Paulo Dybala, a pura emoción: “Lloré pensando en mi viejo; le agradezco todo lo que me dio”

Paulo Dybala mira al cielo tras ganar la Copa del Mundo: ayer, como el 18 de diciembre, se acordó de su padre, Adolfo, fallecido cuando era adolescente
Paulo Dybala mira al cielo tras ganar la Copa del Mundo: ayer, como el 18 de diciembre, se acordó de su padre, Adolfo, fallecido cuando era adolescente - Créditos: @Kirill KUDRYAVTSEV / AFP

El cordobés Paulo Dybala casi se pierde el Mundial de Qatar por una lesión. Sabía que no podía permitírselo. Le había prometido a su padre, Adolfo (fallecido en septiembre de 2008 por un cáncer) que sería futbolista profesional. La Copa del Mundo, entonces, era la mejor ofrenda para el hombre que lo formó. “Hace poco estaba yéndome a dormir. Hablamos con Oriana...Y fue la primera vez que lloré pensando en la Copa, pensando en mi viejo. Si alguien merecía estar ahí conmigo era él, por el esfuerzo que hizo en llevarme a cada entrenamiento. Le agradezco por lo que me dio ”, se emocionó el futbolista que entró en la final contra Francia para convertir un penal decisivo. Y que cuando tuvo en sus manos el trofeo más preciado miró al cielo para recordar a su papá.

“Las emociones son muchas. Trabajé mucho para llegar al Mundial. Cuando me tocó, por suerte pude rendir y hoy somos los más felices del mundo. Cuando entré sabía que era para los penales… Por suerte pude estar frío para ese momento. Fue algo increíble, porque yo me había lesionado justo pateando un penal”, agregó el cordobés, con el sentimiento a flor de piel.

“Mi lesión fue por un penal. Pude conmemorarlo con un penal, también. Cuando me tocó, no fue fácil porque se me vinieron mil cosas a la cabeza”, dijo el cordobés en TyC Sports. “Me iba a dormir haciendo máquinas. Me despertaba haciendo máquinas. Sufrí mucho, porque quería estar. Apoyé desde donde me tocó. Siempre estuve con el grupo, en todo momento. Y cuando me tocó entrar por suerte pude rendir. Hoy somos campeones. Y somos los campeones del mundo”.

Sobre el penal en la final, el cordobés de Laguna Larga recordó: “En ese momento, la verdad, fui muy decidido sabiendo lo que iba a hacer. Cuando (Scaloni) me llamó, sabía que era para los penales. Pensaba más en los penales que en otra cosa. Por suerte, y por más que no esa caminata tan larga no sea fácil, estuve frío. Fui seguro y por suerte se dio”.

El recuerdo de Adolfo, su papá

“No había día que no me acompañara a los entrenamientos. Cuando falleció, pedí permiso a Instituto para volver a Laguna Larga. Estuve seis meses jugando en el equipo del pueblo. Luego volví y me quedé en la pensión, la residencia del equipo; nadie podía ya llevarme y traerme en coche. Me encerraba en el baño y lloraba. Fue duro, pero aguanté porque quería cumplir el sueño de mi padre”, recordó Dybala hace unos años en una entrevista con Sportweek.

Adolfo Dybala era un inmigrante polaco que había cambiado su país (y Krasniow, su ciudad) por Córdoba debido a la Segunda Guerra Mundial. Fanático de Boca, su sueño era tener un hijo que se dedicara al fútbol profesional. Y triunfara. Tuvo tres: la primera opción era Gustavo, el mayor, pero no le dio el talento. Mariano, el del medio, supo jugar de 10 en las divisiones menores de Gimnasia (La Plata). Tampoco pudo alcanzar la primera división. Fue Paulo, el menor, el niño-adolescente al que las camisetas le quedaban como una sotana y lo llegaron a apodar “curita”, el que llegó. Adolfo manejaba 100 kilómetros todos los días para llevarlo a los entrenamientos con Instituto, su club. Por eso, el recuerdo. Por eso, la mirada al cielo cada vez que el hoy futbolista de la Roma convierte un gol.

Dybala festeja su golazo, el segundo de Instituto
Uno de los festejos de Paulo Dybala con la camiseta de Instituto, su primer equipo - Créditos: @Irma Montiel

“Tenía una relación muy fuerte con el padre. Adolfo la tenía clara, sabía que tenía un crack en la familia. Lo hacía por amor, por su hijo, lo acompañaba mucho. Era muy recto, les transmitía que las obligaciones había que cumplirlas. Hacía que se cuidara. La conducta que tiene, el respeto y el compromiso por el fútbol. Todo lo aprendió de él”, aseguró Gonzalo Ferreira, de 28 años, amigo de Dybala, en una nota sobre el cordobés en LA NACION.

Sobre aquella etapa, tan complicada, Dybala contó más detalles en una entrevista con Andy Kusnetzoff: “Al principio fue muy duro, yo hablaba con mi familia y les decía que quería volverme. Estaba muy acostumbrado a otra cosa, al pueblo y a la tranquilidad, y me fui a la ciudad… Fue un sacrificio. Mi vieja y mis hermanos (tiene dos mayores, de 36 y 32 años) me hablaban constantemente y me insistían en que tenía que aguantar”. Lo que siguió es historia: Instituto, Palermo (Italia), Juventus y Roma. La selección. La gloria en Qatar 2022. Y el recuerdo, siempre presente, de su papá Adolfo.