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El uso de la 'pregunta mamporrera' con Zinédine Zidane cuando no hay nada que contar

Zinédine Zidane de brazos cruzados sentado en una grada.
Zinédine Zidane (centro) en las gradas del campo del Rayo Vallecano. Foto: Diego Souto/Quality Sport Images/Getty Images.

Quizás te sorprenda saber que Zinédine Zidane, el hasta hace poco entrenador del Real Madrid, acudió ayer a ver un partido al campo de fútbol de Vallecas, donde el Rayo Vallecano se enfrentaba al Girona en la eliminatoria por el ascenso a Primera División. El motivo es fácil de entender: su hijo Luca es el portero titular de los franjirrojos; por eso el técnico francés fue a apoyarle al pequeño estadio del suburbio madrileño. La presencia de una figura de su categoría no pasó inadvertida ni para los aficionados ni, por supuesto, para la prensa.

El periodista Sergio Quirante, del canal de televisión Gol, le abordó cuando se disponía a acceder a las gradas con intención de hacerle algunas preguntas relacionadas con su salida más bien abrupta del club blanco. A Zinédine no le hizo ninguna gracia, como cabía esperar. Pero no reaccionó de la manera habitual, haciendo caso omiso al entrevistador y marchándose de allí sin abrir la boca.

Al contrario: Zidane decidió encararse a él y hacerle ver que sus preguntas eran "una tontería". Por si fuera poco, añadió que el trabajo de Quirante es "de vergüenza" y luego le agarró para llevárselo aparte, sin cámaras, y hablar con él. Por supuesto, las imágenes se han hecho ya virales y están siendo comentadísimas.

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La actuación de Zidane, como casi todo lo que hace cualquier personaje público, ha generado enorme controversia y polarización en los dos bandos habituales. Por un lado, los que consideran que el entrenador se excedió, demostró mal carácter y menospreció la labor de un reportero que, a fin de cuentas, no estaba más que haciendo su trabajo. Entre estos se encuentra el canal que envió a Quirante, que recordó que la cuestión se había formulado con "respeto y educación". Por otro, los que opinan que ante semejante provocación es totalmente comprensible y justificable que el preguntado se irrite, e incluso que bastante moderado ha sido para lo que se merecía el acoso al que le sometieron.

Analicemos la situación desde el otro lado, el del periodista que hace la pregunta. En primer lugar, tengamos el entorno donde esta se produce: un lugar al que Zidane acude por motivos estrictamente personales y familiares, en el que no acude ostentando ningún cargo que ya no tiene. En este sentido, asaltarle para intentar sacarle las respuestas que procede dar en una rueda de prensa o una entrevista pactada más parece una invasión de la intimidad que a cualquiera de nosotros nos sentaría no demasiado bien si la sufriéramos.

Luego se puede discutir sobre el contenido de la pregunta en sí mismo. "¿Salió mal del Real Madrid con la carta?" alude a la misiva de despedida que se publicó en el diario As, en la que es cierto que se despachó con dureza contra la directiva del club. Ese texto se dio a conocer el 31 de mayo, es decir, hace ya dos semanas. Aunque el propio Zidane no se ha vuelto a referir a ella públicamente (lo cual no debería sorprender: su escrito servía justo para decir lo que tenía que decir), ha habido tiempo para analizarla hasta la saciedad y montar y desmontar todo tipo de teorías al respecto. No es que estemos ante una última hora que requiera sí o sí un análisis inmediato. Así que tampoco parece realmente necesaria, aunque aun así, quizás en el contexto adecuado sí que habría sido admisible.

Y también, claro, están las formas. Permítenos la licencia de utilizar como referente teórico un contenido humorístico como era el programa de televisión Sé lo que hicisteis, aquel espacio que lideraba Ángel Martín hace ya una década en La Sexta con el objetivo de exponer a los medios, particularmente a los del corazón pero vale para casi todos los demás, a sus propias vergüenzas. Lo que hizo Quirante se ajusta bastante bien a la definición que acuñaron en su momento de "pregunta mamporrera".

Una primera aproximación cordial de cortesía, en este caso muy genérica ("Mister, ¿cómo está? ¿Qué tal todo?"), una pausita para la respuesta (un murmullo apenas inteligible), y después el garrotazo con intención de buscar la polémica. Quirante aplicó el manual prácticamente al pie de la letra. Quizás le falló no haber "preparado el terreno" con otra cuestión banal antes de lanzarse al cuello. Desde el punto de vista ético tampoco habría sido la labor más digna, pero al menos tendría más probabilidades de llevarse la declaración que buscaba.

Era tan obvio como previsible que de una situación como esta, ni por el escenario ni por el tono elegido, no iba a salir ningún titular revelador sobre una historia de la que, con su sustituto Ancelotti anunciado, ya queda muy poco jugo que sacar. Lo que se pretendía no era más que buscar conflicto, intentar que Zidane saltara, y en cierto modo esa repercusión se ha logrado. Por supuesto, ni Quirante es el inventor del método ni probablemente sea él quien decida que la mejor forma de abordar a un personaje como el francés, en este momento en que no hay gran cosa que contar sobre él, sea esta tan incómoda. A partir de ahí, queda a criterio del espectador determinar si los términos "tontería" y "vergüenza" son exagerados o se ajustan a la realidad.

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