojos argentinos les dolió comprobar que la legendaria Pizza Pino, sede de varias reuniones entre compatriotas, ya no existe más, víctima de la recesión por la pandemia. El local permanece cerrado desde hace varios meses, y justo es señalarlo, no era el único espacio desocupado en la coqueta avenida.

Durante esas primeras horas, no se registraron peleas ni arrebatos entre los seguidores madrileños y los ingleses. Sólo algún parisino que se paseó con la campera del París Saint-Germain se llevó algunas miradas socarronas. Más claro: eliminado PSG por Real Madrid en los octavos de final, al local le tocó ver la fiesta desde afuera. Y a propósito, algunos seguidores del Merengue no dejaron pasar la oportunidad de acordarse –con fuertes insultos- de Kylian Mbappé, el ídolo francés que los desairó al decidir quedarse en PSG, cuando al parecer tenía todo acordado para sumarse pronto al equipo de Carlo Ancelotti.

Rafael Nadal antes de la final de UEFA Champions League que disputarán Liverpool y Real Madrid.
JAVIER SORIANO


Rafael Nadal antes de la final de UEFA Champions League que disputarán Liverpool y Real Madrid. (JAVIER SORIANO/)

Centenares de guardias de la Policía Nacional patrullaron las calles; en algunas de las diagonales adyacentes, asomaban un par de carros de asalto. Pero la mañana y el mediodía transcurrieron sin problemas, entre el paseo de los miles de turistas a los que poco y nada les interesaba el fútbol y la final y todo eso, y al fin de cuentas, los propios parisinos, entremezclados entre los fanáticos de la pelota.

A pocos minutos de empezar el partido, en París aún era de día. En los alrededores de la Tour Eiffel, a metros del Pont de l’Alma, algunos restaurantes y bistrós estaban semivacíos, con sus mesas a la calle bien dispuestas. Pero casi ninguno ofrecía la transmisión del encuentro ni tampoco se ven televisores para los comensales como es más común en la Argentina cuando hay esta clase de espectáculos deportivos. Apenas alguna brasserie de la Avenue de la Grande-Armée había ubicado su pantalla hacia la calle, y unos pocos paseantes seguían las alternativas. En la noche de Champs Elysées ya había bastante menos gente que en las horas previas, aunque los lugares para comer sí estaban repletos. El fútbol lo acaparó todo; la fiesta, la consagración, la alegría quedó en manos de Real Madrid, y por una noche, los duendes de la Cibeles se mudaron a París.