Novak Djokovic da un golpe en la mesa en su lucha por ser el GOAT

TURIN, ITALY - NOVEMBER 20: Novak Djokovic of Serbia poses with the trophy on the podium after his Final Single match against Casper Ruud of Norway during day eight of the Nitto ATP Finals at Pala Alpitour on November 20, 2022 in Turin, Italy. (Photo by Shi Tang/Getty Images)
Novak Djokovic levanta su sexto trofeo de las ATP Finals, igualando el récord de Roger Federer (Photo by Shi Tang/Getty Images)

El sexto título de Novak Djokovic en las ATP Finals fue mucho más que una gran victoria. Fue un auténtico golpe sobre la mesa en su lucha por ser recordado como el mejor tenista de todos los tiempos. Aunque en la lista de grand slams ganados sigue un paso por detrás de Rafael Nadal -el serbio ha ganado 21, por 22 del español-, hay algo en esta temporada 2022 que invita a pensar en que la cosa no va a acabar así... y que, aunque ese fuera el caso, hay mucho donde mirar más allá de los grandes.

Vamos con unos cuantos datos: el triunfo de Djokovic ante Ruud supuso su 65º gran trofeo, contando solo grand slams, Masters 1000 y las ATP Finals. Por comparar, baste decir que Rafa Nadal lleva 59 -los 22 grand slams, más 36 Masters 1000 más una medalla de oro olímpica- y que Roger Federer acabó su carrera con 54: 20 grand slams, 28 Masters 1000 y 6 ATP Finals. La cosa no queda ahí: Djokovic ha sido capaz de ganar cada uno de los catorce grandes torneos del año un mínimo de dos ocasiones. Si, por lo que fuera, en algún momento ganara otra vez Montecarlo, Roland Garros y Cincinnati, habría ganado todos como mínimo tres veces. Nadie se acerca, siquiera.

Aparte de eso, tenemos las 373 semanas como número uno. Pese a coincidir, más o menos, en el tiempo con Nadal y Federer, Djokovic ha encabezado la clasificación ATP sesenta y tres semanas más que el suizo (un año y pico) y ciento sesenta y cuatro más que el español. De hecho, sin querer ser injustos con la gran temporada de Carlos Alcaraz, es muy probable que sin las restricciones burocráticas fruto de su negativa a vacunarse contra la Covid-19, Djokovic habría acabado este año número uno del mundo con solo haber podido presentarse a competir en Australia y Estados Unidos.

Bastaría con contar los 2000 puntos que este año no repartió Wimbledon por la decisión del torneo de impedir la participación de tenistas rusos y bielorrusos para encontrárnoslo directamente en el número dos del ranking, a apenas 180 puntos de Alcaraz. En un año en el que todo se ha torcido, ha conseguido acabar entre los cinco primeros y llevarse un trofeo de cada una de las categorías que establece la ATP: el ATP 250 de Tel-Aviv, el ATP 500 de Astana, el Masters 1000 de Roma, el grand slam de Wimbledon y las ATP Finals. Una auténtica barbaridad que solo había conseguido antes Roger Federer en 2010, cuando se impuso en Australia, Cincinnati, Basilea, Estocolmo y las Finals.

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Si tenemos en cuenta que el serbio apenas defiende puntos hasta la temporada de tierra batida -final en Belgrado, semifinales en Madrid, título en Roma, cuartos en Roland Garros-, es muy probable que recupere ese número uno más antes que después. Las autoridades australianas ya han confirmado que le devuelven el visado y que puede entrar de nuevo en el país. En principio, Estados Unidos debería levantar sus políticas de inmigración al respecto, pues ya no tienen ningún sentido.

Si Djokovic empieza el año disputando el Open de Australia, Indian Wells y Miami, torneos que ha ganado 20 veces en total en su carrera, debería valerle para ir adelantando a Tsitsipas, a Ruud, a Nadal y finalmente a Alcaraz. Volvería así al número uno doce años después de haber llegado por primera vez y a punto de cumplir 36 años. En cualquier caso, sería absurdo quedarse en las cifras para plasmar la superioridad de Djokovic en el circuito: tiene más sentido referirse a su juego.

Desde el final del US Open en el que no pudo participar, Djokovic ha jugado diecinueve partidos y solo ha perdido uno, ante el danés Holger Rüne en el tercer set de la final de París-Bercy. Por el camino, ha ganado a ocho top 10 y se ha dejado solo cuatro sets, incluyendo los dos ante Rüne. Lo que ha hecho en Turín, pese a algunos extraños mareos en pista de origen no aclarado, es una barbaridad: jugó cada partido como si fuera la final, algo que nos tiene que preparar para lo que nos espera el año que viene. Ya clasificado para semifinales y sin nada en juego más que la honrilla, se fue a las tres horas y pico para doblegar a Daniil Medvedev.

Ese esfuerzo lo pagó contra Taylor Fritz y en el primer set contra Casper Ruud... pero no tanto como para hacerle perder un solo set ante ninguno de los dos. Ruud, finalista también en Roland Garros y en el US Open, pareció un pelele durante buena parte de la segunda manga, incapaz de ofrecer resistencia a los mandobles que mandaba el serbio desde el otro lado de la red. Un final feliz en toda regla para una temporada agridulce. El año que viene va a ir a ganarlo todo. Mientras Federer se retira y Nadal se llena de dudas, Djokovic muestra un hambre voraz, propia de un caníbal. Ya lidera prácticamente todas las clasificaciones históricas. Le queda solo la más importante y no tiene tiempo que perder. En un par de meses, lo mismo ya ha conseguido levantar su ansiado vigésimo segundo torneo de grand slam.

Vídeo | Djokovic gana su sexto Masters

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