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El vergonzoso lavado de cara de Qatar 2022 que choca con los héroes del torneo

DOHA, QATAR - NOVEMBER 25: IR Iran players pose for a team photograph prior to the FIFA World Cup Qatar 2022 Group B match between Wales and IR Iran at Ahmad Bin Ali Stadium on November 25, 2022 in Doha, Qatar. (Photo by Visionhaus/Getty Images)
La selección de Irán posa antes de su partido ante Gales en el Mundial de Qatar 2022 (Photo by Visionhaus/Getty Images)

Entre todas las historias de horror que rodean a este Mundial de Qatar 2022, ha habido una de esperanza que nos ha emocionado a todos: la de los jugadores de Irán que se negaron a cantar el himno el primer día en homenaje a las mujeres perseguidas y asesinadas en su país. Mientras el resto de equipos, incluso la poderosa Alemania, tenían que ceder a las exigencias de la FIFA y del país organizador, mitigando sus críticas o directamente eliminándolas, los jugadores de Irán, una autocracia religiosa que se anda con pocos miramientos en sus represalias se la jugaron ante el mundo entero.

Aquello fue aplaudido por todos. Los medios se llenaron de mensajes de apoyo y solidaridad y un largo etcétera. Ignoraban, tal vez, que una de las ironías detrás de esta protesta era precisamente que se celebrara en Qatar, uno de los pocos aliados del régimen dictatorial de Irán en la comunidad internacional. Irán, volcado estos días en el apoyo militar a Rusia en su invasión a Ucrania, y centrado también en el desarrollo de su programa nuclear, es visto como una enorme amenaza por los países de la zona: Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto...

Sin embargo, no por Qatar. Eso ha provocado que durante varios años (hasta el reciente 2021), las relaciones diplomáticas entre el emirato y los citados países se congelaran. El apoyo de Qatar a Irán no es equívoco: medios estadounidenses publicaron el fin de semana que el régimen de Teherán había pedido al emir en primera persona que sus servicios secretos se encargaran de vigilar a los insumisos y mitigaran el ruido que pudieran hacer en las gradas. Poco después, la agencia Associated Press informaba de amenazas y agresiones de supuestos aficionados de Irán a los que pretendían volver a abuchear el himno del país durante el partido que su selección le ganó a Gales.

Hoy martes, el diario Marca publica en su portada digital que el régimen de los ayatolas está amenazando directamente a familiares de los jugadores para hacerles desistir de su actuación beligerante. Aquí no estamos hablando de tarjetas amarillas, obviamente, sino de otra cosa. No deja de ser curioso que la noticia ocupe un lugar importante en la web... justo debajo del publirreportaje que el periódico ha decidido dedicarle a Nasser Al-Khelaifi, presidente qatarí del PSG, ministro sin cartera del gobierno de Qatar, mano derecha del emir en asuntos de propaganda deportiva y nombrado "árabe más querido de Francia" en 2014 por el presidente socialista François Hollande.

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Y es que, después de varios meses de críticas a Qatar 2022 por la vulneración sistemática de los derechos humanos tanto en temas de libertad sexual como en el respeto a la dignidad de los trabajadores inmigrantes, parece que ha llegado el momento de que el imperio contraataque. Los mismos medios que hablaban del "Mundial de la vergüenza" o que loaban a los jugadores de Irán por su valentía, ahora dan pie al blanqueo del emirato sin pudor alguno.

No solo es la entrevista a Al-Khelaifi y su discurso lastimero, sino las palabras de Xavi Hernández, nombrado en 2018 el primer "embajador global" de Qatar 2022, en las que calificaba de "injustas" las críticas al país y al torneo, además de afirmar que "el mundo estaba pudiendo ver a Qatar tal y como es", ignorando que imágenes de Qatar llegan a cuentagotas, y de sus ciudadanos, aún menos. Si Xavi ha estado en ese país cinco años jugando y entrenando y no se ha enterado de que morían cientos de trabajadores en condiciones infrahumanas, no vamos a pedirle ahora que atienda a razones geopolíticas. Eso es algo que deberíamos pedir a los medios.

Y es que somos los medios los que tenemos que poner de nuevo, y no solo cuando está de moda, el énfasis en la hipocresía que rodea a este Mundial y a su país organizador. Dejar claro que, si algo les pasa a los familiares, a los amigos o a los aficionados de ese grupo de héroes que ha decidido defender los derechos de sus compatriotas en Irán, será con el apoyo explícito del emir que organiza el campeonato. Que la lucha de los chicos de Queiroz no es solo contra el régimen perverso de los ayatolas, sino contra aquellos que le sostienen con dinero, es decir, la oligarquía catarí. Decirlo bien alto y no caer en relativismos de entrecomillados, como si todas las afirmaciones valieran lo mismo. Así no se defiende la dignidad ni mucho menos la democracia.

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