Lo que sufrió Carlos Alcaraz en París ya lo hemos visto en la Caja Mágica antes

PARIS, FRANCE - NOVEMBER 02: Carlos Alcaraz of Spain looks on during his singles match against Pierre-Hughes Herbert of France on Day Two of the Rolex Paris Masters at AccorHotels Arena on November 01, 2021 in Paris, France. (Photo by Tnani Badreddine/Quality Sport Images/Getty Images)
Carlos Alcaraz en París-Bercy. Foto: Tnani Badreddine/Quality Sport Images/Getty Images.

Carlos Alcaraz está siendo uno de los grandes nombres propios del tenis mundial en este final de temporada. Los resultados hablan por sí solos: cuartos de final en el US Open, semifinales en Viena, octavos en París-Bercy... Todo ello aderezado con victorias sobre Andy Murray, Matteo Berrettini o Jannik Sinner. Si a esto le sumamos el hecho de que solo tiene 18 años, tenemos un fenómeno deportivo y mediático de primer orden. Aunque parezca mentira, en muchas ocasiones ya no es la Cenicienta del partido. Su nombre, pese a que su carrera esté comenzando, es un atractivo. Hay expectativas y, con ellas, hay presión.

Probablemente por todo ello, el murciano estalló sobre la pista de París-Bercy. Su imagen cubriéndose el rostro con una toalla para que no se viesen sus lágrimas ha dado la vuelta al mundo. Nos ha dolido. El propio Alcaraz ha explicado la situación en un post de Instagram. "Nunca es fácil jugar con el público en contra y ayer se demostró, yo sabía que iba a ser difícil lidiar con el ambiente que había pero no me llegué a imaginar que podría ser tan heavy. Mi primera vez en esta situación no fue fácil para mi, me hizo mucho daño no saber lidiar con esa presión", ha escrito.

Lo cierto es que el público parisino apretó a favor del local Hugo Gastón, como por otro lado es normal. Para muchos seguidores españoles, cruzando la línea de la corrección que siempre se espera de una pista de tenis. Acusándoles, sobre todo, de celebrar los errores del rival, incluidas las dobles faltas, y molestarle en los servicios. Muchos aficionados, incluso, hablan abiertamente de hacer lo mismo cuando el Masters 1.000 se juegue en suelo español. Ignorando, seguramente, que es algo que ya ha sucedido, y en más de una ocasión.

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Si el público francés cruzó o no la línea puede ser discutible. Que el ambiente afectó a Alcaraz lo ha reconocido el propio jugador. Lo que es absurdo es no creer que en todas partes cuecen habas o que el público del Masters de Madrid no ha incurrido en errores similares, incluso en ocasiones donde no había ningún español de por medio.

Así, en 2013, Novak Djokovic se quejó abiertamente de la actitud del público español durante su partido contra el búlgaro Grigor Dimitrov. "Sentí desde el principio que cada vez que había una bola la gente me silbaba sin razón. No era mala intención por mi parte y sólo quería ver dónde había sido el bote. Si la veo dentro lo acepto. Soy sincero en estas cosas y no entiendo por qué se ponen contra mí. Pero no es la primera vez que tengo al público en contra", contó a la prensa tras el encuentro, en el que fue eliminado en primera ronda del torneo. De hecho, el serbio no regresó a la capital española tras aquello hasta tres años más tarde.

Aquella fue la más sonada, pero no la única polémica. En 2018, Rafael Nadal llamó la atención del público madrileño después de que pasasen parte del partido silbando a su rival, el francés Gael Monflis. "Silbar no está en mi forma de entender el deporte, pero cada uno es libre de expresarse a su manera. Hay que analizar también a qué se pite. A la gente que está en un evento deportivo y hace todo lo que puede no entiendo que se le pite, tampoco entiendo ir a un espectáculo a pitar al rival", dijo el español entonces.

Evidentemente, una cosa no excusa la otra. Si el público galo se excedió en su entusiasmo por apoyar a Gaston no es algo justificable. Del mismo modo que no lo es tampoco cuando el comportamiento antideportivo se ha practicado en suelo español. Al final, gestionar la presión es una parte más del deporte de élite y Alcaraz deberá convivir con ello. Lo bueno es que la lección le ha venido a los 18 años, ahora es una cuestión suya y de su entorno el encontrar los mecanismos para interiorizarla.

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