Paola Longoria, la brillante atleta mexicana que venció a todos: rivales, récords y saboteos

Paola Longoria durante los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.  (AP Photo/Rebecca Blackwell)
Paola Longoria durante los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. (AP Photo/Rebecca Blackwell)

Paola Longoria puso la primera piedra de su éxito con una victoria inesperada. Fue en el US Open de Raquetbol de 2008. Le ganó en la final a Rhonda Rajsich, la mejor del mundo en aquel momento y fuente de inspiración para la mexicana. Era un triunfo que rompía la lógica. Hasta ese momento, Longoria había soportado más derrotas que triunfos cada vez que viajaba al prestigioso torneo que aglutina a lo más selecto del circuito profesional.

"Para mí, a los 18 años, fue un shock emocional. Terminé mi carrera como juvenil, olimpiadas nacionales, campeones mundiales infantiles y juveniles. Desde los diez años hasta los 18. Cuando me estoy retirando de los torneos juveniles, llega esto. Cada año yo iba a foguearme y no pasaba ni la segunda ronda. Más tardaba en lo que tomaba un avión que en lo que me bajaba y perdía. Cuando gané este US Open, en el que ni siquiera tenía la preparación, me di cuenta de que le estaba ganando a la mejor del mundo. Entonces yo podía llegar a ser la mejor. Fue el torneo que me abrió el panorama", cuenta en entrevista con Yahoo! Deportes.

Ganadora de nueve medallas de oro panamericanas, tres centroamericanas y pentacampeona del mundo, Longoria mantiene una calma que le permite mirar con retrospectiva analítica los éxitos, pero con el presente fijado como prioridad. "El raquetbol para mí es todo. Al principio era un hobby, pero pasó el tiempo y me volví más competitiva. He ganado todo lo que se puede ganar, pero lo sigo disfrutando. Físicamente me encuentro muy bien. He cambiado cómo entreno: ahora es más calidad que cantidad. En el momento en el que ya no disfrute, cuando ya no tenga esa motivación, decidiré retirarme".

Longoria comenzó en el tenis, pero no le gustaba que le diera el sol en la cara. Y encontró en la cancha cerrada del raquetbol una solución que, sin embargo, venía acompañada del miedo a ser golpeada por la pelota: "Fue a los siete años. Era un cuarto cerrado y yo decía: 'está divertido'. Pero me daba mucho miedo. Me salía, dejaba abierta la puerta y le decía a mi compañera: 'te toca'. Me daban miedo los pelotazos, entrar con lentes. Ahora me han tocado pelotazos, raquetazos, lesiones fuertes. Gajes del oficio".

Alexandra Herrera, Montserrat Mejía, Samantha Salas y Paola Longoria, medallista de oro en Lima 2019. (Jaime López/Jam Media/Getty Images)
Alexandra Herrera, Montserrat Mejía, Samantha Salas y Paola Longoria, medallista de oro en Lima 2019. (Jaime López/Jam Media/Getty Images)

Aquella victoria sobre Rajsich confrontó a Longoria con el dilema de demostrar que no había sido casualidad. "No fue sencillo. Me fui a vivir a Estados Unidos y no podía ganar otra vez. Fue una frustración porque creí que nada más había ganado por suerte. Me quería demostrar a mí misma que había sido por mi capacidad. Sabía que debía trabajar duro, pero siempre creí en mi talento. Me di cuenta de que no fue un golpe de suerte, sino el inicio de mi carrera".

Longoria pasó a entrenar diez horas diarias —ahora entrena cinco— y notó que existía un saboteo de parte de los entrenadores estadounidenses, pues la preparación que recibía la saturaba y tenía un efecto contraproducente. "Veían ese talento en mí y lejos de ayudarme, me estaban perjudicando. Llegaba muy cansada a los torneos. Me veían como una amenaza porque era un deporte liderado por estadounidenses y canadienses. Ahí empezó al sueño de demostrarles que una mexicana podía liderar el ranking profesional".

Con los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 en la mira, la presión aumentó, y en ese momento un consejo de Bernardo de la Garza, director de la Conade de 2008 a 2012, lo cambió todo: "Tenía el nivel, tenía los tiros, tenía el juego... pero no tenía la psicología deportiva. Empecé a trabajar con Magaly Zerón, que me ayudó con el manejo de la presión, convertirla en una motivación. Saber que iba a jugar en casa, que era la oportunidad de que la gente volteara a ver el raquetbol. Logré las tres medallas de oro y que la gente conociera mi deporte".

Paola Longoria en Toronto 2015, en la categoría de parejas, en la que compitió junto a Samantha Salas durante un partido que las enfrentó a las argentinas María Vargas y Veronique Guillemette. (AP Photo/Julio Cortez)
Paola Longoria en Toronto 2015, en la categoría de parejas, en la que compitió junto a Samantha Salas durante un partido que las enfrentó a las argentinas María Vargas y Veronique Guillemette. (AP Photo/Julio Cortez)

Multimedallista en Guadalajara, la meta que se propuso Longoria a continuación fue titánica: quebrar la marca de 138 partidos ganados del canadiense Ken Waselenchuk, que había dicho que nadie le iba a quitar el récord y menos una mexicana. Paola no sólo superó el récord. Lo hizo pedazos: alcanzó 156 partidos sin perder en un lapso de tres años y ocho meses, con 37 títulos recolectados en el camino. Fue la misma Rajsich la que le quitó el invicto, en octubre de 2014. "Cuando me lo rompieron, creí que era el final de mi carrera".

Reinventarse en la adversidad

Todo lo que había conseguido Longoria comenzó a significar una carga, porque ya no veía el deporte como un goce, sino que vivía anclada a las estadísticas. "Lejos de disfrutar, yo lo empecé a ver como un número, como una obligación. Cuando dejas de disfrutar, de tener esa pasión en lo que te gusta... ya no era divertido, era fastidioso. Ya no quería jugar, estaba cansada. Pero fue mi decisión: nadie me dijo que tenía que ganar 156 partidos. Hoy me siento agradecida de esa época, porque me llevó a mis límites: me hizo conocer mi mente, mi estado físico. Cuando se rompe la costumbre de ganar, para mí fue como si me quitaran todo. Pero empieza el entendimiento de que hay torneos que a veces se ganan y a veces se pierden".

 

"Estuve una semana encerrada en mi cuarto. No quería saber del raquetbol. Yo decía que nadie me entendía. Me empecé a cuestionar si realmente lo hacía como obligación o porque me gustaba. En ese momento entendí que era mi pasión y que no lo iba a dejar por una derrota, porque una derrota no definía mi carrera. A veces te vuelves un títere que nada más piensa en números. Después ya ni conté las victorias ni las derrotas. No me metía en los números".

Paola Longoria perfectamente podría haber ganado varias medallas en Juegos Olímpicos, pero el raquetbol no forma parte del programa. "Los primeros años era una frustración. Estaba en mi mejor momento. Es un sueño, pero después entendí que no era algo que pudiera controlar. Lo que depende de mí es jugar mis torneos y ganarlos". Y aunque no ha podido participar activamente, ha estado presente como atleta juvenil invitada y también como analista deportiva.

Buscar el 'cómo sí', y el futuro que viene

Al igual que otros atletas mexicanos, Longoria ha enfrentado la falta de apoyo de la Conade y eso se hizo más evidente el año pasado, en el Campeonato Mundial que se disputó en San Luis Potosí, su tierra natal —y que terminó ganando, por quinta vez—. Ana Guevara, directora de la Conade, ha señalado que Longoria adeuda 1.6 millones de pesos de gastos no comprobados desde 2014. "Si no los hubiera comprobado, ¿por qué me hubieran seguido dando dinero? Si ni siquiera fue en la administración de Ana Guevara. Trato de no meterme en eso. No hay relación con la Conade. No me gustan los chismes ni los escándalos. Siempre he tenido el respaldo de mi familia y patrocinadores. Hoy en día no tengo el apoyo de la Conade, pero no me hago la víctima. Trato de buscar el cómo sí jugar los torneos. He tenido apoyo de la iniciativa privada, del Comité Olímpico Mexicano, de la Federación".

"Cuando ganas, todo mundo te quiere. Y cuando no, vienen las críticas. Tener un psicólogo deportivo antes implicaba que te dijeran que eras un deportista débil. Y no, la psicología deportiva forma parte de la preparación de un atleta".

Longoria ve como una opción real dirigir la Conade en el futuro y plantea la opción de que se busquen apoyos en la iniciativa privada. Es decir, aplicar generalmente lo que ella ha hecho en su carrera. "Sí, me lo he planteado, me gustaría. Tengo una maestría en Ciencias Políticas —estudió Ingeniería Mecánica Administradora como carrera—. Esa preparación me ha dado las herramientas para buscar el cómo sí. Es un reto diferente, pero va de la mano de lo que he vivido. He platicado con candidatos presidenciales que me han ofrecido la opción, pero también he puesto sobre la mesa en qué condiciones tomaría la Conade. Ahora sería buscar más dinero para todos los deportes, pero ver en qué condiciones se da. No es una varita mágica. Te encuentras con cosas que no se pueden cambiar, pero habría que buscar una reestructura".

El retiro no le asusta y dice que mientras su físico le responda, sin que nada sea forzado, ella seguirá compitiendo y su meta es retirarse siendo la número uno. Leyenda viviente del raquetbol, sus éxitos reflejan una constancia no apta para cualquiera. Y todo empezó con un triunfo que nadie creía posible. A quince años de distancia, Paola Longoria puede tener la certeza de que nada fue fortuito.

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