El problema del futbol escocés por el brexit: no hay manera de entrar y no hay manera de salir

Juhani Ojala sabía que tendría que esperar. Las restricciones de viaje todavía estaban en vigor en Escocia cuando, a mediados de julio, el defensa finlandés aceptó jugar para el Motherwell, un club de finanzas modestas y aspiraciones no muy grandes en la primera división del país. Al llegar, Ojala sabía que tendría que pasar diez días en aislamiento en un hotel antes de unirse a sus nuevos compañeros de equipo.

Lo que él no sabía con exactitud era cuánto tendría que esperar después de eso. Incluso tras completar su aislamiento obligatorio, Ojala aún no tenía permiso de comenzar el entrenamiento de pretemporada. Legalmente, durante dos semanas más, ni siquiera tenía permitido patear un balón. La cuarentena era una cosa. La burocracia resultó ser otra por completo.

Hace un año (de hecho, en cualquier momento de las últimas dos décadas aproximadamente), el cambio de Ojala a la Scottish Premiership habría generado tan pocas complicaciones como atraído la atención. Después de que el Motherwell acordó una suma con su antiguo club y firmó un contrato con el jugador, hubiera sido tan sencillo como “abordar un avión y hacer un examen médico”, dijo Alan Burrows, el director ejecutivo del Motherwell. “Habría estado listo para jugar en veinticuatro horas”.

Todo eso cambió en enero, cuando (cuatro años y medio después del referendo del brexit) el Reino Unido abandonó la Unión Europea de manera formal y definitiva. A partir de ese momento, los clubes en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte ya no cuentan con el acceso sin trabas a los jugadores de los 26 Estados miembros (para Irlanda aplica un conjunto diferente de reglas) que habían gozado desde la década de los noventa.

En cambio, los reclutas potenciales del Reino Unido provenientes de Europa (así como del resto del mundo) ahora se juzgan acorde a un sistema basado en puntos que toma en cuenta todo desde su carrera internacional y el éxito del equipo de su club hasta cuánto les van a pagar. El acceso a las ligas británicas es concedido solo a aquellos jugadores que pueden acumular quince puntos o más.

Para los equipos millonarios de la Liga Premier, ese cambio ha importado poco. Hay retrasos administrativos ocasionales (Manchester United tuvo que esperar varios días para que a Raphaël Varane le otorgaran la visa de trabajo incluso después de que había sido aprobada), pero la gran mayoría de los reclutas potenciales completan el nuevo y más estricto proceso con facilidad.

No obstante, el efecto ha sido muy diferente en Escocia. En comparación con la Liga Premier, la Scottish Premiership no es una de las potencias financieras de Europa. Sus clubes no reclutan a jugadores internacionales galardonados ni se llevan estrellas de alguna de las ligas más glamurosas del continente.

Más bien, sus presupuestos dictan que deben buscar nombres menos conocidos en mercados más pequeños. Ese enfoque, muchos afirman, se ha vuelto más complejo de manera inmensurable por las reglas del brexit. Con el costo de contratar jugadores de Inglaterra también en ascenso, los clubes y sus ejecutivos están cada vez más preocupados sobre cómo podría lucir el futuro del futbol escocés.

“Lo que hemos visto, en realidad, es que los mercados son completamente diferentes, pero tenemos una solución que aplica a todos por igual”, dijo Burrows del Motherwell. “Hay una suma extra en los jugadores internacionales actuales que está fuera de las capacidades financieras de la mayoría de los clubes escoceses”.

Los equipos más grandes del Reino Unido no enfrentan tales obstáculos. El sistema actual le concede un permiso de trabajo inmediato a cualquier jugador que haya participado en al menos el 70 por ciento de los partidos de competencia durante las dos últimas temporadas con cualquiera de las cincuenta principales selecciones nacionales de futbol. Eso significa que es casi seguro que cualquier jugador que también haya alineado con regularidad para un club exitoso en una de las mejores ligas de Europa obtenga un pase (o, para usar el término técnico, un respaldo de elegibilidad del órgano rector). Es en estas aguas ricas que los clubes de la Liga Premier tienden a hacer gran parte de su pesca.

No obstante, en Escocia, solo los dos clubes dominantes del país, el Rangers y el Celtic, pueden siquiera soñar con buscar jugadores de esa calidad. El resto de los equipos de Escocia tienden a comprar ofertas, o al menos buscar obtener algo de valor, cada vez que la ventana de transferencias se abre. “Me queda claro que tendríamos dificultades para costear a un jugador cuyo contrato llegue a los quince puntos”, dijo Burrows del Motherwell.

Sin duda, ese fue el caso con Ojala. Para Burrows y su equipo, el defensa representaba un tipo de golpe de Estado: no solo un internacional finlandés, sino un jugador que alguna vez fue el capitán de su país; un veterano no solo de la liga danesa, sino también con experiencia en Suiza y Rusia.

No obstante, cuando Motherwell contó cuántos puntos valía, ni siquiera se acercó a los requisitos.

“La liga danesa está clasificada en la quinta categoría de seis por el Ministerio del Interior”, dijo Burrows. “Obtuvo un par de puntos por eso. Conseguimos un par más por cuál sería su salario en relación con el promedio de la liga. Sin embargo, su equipo terminó solo por encima del antepenúltimo lugar en Dinamarca. No había jugado en Europa. No había jugado suficientes partidos internacionales”. La solicitud de Ojala, al final, solo logró ocho puntos.

Fue en esta parte del proceso que la burocracia se hizo presente. Los clubes en Escocia, por el momento, tienen acceso a un sistema de apelaciones. Pueden solicitar una exención a la Asociación Escocesa de Futbol, al hacer una cita para exponer su argumento sobre por qué un jugador que no ha reunido los puntos suficientes aún sería una contratación valiosa.

No obstante, ese es tan solo el primer paso. Si las autoridades otorgan un respaldo de elegibilidad del órgano rector mediante la apelación, el jugador (con ayuda del club) debe, entonces, solicitar una visa de trabajo: llenar un formulario en línea y luego hacer una cita para la toma de biométricos en alguno de los centros de solicitudes de visa operados por un número de compañías externas a las cuales el gobierno británico ha subcontratado. Solo hasta que esos pasos están completos al futbolista se le concede una visa y la transferencia es aprobada por el gobierno.

La lección, para algunos, es muy sencilla: los clubes deben aprender a adaptarse a las nuevas reglas y a encontrar reclutas en lugares en los que no siempre los han buscado.

“Si operamos como lo hemos hecho hasta la fecha; entonces, eso no nos llevará a ningún lado”, dijo Ross Wilson, el director técnico del Rangers. “Los clubes tendrán que desarrollar estrategias en torno al sistema de puntos”.

Por ejemplo, el Rangers ha comenzado a cobrar mayor interés en jugadores de Sudamérica, al darse cuenta de que, si bien quizá ya no es fácil contratar a un futbolista de un mercado tradicional como Escandinavia, un jugador con participaciones internacionales regulares de Paraguay o Venezuela podría avanzar bien por el proceso de solicitud.

“El mundo es mucho más pequeño ahora”, dijo Wilson. “Hay más datos disponibles, sistemas de búsqueda de talentos más avanzados, mayor inteligencia. Podemos acceder a muchos más mercados de los que antes podíamos”.

Wilson dijo que él no creía que el costo debiera ser una barrera para tener una “infraestructura sólida”, al señalar que los clubes de todos los niveles pueden usar plataformas de terceros como Wyscout y Scout7 para ver a jugadores, pero los recursos mucho mayores que el Rangers —y el Celtic— pueden destinar a la búsqueda de talentos son enormes en comparación con los de la mayoría de los equipos con los que compiten en la Scottish Premiership.

Para esos clubes, el futuro es complicado. Burrows ha notado que los equipos escoceses “se ven presionados en ambos extremos”. No solo es más difícil identificar jugadores del extranjero que cumplan con los criterios de la visa, sino que los clubes en las ligas inferiores de Inglaterra también importan cada vez menos talento.

Eso ha llevado a una “inflación significativa en salarios nacionales”, afirmó, al fijar precios para los equipos escoceses por debajo de los mercados de la segunda, tercera o incluso cuarta división del futbol inglés. “Es simple oferta y demanda”, dijo Burrows. “Los jugadores son una especie de mercancía y esos futbolistas se han vuelto infinitamente más valiosos”.

Lo peor es que este podría ser solo el comienzo. Dada la situación actual, el sistema de exenciones que al final permitió que el Motherwell firmara con Ojala este verano se planea abolir al término de la actual ventana de transferencia. Si el mecanismo de apelación no se mantiene o el sistema planeado no se cambia, entonces, importar jugadores podría ser casi imposible para muchos de los clubes escoceses.

“Tengo la esperanza de que en los próximos cuatro o cinco meses, entre ventanas de transferencia, podamos encontrar una solución que no sea un sistema parecido al de los quince puntos”, dijo Burrows. “Si permanece como el estándar, el mercado se encogerá hasta volverse irreconocible y complicará todo, no solo para los clubes escoceses, sino para los equipos en Inglaterra fuera de la Liga Premier”.

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