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"Piojo" Herrera, el fracaso del DT cuya fama ganadora resultó un chiste

Piojo Herrera durante el partido de Ida de Semifinales contra Atlas. (Refugio Ruiz/Getty Images)
Piojo Herrera durante el partido de Ida de Semifinales contra Atlas. (Refugio Ruiz/Getty Images)

Miguel "Piojo" Herrera volvió a fracasar una vez más en el futbol mexicano. Lo hizo con el segundo plantel más caro de la Liga MX y en unas circunstancias que avergonzarían a cualquier técnico de altura. Sin embargo, puede estar bastante tranquilo, pues la maquinaría de publicidad que opera a su favor se encargará de matizar el bochorno y devolverlo a los primeros planos en un abrir y cerrar de ojos.

En esta ocasión y alejado de sus costumbres, Herrera no culpó al arbitraje por la derrota. Se limitó a aceptar la superioridad del rival y, en otro hecho insólito, se adjudicó la responsabilidad por haber incurrido en alineación indebida. Aunque su equipo, Tigres, hubiera consumado la remontada contra el Atlas, todo se habría ido a la basura pues el entrenador felino alineó sin darse cuenta a nueve elementos no formados en México al mismo tiempo. Y eso está prohibido.

De cualquier modo, el penal sobre la hora de Aldo Rocha acabó con las ilusiones del cuadro regiomontano que tendrá que ver la Final por televisión, con todo y su fastuoso plantel y su director técnico que hace un par de meses se autocandidateaba para volver a la Selección Mexicana. Queda claro que la simpatía del Güero le permitirá sortear las críticas al menos a nivel mediático. Si algo ha procurado Herrera durante sus veinte años de trayectoria, eso es su amistad con diversos comentaristas que lo defienden como si su vida dependiera de ello.

Quizá no sea un estratega brillante ni un estudioso del futbol, pero en relaciones públicas bien podría tener estudios posdoctorales. ¿A quién le importa que no haya sido capaz de darle una estructura sólida y competitiva a Tigres? Si al final del día dejó un sinfín de videos motivacionales que podría firmar cualquier entrenador de Tercera División (con todo el respeto que ellos merecen).

Gignac, Soteldo, Nico López, Quiñones, González, Vigón, Córdova. Herrera hoy en día posee el plantel más poderoso que haya dirigido jamás, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿Miguel Herrera le da éxito a sus equipos o los equipos lo hacen exitoso? Porque en Veracruz, Estudiantes Tecos y Atlante nunca pudo demostrar esas cualidades supremas que sus amigos de la televisión le atribuyen. En Rayados fue subcampeón dos veces y en la Selección hizo lo que todos han hecho: superar la fase de grupos y fracasar en Octavos (aunque, dicho sea de paso, él tuvo el boleto en las manos pero la cruzazuleó en los últimos cinco minutos).

En Tijuana su pasó dejó dos lideratos consecutivos, pero al final esa supremacía en el torneo regular no sirvió de nada. El equipo fronterizo quedó fuera en la Liguilla y Herrera simplemente usó a los Xolos como trampolín para volver al América. Es cierto que en Coapa ofrendó dos títulos de Liga, pero incluso la afición americanista se decepcionó de sus continuos desfiguros y de la incapacidad para dotar al equipo de herramientas tácticas, porque no todo es motivación ni amiguismo.

Herrera junto al arquero Nahuel Guzmán tras la eliminación a costa de Atlas. (Alfredo Lopez/Jam Media/Getty Images)
Herrera junto al arquero Nahuel Guzmán tras la eliminación a costa de Atlas. (Alfredo Lopez/Jam Media/Getty Images)

La carrera de Miguel Herrera se explica a través de una casualidad: el autogol de Alejandro Castro (promocionado popularmente como “el cabezazo de Moisés”). Sin ese hecho fortuito, que forzó el partido al alargue y luego a los penales, el Piojo estaría dirigiendo a un club de su nivel. O quizá los propios Tigres son un equipo a su medida, pues contra Atlas demostraron que son incapaces de sostener el peso de la épica. Quizá un estadio enmudecido con el gol de Aldo Rocha es el sitio perfecto para Miguel Herrera.

Pero todo lo que pasó el sábado importa poco. La próxima seguidilla de partidos ganados servirá para lo mismo: Herrera se postulará para entrenar a la Selección Mexicana y sus ideólogos le harán segunda en Twitter y en los programas de análisis. Tal vez el Piojo nunca sea la reencarnación de Guardiola, pero sí puede presumir de tener mil amigos, tal y como Roberto Carlos lo hubiera querido.

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