Los problemas que tendrá el Gobierno cuando se le "acaben" lo dólares del campo, según experto

Los economistas están preocupados respecto a la situación que se vivirá en los próximos meses, por los datos reflejados de alta inflación y la poca cantidad de dólares que ha podido comprar el Banco Central en plena época de liquidación de la cosecha gruesa.

En este sentido, iProfesional dialogó con Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, que opina que no es optimista respecto a que la inflación se modere de forma notoria en el resto del año. De hecho, estima que el 2022 puede ser el año de mayor inflación desde 1990.

Este experto, que fue asesor en el Congreso de la Nación y en la Secretaría de Comercio Exterior de la Nación, también pronostica qué puede pasar con el dólar y las reservas del Banco Central.

-¿Cuál es su opinión sobre el momento económico?

-Empecemos diciendo una obviedad: la situación económica es mala. Pero no sólo por cómo estamos, sino porque tampoco hay expectativas de que vaya a haber cambios en el futuro próximo. Y no solo hablo de los desequilibrios fiscales y monetarios, que son muy importantes, sino de todo el marco de incentivos económicos que tiene hoy la economía argentina.

Ir hacia el superávit fiscal es algo necesario, pero no suficiente, para que Argentina empiece a crecer. De ahí que, aunque hubo acuerdo con el FMI, no hubo una baja sustantiva del riesgo país y la brecha cambiaria, si bien tuvo un veranito, rápidamente volvió a acomodarse por encima del 80%.

El Gobierno sostiene el precio del dólar en pleno momento de liquidación alta de la cosecha y en medio de un duro cepo cambiario.
El Gobierno sostiene el precio del dólar en pleno momento de liquidación alta de la cosecha y en medio de un duro cepo cambiario.

El Gobierno logra domar el precio del dólar en pleno momento de liquidación alta de la cosecha

-En este sentido, ¿qué puede ocurrir con el precio del dólar en las próximas semanas cuando finalice la liquidación de la cosecha gruesa?

-La primera pregunta sería, ¿con cuál de todos? Esta situación a la que nos hemos acostumbrado de tipos de cambio múltiples es algo muy inestable: de ahí que ningún país en el mundo apunte a hacer este tipo de desdoblamientos.

Hablemos del dólar oficial. Para el Banco Central, sostener un nivel de tipo de cambio por fuera del equilibrio, como estamos hoy, implica perder, o en el mejor de los casos no acumular, reservas internacionales. O, por otro lado, regular cada vez más la demanda, es decir, endurecer el cepo.

-¿Qué problemas generan estos desequilibrios?

-El problema es que van quedando cada vez menos actores a quienes impedirles el acceso al mercado oficial. Ya incluimos el atesoramiento, el turismo, el giro de dividendos, y ahora ya incorporamos a los importadores.

La salida de este esquema, suponiendo que no hay una ayuda del lado fiscal, siempre ha sido con un ajuste en el tipo de cambio oficial que descomprima el mercado. Léase, una devaluación; como vimos en 2014.

-¿Qué puede pasar con la brecha cambiaria con los dólares libres cuyos precios hoy se encuentran relativamente estables?

-A grandes rasgos, la brecha cambiaria refleja los movimientos en la demanda de pesos en el mercado local. Y la demanda de pesos es, en gran porcentaje, afectada por las expectativas que generan las medidas y anuncios del Gobierno.

La brecha cambiaria genera desequilibrios y puede ampliarse en los próximos meses.
La brecha cambiaria genera desequilibrios y puede ampliarse en los próximos meses.

La brecha cambiaria por la diferencia entre los precios del dólar oficial y el libre genera desequilibrios

Es cierto que la brecha puede ser modificada por otros movimientos, como la apreciación o depreciación de las demás monedas, la oferta de dólares de corto plazo u otros eventos, pero estos resultan marginales a la hora de querer explicar una brecha del 80%.

Dada la situación actual, lo más probable es que no haya una recuperación en la demanda de pesos, por lo que tampoco extrañaría que la brecha aumente a partir del segundo semestre, cuando la situación del Banco Central empeore, dado que ya habrá pasado la liquidación de dólares por la cosecha.

-Al respecto, ¿cómo ve esta situación con el precio del dólar luego de que pase junio y la temporada alta de liquidación?

-Para esa altura del año, en el 2021 el Banco Central había acumulado compras de divisas por u$s3.900 millones. Este año va unos u$s360 millones, menos del 10%. Es cierto que aún queda la mayor parte de mayo y junio, pero no acumular reservas ahora equivale a tener menos poder de fuego en el segundo semestre, cuando hay menor oferta de dólares por exportaciones.

Esto significa que el BCRA tendrá menos margen para intervenir en el mercado de cambios.

El esquema de control de cambio exigirá, entonces, más cepo, o más aceleración del crawling peg. Nuevamente, dependerá de que ocurra en el frente fiscal, pero si todo sigue como hasta ahora, seguramente, significará una aceleración en la inflación.

A pesar de la temporada alta de liquidación de dólares del campo, el Banco Central no puede acumular reservas.
A pesar de la temporada alta de liquidación de dólares del campo, el Banco Central no puede acumular reservas.

Si bien es la temporada alta de liquidación de dólares del campo, el Central no puede acumular gran volumen de reservas

-¿Cuáles son los problemas que puede traer no acumular reservas en medio de un cepo cambiario?

-Partamos de algo básico, un cepo cambiario no es un esquema bajo el cual se acumulen reservas. Justamente, es lo contrario. El Banco Central debe vender reservas para sostener un precio que, en realidad, no es de equilibrio. Ya hemos visto entre 2011 y 2015 la sangría de reservas, que fue prácticamente continua. Y lo mismo ocurre desde 2019.

Ni siquiera los precios internacionales récord de las materias primas pueden romper esta tendencia. De ahí que el BCRA pueda acumular reservas durante algunos meses, pero lo que acumula en una parte del año lo pierde en la otra. Por eso es que el FMI exige compromisos monetarios y fiscales. Sin eso, sumar reservas de manera sostenible es una utopía.

-La inflación volvió a mostrar datos alarmantes, ¿qué puede suceder con la marcha de los precios en los próximos meses?

-En el corto plazo es difícil pensar en una desaceleración. Varios precios de la economía, con importante incidencia en la medición del IPC, aún están atrasados. Así ocurre con el tipo de cambio, tarifas de servicios públicos, combustibles, entre otros.

Además, en abril el Tesoro nacional no pudo renovar el monto total de vencimientos, lo que obligó a la intervención del Banco Central vía adelantos transitorios, es decir, emisión.

Este panorama no nos hace ser optimistas sobre el nivel de precios para este año, que apunta a ser el de mayor inflación desde 1990.

-¿Puede haber una hiperinflación?

-Con las cosas como están, es poco probable. No obstante, lejos estamos de tener una moneda sana y sí existen riesgos de que la inflación siga subiendo. La política del Banco Central, dominada por los requerimientos de financiamiento del gasto fiscal, ha ido degradando al peso.

Tal vez lo más preocupante es que en los últimos meses Argentina parece haber ido a una transición hacia un nuevo régimen de inflación mayor al 50%. En esos niveles están las expectativas para los próximos dos años, así también se refleja en las paritarias salariales.

La inflación oficial de abril fue 6%, y ello enciende las alarmas de los economistas.
La inflación oficial de abril fue 6%, y ello enciende las alarmas de los economistas.

La inflación oficial de abril fue 6%, y esta tendencia elevada de los precios enciende las alarmas de los economistas.

Entonces, si la política monetaria no cambia la tendencia de fondo, podemos llegar a una situación crítica en los próximos años.

-¿Qué puede hacer el Gobierno para controlar esta situación tan compleja hasta el final de su mandato?

-Lo más cercano a un programa económico consistente que hoy tiene el Gobierno es el acuerdo con el FMI. Anclándose en este trato, habría que apuntar a reducir la incertidumbre y, al mismo tiempo, aumentar la probabilidad de cumplir con las metas.

Esto implicaría terminar con los conflictos internos alrededor de la política económica y alinear los esfuerzos para, por lo menos, acercarse lo más posible a las metas.

-¿Y si Argentina no cumple con el FMI?

-Lo más probable es que el FMI otorgue waivers si Argentina incumple, pero lo que hay que cuidar son las expectativas y confianza de los argentinos. Básicamente, tendiendo un puente, con la mayor racionalidad económica posible hasta 2023, cuando un gobierno con renovado poder político tenga la oportunidad de hacer reformas de fondo para volver a crecer.

-Bajo este panorama, ¿qué opina que puede ocurrir finalmente en los próximos meses en la economía?

-Para la macro en su conjunto, en los próximos meses veremos el fin de la cosecha gruesa y una suba de tasas internacionales con fortalecimiento de las principales monedas globales. Esto complicará aún más el financiamiento vía deuda, y el riesgo de que la emisión se traslade rápidamente a inflación será mayor.

En resumen, no quedará mucho más margen para retrasar el ajuste fiscal. Y esto llevará, seguramente, a una mayor conflictividad política. Lamentablemente, con la actividad económica encontrando techo, la inflación irá erosionando el ingreso de los argentinos y volveremos a ver un incremento de la pobreza.