A los Pumas les urge romper una lógica que a esta altura es peligrosa

Los Pumas afrontan la última recta rumbo al Mundial envueltos en interrogantes
Los Pumas afrontan la última recta rumbo al Mundial envueltos en interrogantes

El silencio y el desconcierto con los que se retiró el público del estadio de Vélez –idénticos a los de semanas atrás en Mendoza, cuando la caída fue ante los All Blacks- dan una pauta de lo que significó la actuación de los Pumas ante los Springboks suplentes. Y caminan por la mano contraria de las expectativas y entusiasmos que había generado el equipo en las excursiones por Australia y Sudáfrica. Los Pumas no pueden salir del una y una; una buena y una mala. Casi nunca dos buenas seguidas. Si bien a los partidos tan encima de una Copa del Mundo hay que analizarlos con ciertos recaudos, la actuación del seleccionado argentino en Liniers no deja de abrir signos de preocupación a poco de un debut nada menos que con Inglaterra –por más golpeada que venga- cuyo resultado marcará a fuego al resto de la primera ronda.

Los Pumas lucieron atrapados por la situación. Por largos momentos estuvieron gobernados por el desconcierto. Volvieron los problemas en el scrum, en la toma de decisiones y, ya con el resultado y las sensaciones en picada, la inconducta traducida en un penal tras otro. Los sudafricanos, con mayoría de suplentes, aunque todos ellos con nivel internacional, fueron ampliamente superiores y la diferencia debió ser mayor a la que reflejó el score. Si la última actuación en Johannesburgo, que venía de la mano del triunfo en Australia, había brindado muy buenas señales con vistas al Mundial, ayer, en un sábado destemplado en el clima y en las tribunas, esas señales entraron en cortocircuito.

Cheika camina por la cancha, luego de la derrota
Cheika camina por la cancha, luego de la derrota - Créditos: @Santiago Filipuzzi

No estamos marcando algo novedoso. En julio del año pasado, los Pumas le ganaron su primer partido a Escocia, luego cayeron rotundamente, y en el tercero volvieron a relucir. El zigzag se repitió en noviembre. La apertura de la gira por el Reino Unido trajo un resonante triunfo ante Inglaterra en Twickenham y al sábado siguiente, cuando era el momento de pisar fuerte, el equipo se desmoronó frente a un Gales que tuvo uno de sus peores años. Siete días más tarde, Escocia los goleó.

Esas idas y vueltas en una Copa del Mundo pueden ser determinantes. Lo mismo con producciones como la del segundo tiempo de ayer. Los Pumas volvieron del vestuario con el resultado a favor (10-3) y con un hombre más. En 5 minutos recibieron dos tries. En ambos se observaron fallas grupales e individuales. Nunca más se recuperaron. Nunca levantaron a la gente, que, vale remarcarlo, no llenó el estadio. No se contagiaron entre ellos. Acumularon un error tras otro, un penal tras otro. Fue una película con el sello del desconcierto. Adentro y afuera.

El público no llenó el estadio de Vélez, algo que llamó la atención: era la despedida de los Pumas rumbo al Mundial
El público no llenó el estadio de Vélez, algo que llamó la atención: era la despedida de los Pumas rumbo al Mundial - Créditos: @Santiago Filipuzzi

Hay cuestiones que a poco del Mundial se pueden corregir y trabajar en estos días que el plantel –en horas se sabrá los 33 que irán a Francia- estará junto, pero los Pumas tienen un problema estructural al que habrá que prenderle velas cuando empiece el recorrido en Marsella: la pareja de medios no termina de aceitarse. Y es ahí, en la central de inteligencia, como la llamaba Lucho Gradín, donde el equipo muchas veces se parte, no despega.

El contexto de los Pumas lo definió certeramente Emiliano Boffelli: “Hablamos de ser consistentes dos partidos seguidos. Tenemos que mejorar en ese sentido porque en un Mundial no hay tiempo y si querés salir campeón tenés que ganar los 7 partidos”. La mayoría de este plantel ya sufrió esta situación en el último Mundial, en Japón. Un primer tiempo ante Francia tan desconcertante como el segundo de ayer con Sudáfrica prácticamente liquidó las esperanzas de atravesar la primera ronda, ya que ese era el partido clave. Aquella vez se sabía que Inglaterra era casi invencible (de hecho llegó hasta la final).

Ahora el rival vuelve a ser los inventores del rugby, pero en el primer partido. Y si bien el resultado puede no ser determinante, sí lo será el cómo se dé ese resultado. Con todos los matices que se quieran esgrimir, la actuación de los Pumas en Vélez dejó espacios para la preocupación, cuando antes los había para la esperanza. Ahora ya no queda tiempo: en el Mundial habrá que romper con la lógica de una y una.

Una escena de la derrota ante Sudáfrica: los Pumas necesitan salir del subibaja
Una escena de la derrota ante Sudáfrica: los Pumas necesitan salir del subibaja - Créditos: @Santiago Filipuzzi