Récord de paracaidismo se suma a la leyenda de sobreviviente de accidente aéreo de 1992

El 23 de abril de 1992 fue una fecha oscura tanto para el mundo del paracaidismo como para los que no hacen parte de este. Un fatal accidente vio a 16 personas perder su vida y otras siete que vivieron para contarlo, no sin antes tener que sobreponerse de sus propias lesiones y pesadillas.

En lo que era un entrenamiento, para participar en un campeonato mundial que eventualmente ganaron dos años después, Dan Brodsky-Chenfeld, el instructor que abordaba esa avioneta, estuvo seis semanas en coma en un hospital recuperándose de un pulmón colapsado, la nuca rota, el cráneo fracturado, con una contusión severa y diversas lesiones internas en su cuerpo.

Un informe del Times de lo ocurrido, reveló que el impacto del accidente en el aeropuerto de Perris Valley, arrojó a muchos pasajeros al frente del avión y le partió las alas. La mayoría de los sobrevivientes ocupaban la parte trasera del avión y se vieron protegidos por los cuerpos de sus compañeros. Brodsky-Chenfeld entrenaba a paracaidistas estadounidenses y holandeses que ocupaban esa avioneta. Según resultados de investigaciones de funcionarios federales, se reportó que el combustible de la avioneta estaba contaminado y afectó el despegue del mismo causando su caída prematura.

Hoy, 31 años después y con más de 30.000 saltos a miles de pies de altura, Brodsky-Chenfeld ha engrandecido su hoja de vida como instructor de salto en Skydive Perris, escritor, panelista, campeón del mundo y más, viviendo al máximo y haciendo historia. El fin de semana del 16 de abril, Brodsky-Chenfeld lideró un grupo de 101 personas de 60 años o más cada uno, para romper un récord mundial en Perris, California, el mismo lugar donde ocurrió el siniestro y que está a unas 70 millas de Los Ángeles más allá de Riverside.

“Estar involucrado en eso en cualquier momento que esté en cualquier tipo de vehículo, un automóvil, un avión, algo como esto siempre es posible”, dijo Brodsky-Chenfeld. “No era algo de lo que pudiera haber hecho en ese momento, pero cuando te subes a un avión, te subes a un automóvil que conduce otra persona, de alguna manera renuncias a la responsabilidad”.

Según Fess Edwards, uno de los participantes en el récord y también instructor en la escuela de paracaidismo de Perris, el accidente se produjo en un Twin Otter, que es uno de los aeroplanos favoritos por esa comunidad para sus vuelos.

“Yo no estaba allí ese día, así que no estaba involucrado, pero lo que sucedió es que, mientras despegaban tuvieron una falla en el motor a 50 pies, lo cual es malo que suceda justo cuando tienes justo cuando estás despegando porque no tienes la velocidad suficiente para elevarte y falla el motor”, dijo Edwards. “Se viró a la derecha, estrellándose contra el suelo”.

Este nuevo récord, es un logro de Brodsky-Chenfeld se une a la gran cantidad de metas que cumple en memoria a todos sus amigos que perecieron ese trágico día de 1992, en particular a su amigo James Layne, quien falleció en ese accidente y consideraba su pequeño hermano. Como orador motivacional, Brodsky-Chenfeld trata de concentrar sus relatos en lo positivo del paracaidismo y no tanto en el trágico accidente, aunque está dispuesto a compartir esa experiencia cuando se le solicita.

“Una vez que salgo del avión, depende de mí llegar al suelo”, dijo Brodsky-Chenfeld. “Pero hay otras veces que dependemos de nuestro equipo y otro personal. Y fue uno de esos momentos trágicos en los que todo lo que podía salir mal salió mal en el peor momento posible. Y fue un terrible accidente".

Organizado por la compañía Skydive Perris, los participantes volaron a 18,000 pies repartidos en cinco avionetas a 120 mph. La altura les dio más tiempo para preparar su formación en la que tenían que atrapar los pies de otros participantes al mismo tiempo hasta que los 101 estuvieran conectados de manera sincronizada por menos de 60 segundos.

El grupo fue capaz de completar su meta al formar un tipo de maya tridimensional, muy similar a un copo de nieve.

“No es solo que todos saltemos de los aviones y nos toquemos”, explicó Brodsky-Chenfeld, de 61 años de edad y que fue parte de los 101 que cumplieron la hazaña. “Hay un lugar muy específico en el que debes estar, entonces, si se supone que debo tener tu muñeca derecha, no puedo tener tu pierna derecha. Tengo que estar en el agarre correcto, en el lugar correcto. Para tener la habilidad de poder saltar de cinco aviones diferentes, 101 personas a la vez, que es el récord esta vez, volar juntos en una formación muy específica y luego volar lejos el uno del otro para que pueda desplegar tus paracaídas y aterriza con seguridad”.

En su larga carrera de más de 30 años como paracaidista, Edwards vivió un par de sustos, pero nada comparado al de su colega.

“Tal vez hace 10 o 15 años, cuando estábamos tratando con 50 o 60 personas en ese día, ocurrió uno de esos fallos de funcionamiento”, recordó Edwards. “Tuve una lesión en un hombro por un mal aterrizaje, pero eso no fue nada terrible”.

Fue una situación en la que el paracaídas principal no se abrió de manera correcta y al tratar de cortarlo para que se suelte, no sucedió. Por lo que, al momento de desplegar el segundo paracaídas de emergencia, su preocupación inmediata fue que este se enredara con las líneas o la celda del primero.

“Me pasó eso dos veces”, dijo Edwards. “Llamé a mi esposa, que es palestina, cuando llegué al suelo y le conté sobre esto. Le dije ‘casi muero haciendo paracaidismo aquí hoy’. ¿Y sabes lo que dijo? ‘Vuelve a subir allí. Sé que lo amas’. Y así lo hice, tomé un segundo paracaídas y una hora más tarde, estaba de vuelta en el cielo”.

Tras su recuperación, Brodsky-Chenfeld tuvo en claro que, a pesar de las recomendaciones de su doctor, no dejaría de saltar y fue en busca de dejar marcado su nombre en la historia del paracaidismo, que incluyó ganar ocho medallas de oro en los siguientes cinco años con su equipo.

En 2022, Brodsky-Chenfeld había hecho el intento con un grupo de 100 personas de 60 años o mayores para romper el récord de 75 saltadores que se obtuvo en 1992, pero el objetivo falló por solo segundos al no lograr la formación predispuesta en el tiempo requerido.

Brodsky-Chenfeld dijo que el año pasado, el grupo iba desarrollando el plan de manera acorde a lo que ellos estipulan previo al salto. Una persona tuvo un mal salto y no llegó a la formación de 100. En otros intentos, trataron de hacerlo con 112, pero solo 111 lograron unirse de manera correcta, lo mismo ocurrió al intentar con 110 y solo 109 se conformaron.

Hace unas semanas, en abril, la gran mayoría de los que intentaron el año pasado volvieron para cumplir con el objetivo y finalmente se logró con 101 participantes de distintas partes del país a 18.000 pies de altura.

“Esperaban que fuera un récord Guinness, pero no lo va a ser”, explicó James ‘Guido’ David, el encargado de registrar el récord con Parachutists Over Phorty Society. “De hecho, pasé por esto con nuestro grupo de saltadores de más de 70 que estaban tratando de archivar su récord con Guinness. El problema es que Guinness solo quiere el más grande, el más antiguo, no quieren categorías específicas por edad, mientras que ahí es donde nuestra organización realmente lo divide, los 40, esto sería lo que tenemos 70, 80 e incluso 90 grupos”.

Lo vivido en 1992 no solo no detuvo a Brodsky-Chenfeld, sino que lo impulsó a convertirse en toda una leyenda de los cielos, pero a hacer realidad su sueño de chico de ser como “Superman”.

“Se recuperó de un devastador accidente aéreo que destruyó a su equipo y mató a su mejor amigo en 1992 y un año después del accidente, se convirtió en un paracaidista de cuatro vías de clase mundial en la década de 1990 con múltiples récords mundiales en su haber”, señaló Edwards, quien además señaló la percepción positiva que tiene Brodsky-Chenfeld entre la comunidad del paracaidismo. “La gente viene de todo el mundo para saltar eventos P3 en Perris debido a su reputación de atraer a participantes altamente calificados y una tasa de éxito sin igual en sus intentos de récord de paracaidismo. Además de eso, es un gran tipo, honesto, accesible y dedicado a nuestro deporte como ningún otro. Estoy orgulloso de llamarlo amigo durante los últimos 30 años”.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.