Nunca sabremos lo difícil que es ser Paula Badosa

Oct 14, 2022; San Diego, California, US;  Paula Badosa of Spain reacts in her match against Danielle Collins of the United States during the San Diego Open at Barnes Tennis Center. Mandatory Credit: Ray Acevedo-USA TODAY Sports
Paula Badosa durante su pasado partido en San Diego contra Danielle Collins (Foto: Ray Acevedo-USA TODAY Sports)

Tal vez el problema con Paula Badosa sea que las cosas le pasan muy deprisa. De estrella en ciernes con dieciséis años a juguete roto con veinte a número dos del mundo con veinticuatro. Tal vez el problema no sea Paula Badosa, sino el mundo en general y en concreto el mundo del tenis. Cada semana, un torneo. Cada semana, un éxito o un fracaso. Cada semana, una valoración. No es un mundo sano, se mire por donde se mire, y la única manera de sobrevivir es evitar los juicios, alejarlos lo más posibles y fijarse solo en los objetivos propios.

A Badosa no parece salirle bien y es comprensible. Badosa se mira a sí misma y a veces le gusta lo que ve y a veces, no. A veces pone en Twitter: "No gano ni al parchís" y se gana la simpatía de todos y a veces hace un comentario sin ninguna mala fe y la jauría salta a por ella. Es muy difícil entender qué pasa por la cabeza de alguien que no quiere estar en el foco público, pero ha elegido una profesión en la que se juzga hasta cómo golpea el revés cruzado. Alguien que tiene problemas con las autoevaluaciones y cada dos días recibe una ajena desde cualquier rincón del mundo.

En declaraciones recientes a EFE, Paula confesaba: "Mi gran objetivo es llevarme bien conmigo misma. Con Paula hay días que me llevo mejor y hay días que me llevo peor". Como todos, supongo, pero no a todos nos examinan con lupa. Lo más sensato, supongo, sería salir corriendo, abandonar el tenis de élite, rendirse y olvidarlo todo, pero ¿por qué tendría que hacer eso Badosa? ¿Por qué, con su enorme talento para el tenis? Alguien que llega a ser la segunda mejor del mundo en lo que hace es alguien necesariamente extraordinario. ¿Por qué la mala gestión de la presión debería acabar con todos sus sueños?

Otra cosa es lo que uno paga por esos sueños. No salen gratis. Badosa lleva tiempo pidiéndonos paciencia, pidiéndonos mesura y dejándonos ver por dentro todo lo que se mueve en su interior y que no consigue colocar en su sitio. Sin embargo, eso que nos pide es algo que no podemos darle. No podemos dárselo a ella y no a las demás, me refiero. Es imposible suspender el juicio sobre una tenista de élite por miedo a que le pueda sentir mal lo que decimos de ella. Igual de injusto que suspenderlo cuando esa misma tenista gana un partido decisivo o se impone en un torneo de los grandes.

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Que la presión en el circuito WTA es devastadora lo sabemos. Nos lo ha demostrado Naomi Osaka, nos lo ha demostrado Emma Raducanu y nos lo ha demostrado Ashleigh Barty, que salió de ahí en cuanto tuvo ocasión. Incluso Garbiñe Muguruza ha coqueteado con la autodestrucción en demasiados momentos de su carrera. Hablamos de un deporte individual, en el que todo lo bueno y todo lo malo cae sobre una sola persona. Un deporte, además, en el que, si tienes un año excepcional, como el de Iga Swiatek, ganas ocho torneos... es decir, pierdes lo mismo que ganas.

Lo normal es perder y lo normal es que se analice por qué pierdes, igual que se analiza cuando ganas. A Badosa le han caído muchos palos por cuestiones que nada tenían que ver con el tenis y eso erosiona, claro. Ahora bien, los que nos dedicamos al tenis, ¿qué hacemos?, ¿qué margen tenemos? Yo no conozco de nada a Paula, pero leo sus propias declaraciones, veo su actitud en determinados partidos y me da la sensación de que es alguien con problemas para mantener la sangre fría. No es Rafa Nadal, vaya, independientemente de lo que gane.

Ahora bien, también sé que si lo digo, si lo comento, si analizo la relación entre ese proceso mental y su rendimiento en la cancha, puedo estar haciendo más daño. ¿Qué hago, entonces? ¿De qué manera consigo meterme en esa cabeza? Es imposible. A todos nos gustaría que Paula Badosa se llevara bien consigo misma todos los días y a todos nos gustaría que esa ambivalencia no influyera en su tenis, pero al final, estás analizando el rendimiento de una tenista de élite, una de las cuatro españolas en toda la historia que ha llegado al top 5 del ranking WTA.

¿Es obligación del analista cuidar al deportista o tratarlo como uno más? En ese debate, muchos saben de qué lado ponerse porque es el más fácil. A menudo se repite el mantra de que los periodistas solo quieren "destruir" a las estrellas, que así venden más o no sé qué. Al contrario. No hay nada más fácil ni más cómodo que el halago. Te ofrece todo tipo de beneficios. Y, sin embargo, tanto el halago como la crítica tienen que estar ceñidos a lo que pasa en la pista. Y si lo que pasa en la pista -"no gano ni al parchís"- es preocupante, tendremos que decirlo todo: por qué es preocupante, por qué lo entendemos y por qué es bueno llamar a las cosas por su nombre. Que Badosa lo haya hecho en esta última entrevista es una gran noticia.

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