Patricio Garino: un heredero de la Generación Dorada que apuesta al negocio gastronómico y triunfa en España

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archivo/ AFV

Fue subcampeón del mundo en China, en 2019. Estuvo en dos Juegos Olímpicos (Rio de Janeiro 2016 y Tokio 2020), y compartió equipo con estrellas de la Generación Dorada. Estudió en Estados Unidos, y se graduó en la universidad George Washington. Tuvo un paso por la NBA, con la camiseta de Orlando Magic, y después continuó su carrera en Europa. Pero más allá del básquet, Patricio Garino, uno de los nombres más destacados de la selección argentina, encontró su nueva pasión en el mundo gastronómico.

Así nació Cachito Mío, la empresa que hoy encabeza junto a su mujer y otros tres socios. Con sede en Vitoria (España), tiene cinco locales en el País Vasco y apunta a expandirse por el continente europeo. “Estoy muy involucrado. No fue una inversión de capital y olvidarme, sino que realmente me gusta mucho. Estoy metido en lo que es la parte de negocio y me apasiona”, dice Pato a LA NACION desde las afueras de Paris, a donde se mudó hace pocas semanas luego de incorporarse al equipo Nanterre 92 para jugar este año la liga ProA de Francia.

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La idea de abrir un emprendimiento propio empezó casi “en chiste” cuando Garino, nacido en Mar del Plata en 1993, vivía en Vitoria y jugaba en el Baskonia, un equipo de la liga española radicado el País Vasco que tiene un fuerte lazo con la Argentina: allí se consagraron Luis Scola, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto y Pablo Prigioni, entre otros nombres destacados de la historia reciente del básquet local. Las salidas por la ciudad con su mujer Paula le abrieron las puertas de un nuevo sector.

Patricio Garino, su mujer y los otros tres socios de Cachito Mío.
Patricio Garino, su mujer y los otros tres socios de Cachito Mío.


Patricio Garino, su mujer y los otros tres socios de Cachito Mío.

“Como estuve ahí bastante tiempo, empezamos a buscar restaurantes argentinos, pero había solamente dos. Y justamente un día en el Baskonia nos hicieron una nota en uno de estos, con el dueño, que era argentino. Se transformó en el lugar para ir todo el tiempo, antes o después de los partidos, y nos terminamos haciendo amigos”, cuenta Garino, quien vivió en esa ciudad del norte de España entre 2017 y 2020.

Con el tiempo, el marplatense forjó una relación con Hernán Capurso y Pablo Ojeda, dos socios argentinos que ya habían puesto en marcha, cada uno, sus emprendimientos gastronómicos en esa localidad. “Pablo es dueño de Oh Malbec, iba a comprarle al restaurante para llevar, y muchas veces en broma me decía ‘A ver cuándo hacemos algo juntos’. Pero en un momento dejó de ser chiste y él fue el que tuvo la idea de hacer una casa de empanadas”, relata el exjugador de Orlando Magic.

El proyecto comenzó a tomar forma entre mails, llamados y reuniones virtuales, en los huecos que dejaba su agenda deportiva. Era 2019, y el plan de la gastronomía compartió tiempo con los entrenamientos de preparación y la disputa del Mundial de básquet en China, torneo en el que la Argentina brilló y se quedó con la medalla plateada.

“En el sur de España hay más argentinos y es más típico esta comida, pero en el norte no es tan común. Así se forjó la idea y cuando volví de China comenzamos la sociedad. De a poquito fuimos dándole forma, definir el rumbo que queríamos tomar y todo el camino de cómo hacerlo fue muy lindo”, cuenta el marplatense, que integra los seleccionados argentinos desde que tiene 14 años.

Ese tiempo coincidió, a su vez, con un episodio poco afortunado para su carrera: en noviembre de 2019, pocos meses después del subcampeonato mundial con la Argentina, Garino sufrió una rotura de ligamentos en su rodilla derecha en un partido por la Euroliga. Eso lo llevó al quirófano y lo mantuvo alejado de las canchas por más de cinco meses. Sin actividad deportiva, acompañó su larga recuperación con horas dedicadas a este nuevo emprendimiento. “Romperme los cruzados fue algo doloroso, pero sabía que no se podía revertir, y en los momentos donde uno se hace la cabeza, tener este proyecto me sirvió muchísimo”, recuerda.

Patricio Garino (de espaldas), atendiendo en un local de Cachito Mío.
Patricio Garino (de espaldas), atendiendo en un local de Cachito Mío.


Patricio Garino (de espaldas), atendiendo en un local de Cachito Mío.

Al trío inicial de socios se sumaron Paula Darras, su mujer, y Emiliano Trueba, un argentino que había trabajado en los restaurantes de los cofundadores y ahora se encarga de la preparación de los productos de la cadena.

Pese a sus exigencias como jugador profesional, que incluye viajes, entrenamientos y partidos cada semana, Garino se ocupa activamente de las cuestiones de negocio en la firma, poniendo en práctica herramientas que conoció durante sus cuatro años de estudiante en Estados Unidos. “Lo tomé como una idea de aprendizaje, de ver cómo funciona el mundo en la gastronomía. Yo siempre estuve en el mundo del básquet y no tenía experiencia fuera de ahí, pero mi título universitario es de Administración deportiva y Marketing, y abarca un poco todos estos temas”, cuenta el jugador, que dio sus primeros pasos en el básquet en el Club Teléfonos de Mar del Plata.

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Elegir el nombre fue, según Garino, “una de las partes más difíciles”. “Fue un dolor de cabeza. Queríamos algo que nos caracterizara pero que fuera acorde al mercado español y que se entendiera. Lo decidimos en conjunto, veníamos hablando y cayó un día que estábamos charlando con una chica que era de Vitoria, con la que trabajábamos el tema. No tiene ningún sentido especial, pero quedó bien y está pegando”, cuenta el marplatense, que usa el número 29 en su camiseta cada vez que juega con la selección argentina.

Una inversión inicial de 30.000 euros fue el paso inicial para la apertura del primer local, sobre la calle Pintorería, ubicada en el centro de Vitoria. “Era una inversión segura, no muy grande, para ver qué tal iba el proyecto, pero en ese momento no imaginábamos que iba a resultar en lo que es hoy”, recuerda el deportista argentino.

Pese a sus exigencias como jugador profesional, que incluye viajes, entrenamientos y partidos cada semana, Garino se ocupa activamente de las cuestiones de negocio en la firma, poniendo en práctica herramientas que conoció durante sus cuatro años de estudiante en Estados Unidos.
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Pese a sus exigencias como jugador profesional, que incluye viajes, entrenamientos y partidos cada semana, Garino se ocupa activamente de las cuestiones de negocio en la firma, poniendo en práctica herramientas que conoció durante sus cuatro años de estudiante en Estados Unidos. (Archivo /)

Esa primera tienda levantó sus persianas en febrero de 2020, apenas meses después de que los cinco hubieran comenzado a diagramar el plan de negocios. Era un espacio de 20 metros cuadrados en el que completaban todos los pasos. Además de vender sus empanadas a la calle, tenían una pequeña cocina en el fondo del lugar, donde preparaban todos los productos: compraban las tapas y luego cocinaban y horneaban las empanadas en ese lugar.

“Emiliano, el chef, es de La Plata, estudió allá, y tiene mucha experiencia en el sector gastronómico. Hizo una pasantía en Buenos Aires, se mudó a Barcelona en 2008, después trabajó en Londres ocho años en hoteles y estuvo un tiempo con el equipo de Fórmula 1 de Ferrari. También trabajó en Hong Kong y el Caribe. Realmente hacía magia para cocinar en esa cocina de espacio tan reducido. Es nuestro tesoro más cuidado”, bromea Garino.

Impacto de la pandemia

Pese a la buena recepción que tuvo el emprendimiento, y la difusión que implicaba tener a un jugador del equipo de básquet estrella de la ciudad entre los socios fundadores, Cachito mío sufrió el impacto inesperado de la pandemia de coronavirus. A pocas semanas de la apertura, la paralización de la actividad por las medidas de aislamiento dispuestas en España para intentar frenar los contagios de Covid-19 a comienzos de 2020 fueron un duro golpe para el plan de acción y crecimiento que habían diagramado para el emprendimiento, que tuvo que mantenerse en pie sin sus clientes en la calle.

Sin embargo, ese escenario abrió oportunidades que no habían tenido en cuenta inicialmente y que, en ese contexto, fueron un diferencial que impulsó las ventas. “Al mes de abrir nos agarró la pandemia, y realmente pensábamos que nos iba a afectar, pero fue todo lo contrario. Nosotros teníamos el servicio de delivery, y pudimos mantenernos solo con esa modalidad. En Vitoria no era tan típico, y no había muchos lugares de comida abiertos, entonces trabajamos muchísimo en medio de la pandemia. Además, nos sirvió para que más personas nos conocieran”, recuerda Garino, quien mantiene reuniones semanales con sus socios. El emprendimiento también tomó un perfil familiar: además de su mujer, sus padres -Oscar y Alicia- se mudaron a España y forman parte de la gestión diaria.

Patricio Garino se fue de muy joven a vivir a Estados Unidos, donde jugó en la liga universitaria mientras cursaba la carrera de Administración de Empresas y llegó a fichar con los Orlando Magic en la NBA
Twitter @BasketArgentina


Patricio Garino se fue de muy joven a vivir a Estados Unidos, donde jugó en la liga universitaria mientras cursaba la carrera de Administración de Empresas y llegó a fichar con los Orlando Magic en la NBA (Twitter @BasketArgentina/)

Desde que comenzó el emprendimiento, se encargan de la elaboración y distribución de los productos. Las tapas las compran en Madrid, a una panadería de un dueño argentino que las fabrica “con nuestra receta”. La oferta de la cadena mantiene el perfil de sabores argentinos, con las variedades clásicas de la gastronomía local. Empezaron con 16 opciones, aunque el menú luego fue modificándose y ampliándose con adaptaciones y nuevas ideas a partir de las demandas, gustos y hábitos típicos del País Vasco. “Crecer no fue fácil, porque en España a lo que se le dice la empanada es para nosotros la tarta. Tienen algo parecido, pero son muy caseritas y muy chiquitas, no con tantos sabores, algo más tradicional. Entonces, introducir un nuevo producto no fue muy sencillo, y por suerte tuvimos mucha ayuda en la difusión con mi imagen y el equipo”, relata.

Ese menú de 16 opciones, que preparaban en la cocina del primer local, incluía opciones “tradicionales” para el paladar argentino como carne, jamón y queso o espinaca, pero luego fueron avanzando con opciones con perfil más ‘gourmet’ y menos habituales para esta preparación, como el pollo al curry, el queso cabrales –un tipo de queso azul típico de la región de Asturias- o la cebolla caramelizada. También incursionaron en el segmento dulce, con empanadas de dulce de leche y Nutella.

“Fue mucha presión porque el País Vasco en sí tiene una gastronomía que es muy exigente y nos tuvimos que adaptar y abrir la mente en sabores más allá de lo tradicional. Algunos pueden ser medio polémicos (se ríe), pero hemos tenido una cantidad impresionante de sabores más gourmet, como cheseburguer, barbacoa, morcilla o chistorra con queso provolone. Ahora sale una de carne, provolone y chimichurri”, detalla Garino, quien evalúa las alternativas y nuevos lanzamientos entre sus socios, según la demanda de los consumidores.

Modelo exportable

El éxito del emprendimiento habilitó la rápida expansión de la cadena, que sumó dos locales más en Vitoria y llegó con tiendas a Logroño y Bilbao, siempre dentro del País Vasco. En ese proceso, también explotó su volumen de ventas: de las 2500 empanadas semanales que vendían en los comienzos, pasaron a más de 55.000 en agosto de este año. “Y los números dan para mucho más, porque en los meses de verano acá en España la gente está de vacaciones y se va de la ciudad”, se entusiasma Garino.

En ese plan, la empresa se expandió a nivel producción y logística. Con una inversión mayor, establecieron la fabricación de las empanadas a una planta propia de 300 metros cuadrados, donde mantienen el perfil “artesanal” que eligieron desde el comienzo.

Así, también se expandió el equipo: de las dos empleadas que acompañaban inicialemente a los socios fundadores, Cachito Mío pasó a contar con un plantel de 30 personas, distribuidos entre la atención de los locales y la producción, en un esquema oscilante de acuerdo a la temporada y la demanda. “No es una fábrica mecanizada ni con maquinaria. Nos enorgullece esto de no tener nada de línea, y por eso es que tenemos esa cantidad de empleados”, destaca el marplatense.

Patricio Garino, en el Mundial de China en 2019.
Cui Xinyu


Patricio Garino, en el Mundial de China en 2019. (Cui Xinyu/)

Un desafío apareció cuando su carrera basquetbolística lo alejó de España. Entre 2020 y 2021, Garino vivió en Lituania, cuando se sumó al Zalgiris Kaunas, ocasión en la que aprovechó para llevar sus empanadas a sus compañeros. “Los lituanos no tenían idea de qué era y quedaron fascinados. Ahora van a ir a jugar a Vitoria y me pidieron que quieren comer empanadas”, se ríe. Para esta temporada, emigró a las afueras de Paris. No obstante, cuenta que las herramientas de videoconferencia que se popularizaron durante la pandemia le permitieron mantenerse cerca.

En mi tiempo en Lituania estuve muy involucrado en la toma de decisiones. Estoy muy encima de los temas de números y la administración, y sigo el día a día. No es fácil a la distancia estar en todos los detalles, pero con los socios nos reunimos una vez a la semana por videollamada para ver proyectos, posible expansiones o formas de reducir costos. Y el tema de crecer con empleados fue un paso que tuvimos que dar. Hemos crecido mucho y estoy muy metido porque es algo que me apasionó”, se entusiasma. A su vez, Cachito Mío tiene su vinculación con Argentina: su community manager para la gestión de contenidos digitales vive en Mar del Plata.

Con el plan de estar al menos un año en Paris, Garino ya imagina los próximos pasos de su proyecto extra-basquetbolístico. Crecer en Europa aparece como su primera ambición.

“Mi visión a futuro un poco utópica sería avanzar en España, Portugal y Francia, y por qué no cruzar el charco y llegar a Estados Unidos. Argentina hoy no nos favorecería porque los costos y los números son distintos. El objetivo que real que tenemos es por ahora España. Crecimos en el norte, en el País Vasco, y el plan del año que viene es ir para abajo y explorar nuevos mercados”.