Qatar 2022: México y su exagerada afición que lloriquea por la lista del Tata Martino

Qatar 2022 será la prueba de fuego para Tata Martino y sus jugadores. (Manuel Velasquez/Getty Images)
Qatar 2022 será la prueba de fuego para Tata Martino y sus jugadores. (Manuel Velasquez/Getty Images)

Qatar 2022 ha presentado una nueva edición de la historia de toda la vida. Jamás una lista de convocados ha dejado satisfecho a todo el país. Siempre hay un pero, algo que objetar a la mínima provocación. Y Gerardo Martino ha jugado hasta el último momento con esa vocación irascible de la afición mexicana. Todavía en la mañana llegó desde España la noticia de que Diego Lainez y Santiago Giménez habían entrenado con el equipo.

Las esperanzas triunfalistas arribaron por doquier: todavía los puede llamar, nos está confundiendo, por algo están ahí. Pues nada. Los dos han quedado fuera y el abandono ha llamado a la puerta de los fans mexicanos, que ya se ven fuera del mundial en primera ronda y, mejor, se han puesto a hacer alegres cuentas para el próximo, en casa, ese donde todo deseo se nos hará realidad. Si en los programas deportivos ya se debate quién debe ser el próximo director técnico —aunque haya uno en funciones—, queda claro que la toalla está en el piso y todos la pisotean.

Habría que ir acordando algunas cosas para evitar disgustos gratuitos. Con cualquier entrenador del mundo (Guardiola, Bielsa, Osorio, La Volpe, Almada, Zidane), Héctor Herrera y Andrés Guardado hubieran sido convocados. Y seguramente también habrían sido llamados jugadores como Jesús Gallardo, Ochoa, Uriel Antuna, Henry Martín, Luis Romo (!) y todos los demás malqueridos. Quienes patalean por esos nombres parecen novatos del futbol y de los mundiales: reniegan por cosas que pasan en todas las selecciones del mundo, incluidas aquellas de primer nivel, y que han sucedido desde tiempo inmemorables.

Si México se va a quedar fuera en fase de grupos, como dicen los agoreros del desastre por todos lados, eso no iba a cambiar con las presencias de Lainez y Giménez, dos jugadores tan 'prometedores' como indeterminantes. Si Carlos Vela, el jugador con más talento natural en los últimos veinte años, fue incapaz de marcar diferencias sustanciales en los mundiales que sí jugó, ¿qué hace pensar que ellos eran el factor que a México le hacía falta para dar el paso esperado? Que sean jugadores con proyección, y que deberían haber adquirido experiencia en Qatar, es otra cosa. Pero están a años luz de resguardar las llaves del triunfo en una Copa del Mundo.

Menos estridencia ha causado el corte final de Erick Sánchez, centrocampista clave del Pachuca campeón. Hay quien lo pedía no solo en la lista final, sino hasta de titular, lo cual sería una utopía apenas apta para ingenuos que recién se empapan de los días mundialistas. En el colmo de la irrealidad, han abundado las alineaciones 'alternativas': todos aquellos jugadores que fueron ignorados por Martino. Por lo que se lee en redes sociales, se valora que un once de "no convocados" habría hecho mejor papel que el plantel actual. La verdad es que una selección de ese tipo no podría ni ganar la Copa Oro, pero es reparador vivir de fantasías.

Ya hay quien clasifica a Gerardo Martino como el peor entrenador que ha tenido México en toda la historia. Osorio también lo era. Y Herrera. Y casi todos los demás que estuvieron antes. En el afán de jugar a ser Nostradamus, la prensa tira la piedra esperando que sus pronósticos se cumplan. Y si fracasan en la misión, qué importa, tienen la carta infalible: no fue gracias al entrenador, fue a pesar de él.

Efectivamente, la selección no despierta ilusión y ya sobra decir que lo que parecía un proyecto ilusionante al principio del ciclo (ah, qué lejos parece el 2019) ha mutado en un equipo repleto de carencias, insuficiencias y dudas. En teoría, los proyectos deben madurar con el tiempo; entre más trabajo, más mejoría. Pero lo de Martino en México ha sido una involución dramática que, digámoslo de nuevo, no se iba a arreglar con la inclusión de los jugadores que la gente aclama.

Si se encuentra un punto intermedio entre tanto fatalismo, México hará lo mismo de siempre, lo que se viene anticipando hace mucho: pasar a Octavos, como sea, y caer ahí a los pies de Francia o Dinamarca. Una obra de casualidad haría que México se califique al quinto partido. Y, contra el pesimismo reinante, la realidad es que sería raro, muy raro, quedarse en grupos. La tendencia de los últimos siete mundiales resulta clarificadora: la selección es tan mediocre como para entrar entre los ochos mejores del mundo, pero no es tan mala como para estar fuera de los 16 mejores. Cualquier cosa diferente sería una anomalía, casi una casualidad. Eso somos, un animador en el torneo de los grandes. Y no importa quiénes sean nuestros 26 elegidos.

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