El presidente Biden cede al chantaje de Cuba con la inmigración y suaviza sanciones | Opinión

Después de prometer a los votantes que revisaría la política entre Estados Unidos y Cuba, el presidente Joe Biden ha entregado, 16 meses después de su mandato, un cambio inoportuno, en su mayoría mediocre, que presagia ayudar al pueblo cubano.

Pero considere el momento.

Biden está reabriendo los viajes y ampliando los vuelos a la isla que inevitablemente se convertirán en un turismo lucrativo en un momento en que el despiadado régimen está sentenciando a adolescentes, músicos, artistas y cubanos comunes a largas encarcelaciones por nada más que manifestarse pacíficamente para demostrar su disidencia.

¿Qué pasó con la intención de Biden de responsabilizar al régimen por sus crímenes contra el pueblo durante las históricas protestas del 11 de julio de 2021 y más allá?

Ningún acto es demasiado pequeño para quedar sin castigo en Cuba.

De hecho, el régimen acaba de aprobar un nuevo código penal que establece penas de cárcel y fuertes multas por criticar públicamente a un funcionario del gobierno, en la vida real o virtualmente, de forma oral o escrita.

Probablemente fue una respuesta a la paliza verbal que recibieron en Twitter el dictador designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y su esposa después de que ella lo llamara el “dictador de mi corazón”. Ante el acuerdo generalizado de que él era un dictador, la pareja reafirmó su charla cursi, revelando lo mucho subestiman a su pueblo.

Los cubanos aprovecharon la oportunidad para ventilar sus quejas. Díaz-Canel, intolerante, respondió como siempre, aplastando a la gente como si fueran mosquitos fastidiosos.

¿Premio al opresor de Cuba?

La administración de Biden interviene en esta escena absurdamente represiva para recompensar al opresor, el enemigo de Estados Unidos que todavía figura en una lista de patrocinadores estatales del terrorismo, con medidas de apoyo que equivalen a un generoso flujo de efectivo y, ¿a cambio de qué, exactamente?

¿Para detener el éxodo masivo que Cuba ha desatado para deshacerse de la oposición y chantajear a Biden para que se apresure a sentarse a la mesa de negociaciones, como lo ha hecho la administración?

Cuba ya se ha beneficiado con creces de la migración.

Por tierra, mar y aire, la creciente oposición que se vio durante las protestas ha abandonado la isla y sigue saliendo, cruzando la frontera entre Estados Unidos y México y llegando en desvencijadas embarcaciones a las costas de Florida. Una vez establecidos en el extranjero, los cubanos envían remesas con regularidad a la isla, y Biden ahora ha levantado las restricciones de Trump sobre la cantidad.

Biden está regalando dólares de turismo a Cuba con el fin de complacer a la izquierda estadounidense que lo presiona, aquella que se hace la de la vista gorda ante la represión, especialmente la de los valientes disidentes negros, en aras de realizar visitas privilegiadas al Disneyland comunista.

O bien, el objetivo es simplemente revertir el aislamiento de línea dura de Trump: ¡ahora es el turno de los liberales! Y optar por una reducción del compromiso al estilo de Obama, una política que, a pesar de cierto éxito, tampoco trajo un cambio democrático a Cuba.

La administración de Biden dice que al permitir que los estadounidenses inviertan en empresas privadas en Cuba, por primera vez en seis décadas, le está dando al pueblo cubano “herramientas para llevar una vida libre de la opresión del gobierno cubano y buscar mayores oportunidades económicas”.

Si solo fuera tan sencillo.

Cuando el presidente Obama permitió que los cubanoamericanos hicieran precisamente eso, e invirtieron, incluso comprando propiedades, el gobierno cubano intervino y cerró algunas de las empresas incipientes.

No quieren que la gente tenga éxito. Eso va en contra del dogma comunista.

El régimen siempre manda. Una línea en un documento de posición del Departamento de Estado no garantiza a los cubanos lo que la administración dice que es su prioridad: “sus derechos humanos y su bienestar político y económico”.

Demócratas rechazan la política

Los demócratas que saben cómo funciona Cuba no están contentos con el cambio repentino de Biden

“Estoy consternado al saber que la administración Biden comenzará a autorizar viajes grupales a Cuba a través de visitas similares al turismo”, dijo en un comunicado el senador Bob Menéndez, demócrata cubanoamericano de Nueva Jersey. “... Aquellos que todavía creen que el aumento de los viajes generará democracia en Cuba están simplemente en un estado de negación”.

Él tiene razón. Así como el embargo estadounidense no ha ahogado a Cuba en cuanto a cambios políticos o económicos, tampoco lo hicieron las invasiones turísticas estadounidenses, europeas y canadienses.

Se esperaba que Biden ofreciera un enfoque más reflexivo y calibrado. Esta decisión no lo es.

“Durante años, Estados Unidos alivió tontamente las restricciones de viaje, argumentando que millones de dólares estadounidenses traerían la libertad, y nada cambió”, agregó Menéndez. “Y, como lo advertí entonces, el régimen finalmente se murió de la risa de cualquier promesa de aflojar su control férreo sobre el pueblo cubano, y terminamos ayudando a financiar la maquinaria detrás de su continua opresión”.

Curiosamente, ni Biden (tuiteando sobre fórmula de leche para bebés) ni el secretario de Estado Antony Blinken (tuiteando sobre el fiscal general de Guatemala socavando la democracia) han mencionado su nueva política hacia Cuba en Twitter.

Solo Juan S. González, director senior para el hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, publicó hojas informativas del Departamento de Estado sobre el anuncio y una noticia. Sin comentarios propios.

Recibió un montón de críticas.

“Estas concesiones ayudan a construir una clase de cubanos que depende de la supervivencia de la dictadura”, tuiteó una persona con el alias @cubanexile.

Lo que salva la política

Sí, sí, lo entiendo.

La diplomacia y el compromiso son preferibles a la desesperanza.

La política de línea dura hacia Cuba del presidente Donald Trump no hizo nada por los cubanos en la isla o en el exilio. Nada por Venezuela ni Nicaragua. De hecho, perjudicó a las familias que se encontraban en proceso de reunificación legal cuando detuvo los servicios consulares en La Habana y restringió la inmigración.

Ahora Biden ha restaurado el programa de libertad condicional de reunificación familiar y está aumentando el procesamiento de visas, por lo que restablece los canales regulares de migración, la gracia salvadora de su anuncio de política.

Pero corregir los errores de Trump no hace que Biden tenga razón en su enfoque de una nueva política entre Estados Unidos y Cuba.

Muchos cubanoamericanos esperábamos que los demócratas, con los resultados mixtos de la política de deshielo de Obama, hubieran aprendido algo valioso.

Aparentemente no.

Los mismos viejos temas de conversación son todo lo que escucho.

La historia muestra que las nobles aspiraciones de “empoderar al pueblo cubano para que determine su propio futuro” se convierten en nada más que humo de tabaco cubano.