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El momento en que Rafael Nadal se dio cuenta de que no tenía sentido retirarse

Tennis - Wimbledon - All England Lawn Tennis and Croquet Club, London, Britain - July 6, 2022  Spain's Rafael Nadal reacts during his quarter final match against Taylor Fritz of the U.S. REUTERS/Hannah Mckay
Rafael Nadal, con gesto de dolor, escucha las indicaciones del médico del torneo (REUTERS/Hannah Mckay)

Para perder un partido, es necesario que alguien te gane. Eso, tanto Novak Djokovic como Rafael Nadal lo tienen clarísimo desde hace diecisiete años. El tenis lo entienden como un deporte que va en dos direcciones: tus capacidades y las de tu contrario. Tú puedes estar mal, puedes desquiciarte, puedes sentir dolor en cualquier parte de tu cuerpo... y desde luego puedes perder, pero esa pelota hay que pasarla por encima de la red y dejar que sea el contrario el que intente ganarte. A veces, con éxito... y, la mayoría, sin conseguir su objetivo, muertos de miedo, .

Que un jugador de 36 años, con problemas en un pie y una clara lesión abdominal, le remonte un 2-1 al número catorce del mundo y le gane después de cuatro horas y pico en el super tie break del quinto set dice mucho de su capacidad de resistencia y de concentración en la adversidad. También dice mucho de ese número catorce y del circuito en general: Nadal lo sabe, Djokovic lo sabe. Por eso, en los momentos clave, no se esconden, dan la cara, adaptan su juego, si tienen que rendir al 50%, rinden al 50%. De alguna manera, intuyen que el rival no va a ir a por ellos, que va a pensar demasiado, que va a tener tal ataque de vértigo que cederá su servicio una y otra vez y les dejará mantenerse en el partido.

Sin duda, eso es lo que pensó Nadal cuando su padre le hizo señales ostentosas de que se retirara al inicio del segundo set. Rafa había empezado el partido como un tiro, con un 3-0, y de repente, todo se torció. Insinuar que eso fue una táctica o una exageración es ridículo: el Nadal sano iba para una victoria en tres sets, pensar que "necesitó" perder el primer set y sacar a 150 kph para llevarse el partido es tan ridículo que se comenta por sí mismo.

El caso es que el segundo set había comenzado como el primero (3-0 para Nadal) cuando el dolor aumentó. No tenía sentido continuar. El español apenas podía sacar y Fritz empató a tres. ¿Para qué agravar una lesión que podía dejarle fuera del US Open? Puede que los antiinflamatorios acabaran calmando la molestia, pero ¿cuándo? Para el momento en el que hicieran efecto, el partido ya estaría más que sentenciado, pensaban en el box de Nadal, y algo de razón tenían. Entonces, pasó algo que lo cambió todo.

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No se sabe cómo, Nadal consiguió ganar el séptimo juego con su saque, salvando bola de break, y se fue al vestuario con el doctor a hacer los ejercicios y tomar los antiinflamatorios que correspondieran. Cuando volvió, seguía sintiendo el mismo dolor, era la misma presa fácil para su rival... pero ¿qué hizo Taylor Fritz? Mostrar respeto, mantenerse a la expectativa, confiar en que el peso mismo de los acontecimientos le diera el partido sin ir a buscarlo. Y, de repente, lo que estaba siendo un baño en favor de Fritz se convirtió en otra cosa.

Nadal aguantó hasta el 5-5, sostuvo su saque y rompió el de su rival. Sería la primera de las seis rupturas que lograría a partir de ese momento. En consecuencia, ganó el segundo set y se dio una posibilidad de futuro. Si Fritz hubiera ido a por todas, si hubiera aprovechado ese momento como un animal hambriento, si se hubiera creído que podía de verdad ganarle a Nadal y pasar a semifinales de Wimbledon, habría ganado el set y probablemente el partido. Es más, no resulta disparatado pensar que con dos sets a cero en contra, Nadal ya sí que habría cogido las raquetas y se habría retirado.

Pero no fue así y a partir de ahí ya no hubo marcha atrás. Nadal sabía que, con la medicación, solo podía ir a mejor. Sí, perdió el tercer set, pero el enemigo ya le había enseñado las cartas de su debilidad. No iba a ir a por él, iba a dejar que Nadal se extinguiera por sí mismo. Como si eso fuera posible. En la cuarta manga, Nadal siguió sacando adelante sus servicios aprovechando al máximo los primeros servicios y adaptando el saque a sus posibilidades -menos potencia, más liftado, mayor colocación...- y Fritz perdió el suyo hasta tres veces.

Cuando empezó el quinto set, creo que todos intuíamos cómo iba a acabar aquello. Fritz el primero. Nadal se puso 4-3 y saque a favor, pero el estadounidense igualó de inmediato. Era como si solo pudiera jugar de verdad cuando se veía contra las cuerdas. Tal vez pensó que en el super tie-break, su ventaja física se impondría, pero los tie-breaks no tienen nada que ver con el físico sino con la cabeza. Nadal no había llegado hasta tan lejos para morir en la orilla. Si quieren que pierda, que se preparen para ganarle. Eso lo saben sus iguales (Djokovic y Federer, punto). El resto parece seguir viviendo en los mundos de Yupi.

Vídeo | La enésima heroicidad de Nadal, en números

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