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Rafael Nadal y su experiencia inédita en el caos

TOPSHOT - Spain's Rafael Nadal reacts during his first round-robin match against USA's Taylor Fritz at the ATP Finals tennis tournament on November 13, 2022 in Turin. (Photo by MARCO BERTORELLO / AFP) (Photo by MARCO BERTORELLO/AFP via Getty Images)
Rafael Nadal tuerce el gesto durante su partido de ayer contra Taylor Fritz (Photo by MARCO BERTORELLO/AFP via Getty Images)

Rafael Nadal no gana un partido desde que se impusiera a Richard Gasquet en la tercera ronda del US Open. Hablamos del domingo 4 de septiembre, es decir, hace dos meses y diez días. En cualquier otra circunstancia, hablaríamos de un jugador en decadencia, castigado en exceso por las lesiones y con la cabeza en Manacor y en su hijo recién nacido. Ahora bien, habría que ser muy atrevido para dar por hecho todo eso: a la temporada de Nadal le quedan cuatro partidos. Si gana los cuatro, acabará como número uno del mundo esta temporada.

Es difícil resumir el arriba y abajo que ha supuesto el año de Nadal en pocas líneas, así que quizá el mejor resumen sea precisamente dejar constancia del caos y la sorpresa constante. Rafa acabó 2021, para variar, lesionado. Se perdió toda la temporada desde antes incluso del US Open y dedicó el otoño a entrenar y recuperarse. Cuando volvió al circuito, en enero, a los 35 años y medio, pocos confiaban en sus posibilidades. Ni siquiera él se daba como favorito para nada... pero ganó el torneo de Melbourne y luego remontó dos sets a Medvedev para conseguir su vigésimo primer grand slam en Australia. Una sorpresa morrocotuda.

No acabó ahí la racha de Nadal: descansó un mes y ganó el Torneo de Acapulco, también sobre pista dura, sin ceder un set y ante rivales como el propio Medvedev y Cameron Norrie. Todo esto antes de plantarse en Indian Wells y meterse en semifinales, donde, de repente, cambió todo. Aquel partido contra Carlos Alcaraz supuso la vigésima victoria consecutiva de Rafa para empezar el año, el mejor registro de toda su carrera... pero al de Manacor no se le veía cómodo en el saque y a punto estuvo de llevarse un susto contra el adolescente.

Con todo, al día siguiente, se plantó en la pista para jugar contra Taylor Fritz la final. En principio, el partido debía de ser un trámite para un jugador en tal racha de aciertos. Sin embargo, algo fallaba. Nadal seguía sin sacar bien y mostraba gestos de dolor poco habituales. Perdió el partido y las pruebas posteriores revelaron que tenía rota una castilla. Tenía que parar. La cosa iba para poco más de un mes, justo a tiempo para volver en la gira de tierra batida, pero en realidad ese fue el principio del fin de la temporada.

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Y es que, desde esa final de Indian Wells (hace casi ocho meses), Nadal ha jugado solo veinticuatro partidos. A tres por mes, vaya. La gira de tierra fue un desastre: no pudo jugar Montecarlo, no llegó al Godó, perdió en cuartos de Madrid y en segunda ronda de Roma. Nadie sabe cómo demonios hizo para, pese a todo, consumido por los dolores -esta vez en el pie- y, según propio testimonio, infiltrado hasta el punto de no sentir el pie, si eso fuera posible y no una exageración, ganar su decimotercer Roland Garros en junio.

La carrera de Nadal parecía por entonces acabada justo dos meses después de resultar imbatible torneo tras torneo... pero Rafa es Rafa. A las pocas semanas, estaba en Wimbledon dando guerra. No solo eso, sino plantándose en semifinales con una rotura muscular en el abdomen que a cualquiera de nosotros nos dejaría tumbados en la cama y no sacando a ciento cincuenta kilómetros por hora y ganando partidos a cinco sets. Desde entonces, ya digo, poca cosa. Perdió en primera ronda de Montreal, llegó a octavos del US Open y no ha vuelto a ganar un partido.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que sería muy fácil decir ahora: "Rafa está acabado, ha llegado su momento, no volverá a ganar un grande, nunca será el que fue" y todo ese largo etcétera. Pero ¿cómo decir eso, en noviembre, de un tipo que en marzo llevaba veinte victorias seguidas y que ha ganado cuatro torneos a lo largo del año, incluyendo dos grandes? Es obvio que Nadal tiene un problema, pero no estoy seguro de si es tenístico. De repente, uno se desintoniza de su entorno y todo va tres centímetros en la dirección equivocada. Lo que separa la iniciativa de la defensa, la victoria de la derrota.

Nadal ha pasado por tres lesiones graves este año y ha sido padre después de un embarazo complicado de su esposa. Ha cumplido todos los objetivos de la temporada con creces e incluso ha visto como la atención mediática se alejaba de él después de casi veinte años y se centraba en un chiquito murciano de diecinueve años. Si uno lo piensa, es lógico que pierda ante los mejores. Y lo normal, no nos engañemos, es que caiga ante Auger Aliassime el martes y ante Casper Ruud el jueves.

Pero, lo que quiero decir es que no ha habido nada normal en la temporada de Rafa y que, en consecuencia, lo mismo pasa del todo de junio a la nada de noviembre como completa el círculo y en seis días tenemos que estar hablando del nuevo número uno y de la consecución de sus primeras Finals tras dieciocho años clasificándose. Yo no me la juego, solo faltaría. Vamos a esperar un poco y luego sacamos conclusiones. Si algo pide un año así, es prudencia.

Vídeo | Nadal cae ante Fritz en Turín

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