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El primer día de Xavi solo es el primer día de la reconstrucción del Barcelona

BARCELONA, SPAIN - NOVEMBER 20: Xavi Hernandez, Head Coach of FC Barcelona reacts on the sidelines during the La Liga Santander match between FC Barcelona and RCD Espanyol at Camp Nou on November 20, 2021 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)
David Ramos/Getty Images.

Roma no se hizo en un día, la leyenda de Xavi no se forjó en una temporada y, como tal, el nuevo Barcelona que está por venir no ha hecho más que salir de la incubadora. "Estamos lejos, pero ya jugaremos mejor. [...] Confianza y tiempo".

Con muchos brotes verdes y alguna que otra florecilla. Así inauguró Xavi Hernández su ciclo a los mandos de la nave culé. Ejem, desde el banquillo, claro, porque a los mandos de la nave ha estado siempre. De salida, Xavi transfirió los principios inherentes a su figura a la concepción futbolística del colectivo, reconocibles desde el pitido y difuminados, como es lógico, con el paso de los minutos.

Sin el atajo del gol por defecto, nulas opciones de agredir en transición y restringido en la disponibilidad de efectivos con los que perpetuar la sensación de peligro, el plan del Barça lució mientras la ilusión, las piernas y la cabeza se guiaron solo motivados por alcanzar el horizonte al que debían dirigirse y no tanto cuando repararon en el limbo del que aterrizaban. A todo esto, el Espanyol de Vicente Moreno, entregado a Raúl De Tomás como alma mater y sustento espiritual de los suyos, planteó un partido de oleadas, primero resistiendo a los zarandeos del Barcelona en su área, bombardeando la portería de Ter Stegen después.

Xavi delegó el germen de su idea a la obediencia de La Masía: Gavi e Ilias fueron los extremos. Rol y posición vertebrales en la estructuración y ordenación del resto de piezas, pues a partir del posicionamiento de sus extremos, el sistema fija, estira y separa la defensa rival, sujeta a unas líneas de otras, agrandando las zonas destinadas a los centrocampistas culés y limitando las intervenciones sobre sus recepciones, mantiene siempre línea directa con la amenaza, tanto en situaciones de uno contra uno como en colapsos del contrario en la basculación, y establece puntos de apoyo estables desde los que movilizar y atraer el bloque rival antes de girar el juego.

El Barcelona comenzó con el propósito de no desdibujar su línea defensiva en el momento de construir sus ataques, con la zaga formada por Mingueza, Piqué, Eric García y Jordi Alba perfectamente alineada, pero se combinaron varios elementos que fueron resquebrajando la armonía posicional del primer tramo del encuentro. Ante el bloqueo del pasillo central propuesto por el Espanyol, el Barça tuvo que mirar a los carriles exteriores para desahogar el campo. Allí, por un lado, la naturaleza y las condiciones de Gavi, que no su disposición, más relacionadas con el control y el giro, fueron arrastrándole a zonas centrales. Y por otro, la sobreexcitación propia de la inexperiencia de Ilias, que además no contaba en la figura de Mingueza con un apoyo tan cercano sobre el que templarse, frenó que las jugadas regresasen con más valor del que llegaban a sus botas.

Barcelona's Spanish coach Xavi (R) speaks with Barcelona's Spanish defender Gerard Pique (C) and Barcelona's Spanish midfielder Sergio Busquets (L) during the Spanish league football match between FC Barcelona and RCD Espanyol, at the Camp Nou stadium in Barcelona on November 20, 2021. (Photo by Pau BARRENA / AFP) (Photo by PAU BARRENA/AFP via Getty Images)
PAU BARRENA/AFP via Getty Images.

Por si fuera poco, Memphis, desde la posición de punta, trató de agitar a los centrales pericos, arrastrarlos fuera de lugar con sus descensos en el apoyo y generar ciertas superioridades en la zona de centrocampistas, pero siempre desde un impulso más individual que desde una actitud global. Esto llevo a De Jong a repetir desmarques, uno tras otro, rumbo al área, como principal elemento de ruptura, y a Nico a hacer lo propio, tanto en la ocupación del área, como en el auxilio de Ilias por derecha. Además, Jordi Alba fue ganando altura, a medida que el Barcelona asentaba y reiniciaba sus posesiones en campo rival, y peso en el juego, al ser la única pieza con la lectura para ejecutar desmarques al espacio con el timing preciso para llegar liberado a línea de fondo y la capacidad para encontrar a jugadores liberados en el área.

Aunque por momentos eficaz, sobre todo aquellas acciones que implicaron a Jordi Alba, el sistema del Barcelona fue desgastándose, en esfuerzos y estructura. Sin los interiores en sus puntos de origen y mutando hacia una asimetría cada vez más pronunciada entre la disposición y el comportamiento del sector derecho y el izquierdo, el Barcelona perdió fuelle, referencias y activos en la circulación, especialmente por delante de Busquets, y, en consecuencia, decayó en ritmo y efectividad en la presión, con menos jugadores, muchos fuera de sitio, para más abarcar más metros. Solo Abde intimidó por sí mismo. RDT, alejando a línea defensiva de cualquier opción de robo rápido con primeros toques, controles y descargas de máxima élite, y Darder, con la bandera del temple anudada a la cintura, incidieron en este escenario hasta inclinar la balanza y cambiar el rumbo de un derbi que, no obstante, se quedó como estaba.

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