Siempre nos quedará Buenos Aires

Buenos Aires, 23 mar (EFE).- Luego de tres meses de ser arropados en la gloria máxima del fútbol, los argentinos vuelven a las calles este jueves para saborear las reminiscencias que dejó el Mundial de Qatar 2022 en el encuentro amistoso entre la Albiceleste y Panamá.

Las calles de Buenos Aires se inundaron de alegría, otra vez; la ciudad se tiñó de celeste y blanco acompañado por bocinazos y gritos de aliento, otra vez; juegan ellos. Hoy la sociedad vuelve a aquel 18 de diciembre de 2022, fecha patria para el gran pueblo argentino.

Un ejemplo de esta sensación lo intenta explicar Matías, que viajó junto a toda su familia desde la patagónica provincia de Neuquén.

"Hicimos 1.200 kilómetros, somos uno de los pocos privilegiados y para nosotros es algo que no podemos explicar, porque es hablar de 'ellos' y que se te ponga la piel de gallina”, cuenta a EFE, con pequeños quiebres de emoción en su voz.

La "razón de mi vida", gritarán por detrás, y al unísono, un grupo de amigos, imposibilitados de borrarse la sonrisa por pertenecer a los 83.000 afortunados, entre 1,6 millones que se inscribieron a la espera de una entrada para completar el aforo del Estadio Monumental.

"La sensación de estas tres estrellas las soñé junto a mi abuelo y mi padrastro, que ya no están, es imborrable. Hoy lo puedo vivir. Esto es más que una copa o un simple partido es parte de la vida", agrega Matías.

Para buena parte de la afición, ver a los campeones en "casa" fue comparable al alivio que dio hace un par de días una lluvia torrencial junto a la llegada del otoño, tras dos semanas de intensas olas de calor, producto del cambio climático.

A otros, les hará olvidar la preocupación de qué comida diaria saltarse para llegar a fin de mes, en un país con una tasa inflacionaria interanual del 102,5 % en febrero pasado. Tampoco importarán las polémicas declaraciones que algún funcionario escupa sobre el Gobierno, del que es parte, en clara muestra de crisis institucional.

"Hoy no importa nada, solamente Leo y la Selección", deja en claro a EFE Daiana, que viajó desde la ciudad de Rosario, para presenciar a sus ídolos.

"Es un sueño a punto de cumplirse. Fue enorme la felicidad que nos dieron en diciembre y no hay palabras para definir lo que es estar todos juntos para este momento", manifiesta impaciente por experimentar 90 minutos de bienestar, que durarán para siempre.

Los malestares políticos, económicos y sociales se disuelven en la marea de gente que atraviesa la avenida Guillermo Udaondo del barrio porteño de Núñez, para desembocar a las puertas del cielo, donde se podrá vislumbrar a los bendecidos por la mano de 'D10S'.

"Esto es una fiesta bien argentina. Todos nos quedamos con ganas de algo más después de Catar y es este momento. Esto es lo único importante en el país", suma Evelyn, acompañada de su hijo pequeño y su mejor amiga.

Los estrictos controles policiales se vuelven una molestia necesaria, pero, a lo lejos, ver el estadio rojo y blanco tan cerca anima a la hinchada a entonar una conocida canción que logra calmar la ansiedad generalizada.

Tras una larga espera, por fin se vislumbra la imagen más anhelada por cualquier argentino: el capitán Lionel Messi, bajo tres estrellas marcadas a fuego en su camiseta. El pitido del colegiado le da permiso para volver a repartir felicidad tres meses después.

No importa que en París lo abucheen o le piten los seguidores de su equipo, porque podría parafrasear a Rick Blaine en 'Casablanca' y decir tranquilamente: "Siempre nos quedará Buenos Aires".

Augusto Morel

(c) Agencia EFE