Zinedine Zidane, por sobre todo lo demás

GRA439. MADRID, 04/06/2017.- Los jugadores del Real Madrid mantean al técnico francés del equipo blanco, Zinedine Zidane, durante la celebración que el equipo madridista ha organizado esta noche en el estadio Santiago Bernabéu tras conseguir la Liga de Campeones, al derrotar a la Juventus en la final disputada ayer sábado en el estadio Millennium de Cardiff. EFE/Fernando Villar.

Históricamente, en el Real Madrid no se ha sabido respetar la figura del entrenador. Ni Miguel Muñoz ni Vicente Del Bosque ni Carlo Ancelotti han sabido ganarse la gracia de una directiva y una afición que siempre ha querido superponer la valía de los jugadores de sus plantillas a la de sus estrategas.

Por eso tras la consecución de la Duodécima Champions League del club, del Real Madrid podríamos pararnos a alabar mil cosas. Podríamos pararnos en Ronaldo, que tras su exhibición ante la Juventus de Turín selló muy probablemente su quinto Balón de Oro, empatando así a Lionel Messi, algo impensable hace 18 meses. Podríamos también destacar a Keylor Navas, que empezó la temporada lesionado, que pasó por un periodo de dudas en las que cometió errores de bulto que le pusieron en entredicho, que ha lidiado con rumores sobre su salida durante toda la temporada, pero que ha cerrado el año de manera espectacular y convirtiéndose en salvador del Real Madrid en varias ocasiones –incluida la final de la Champions League. Podríamos destacar a Casemiro, un obrero con mente de artista, que fue el primer y único cambio de Zidane al respecto del equipo que comandó Rafa Benítez durante seis meses anodinos, y que se ha convertido prácticamente en la piedra angular del conjunto. O quizás cabría destacar a Luka Modric, uno de esos genios bajitos, que acumula más fútbol en sus apenas 70 kilos de peso que muchos equipos enteros.

Sí, podríamos alabar a un mago como Isco, a un líder como Ramos, a la sonrisa hecha fútbol como es Marcelo, o a la garra con tres pulmones a la cual llamamos coloquialmente Dani Carvajal, pero estaríamos alejándonos de lo esencial, de donde empieza y termina todo, de la raíz de la cuestión. Estaríamos saltándonos por alto quizás lo más importante: que este equipo está donde está hoy gracias al buen saber hacer, al trabajo y a la mística de un entrenador con mayúsculas.

Zinedine Zidane y el partido soñado

Lo hemos comentado durante la temporada en este espacio. Si algo hace especial a Zizou como entrenador es su habilidad para no cometer el mismo error dos veces. Detrás de eso que muchos llaman flor, o suerte, hay horas y horas de trabajo, y hay una comprensión a nivel conceptual del fútbol que dejaría pasmados a muchos de los entrenadores new age, de esos que se autoproclaman especiales o diferentes.

Zidane no necesita hablar en rueda de prensa para demostrarnos que sabe de fútbol. Quien más quien menos recuerda su destreza con el balón en los pies y sobre todo sus dotes de mando. Los que renegaban de la capacidad del francés para trasladar la gloria de sus días de jugador a su nueva faceta de entrenador, se escudaban en su insoportable timidez, en su perfil bajo, en su incapacidad para dar un golpe en la mesa y ganarse la confianza del grupo. Sin embargo, como bien expuso Ancelotti en su biografía, “Quiet Leadership“, no siempre quien habla más y más alto es quien tiene más razón.

Cardiff (United Kingdom), 03/06/2017.- Real Madrid players Karim Benzema (L), Enzo Zidane and Raphael Varane (R) celebrate with the trophy after the UEFA Champions League final between Juventus FC and Real Madrid at the National Stadium of Wales in Cardiff, Britain, 03 June 2017. Real Madrid won 4-1. (Liga de Campeones) EFE/EPA/ANDY RAIN
Cardiff (United Kingdom), 03/06/2017.- Real Madrid players Karim Benzema (L), Enzo Zidane and Raphael Varane (R) celebrate with the trophy after the UEFA Champions League final between Juventus FC and Real Madrid at the National Stadium of Wales in Cardiff, Britain, 03 June 2017. Real Madrid won 4-1. (Liga de Campeones) EFE/EPA/ANDY RAIN

Zidane ha llevado ese mantra hasta el extremo. Sin saber exactamente como se maneja dentro del vestuario y en el día a día (aunque es cierto que se sabe que sus conversaciones han sido clave en las carreras de Varane, Benzema, Isco, Morata, Jesé o Ronaldo, y eso ya nos da indicio sobre como se maneja en las distancias cortas), el Zidane que se expone al público es un hombre conciliador, con una sonrisa tatuada en la boca, expresivo pero no pedante, capaz de encontrar el balance emocional incluso en los momentos más bajos, y humilde hasta la médula. Como botón una de sus declaraciones tras el 1-4 a la Juve en la final de la Champions. Al francés se le preguntó si era ya el mejor entrenador del mundo, y Zizou, ruborizado, contestó: “No, no, eso no. Para nada. Tengo la suerte de manejar un equipazo, eso es todo”, y se escabulló para no tener que aguantar el chaparrón de adulaciones que preveía se le avecinaba.

En su lugar, muchos otros se hubieran dado un baño de gloria. Muchos hubieran corrido a buscar los focos y un micrófono en el cual explicar qué habían hecho para cambiar el rumbo de una final que empezó con bastante mala pinta para los blancos, a pesar de lograr adelantarse en el marcador.

El Real Madrid saltó al campo con Isco Alarcón de titular, demostrando así Zizou que no tropezaría dos veces con la misma piedra –la de un Gareth Bale renqueante– en menos de un mes. Pero la Juve se mostró completamente enfurecida en una primera parte en la que hizo un desgaste físico brutal, y en la cual demostró que no había llegado a la final por casualidad.

Cabe recordar que la Vecchia Signora se presentó en Cardiff habiendo recibido sólo tres goles en toda la competición, todos tras jugadas a balón parado, y que se mostraban tremendamente sólidos en la retaguardia, hasta el punto de que al principio de la noche Gianluigi Buffon tenía las mismas posibilidades que Cristiano Ronaldo de llevarse el Balón de Oro 2017. Los de Allegri quisieron quitarse el sambenito de equipo defensivo rápidamente y no tardaron en empezar a manejar el juego a su gusto. Bien es cierto que tampoco inquietaron mucho a los blancos, que llevan meses mostrando una solidez defensiva inaudita también, sustentada en un 4-4-2 muy solidario donde todos corren y ayudan al compañero. Así, las primeras ocasiones fueron para la Juve, que asustó al Real Madrid con un gran disparo de Pjanic al minuto seis, para encumbrar aun más la temporada de Keylor Navas con una parada clave y antológica; una jugada personal de Higuaín después con más chicha que carne, y con otro cabezazo del argentino que no supuso mayor peligro para los blancos.

La Juve rondaba el área del Real Madrid y los blancos no encontraban la manera de saltarse la presión alta de los italianos. Sobre el césped se veía un barullo de jugadores blanquinegros inacabable. En ataque, Mandzukic era un tormento para Carvajal, sobre todo cuando le secundaba Alex Sandro por la banda, pero es que además, Higuaín, Dybala y Dani Alvés atosigaban al cuadro de Zidane hasta el punto de impedirles conectar con su línea de medios. Una vez el Real Madrid saltaba esa primera línea de presión, podía empezar a respirar, pero la Juve no se mostró muy tímida a la hora de cortar cualquier jugada que pasara del mediocampo con falta.

Yahoo Sports UK
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Sin embargo, en la primera conexión a alta velocidad del Real Madrid, Cristiano Ronaldo logró batir a Buffón y poner la primera piedra del muro de la victoria blanca. La jugada coral pareció pasar por todos los jugadores vestidos de morado en el estadio techado para la cita de Cardiff, pero no fue hasta que llegó a lo pies de Benzema que cobró verdadero peligro. El francés dio un masters sobre como manejar el juego de ataque del equipo sacando a los centrales rivales de posición, cayendo a la zona del “falso nueve” y jugando de pivote ofensivo para lanzar a los jugadores de banda y, sobre todo, a Ronaldo. En dicha jugada su combinación con el portugués acabó encontrando a Carvajal en la banda derecha, que llegaba como un avión, pero que tuvo la delicadeza de ceder en perpendicular al balcón del área en vez de colgar la pelota al mar de cabezas del punto de penalti, y desde ahí remato con precisión quirúrgica Ronaldo para abrir el marcador.

La Juve respondería a los seis minutos con un gol que pasará a la historia como uno de los más bonitos de una final de la Champions, y que de haber salido los bianconeri campeones hubiera encumbrado a Mandzukic a gloria mítica del equipo turinés, pero el control de los siguiente 25 minutos italianos quedó en nada cuando el Real Madrid volvió a agarrar las riendas del encuentro y selló unos últimos cinco minutos del primer ejercicio más que loables. Era el preludio de lo que vendría.

Como hemos dicho antes, Zidane es un hombre humilde. Lo más seguro es que no se querrá llevar las medallas por la mejora de actitud, el ajuste táctico, o el cambio del viento tras el descanso, pero a buen seguro sus palabras en el descanso calaron en los jugadores. El Real Madrid saltó tarde al segundo tiempo, con los hombres de la Juve ya colocados en el terreno de juego y probablemente rumiando que algo debían estar tramando sus rivales. Nada más empezar, se supo que los blancos no dejarían títere con cabeza.

Tras 45 minutos en los que Marcelo se dedicó a achicar agua y a controlar las peligrosas subidas de Dani Alves, los dos primeros balones que tocó en la segunda parte fueron bombas inteligentes que encontraron primero a Ronaldo y luego a Isco dentro del área juventina. El Real Madrid avisaba, le pillaba la espalda a la rocosa defensa de la Juve, y Allegri dio la voz de alarma: la presión cayó de repente en desuso y el 1-1 pasaba a parecer un resultado más que aceptable para los italianos.

Los de Zidane, por su parte, corrigieron todo en unos primeros cinco minutos del segundo periodo en el que los jugadores de ataque blancos empezaron a probar suerte ante Buffon. Modric, que acabaría como héroe de la noche, estiró la línea de cuatro centrocampistas hacia la banda derecha y de repente el peligro que había generado Mandzukic quedó en nada. Dos bajitos, pero extremadamente listos, como Carvajal y Modric secaron al gigantón juventino y dieron vuelta a un tablero que en la primera parte había visto como las subidas constantes por banda de Alex Sandro se convertían en un dolor de cabeza inimaginable, y en la segunda el genio croata y el pulmón de Leganés hicieron de ese carril una autopista a la gloria.

En el otro costado, Isco hizo lo propio. Se colocó de interior izquierdo para tapar el pasillo entre Pjanic y Alves, y circuitando esa conexión, con Casemiro encima de un Dybala que no pudo hacer ni una sola jugada de peligro en toda la noche, se acabó la Juve.

Goal.com
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A Allegri y los suyos les quedaba arroparse bajo el larguero de Buffon y esperar el chaparrón, rezando que el 1-1 pudiera aguantarse hasta el minuto 90 o que en una contra su equipo diera la puntilla final, pero el Real Madrid andaba desatado y el partido estaba justo donde más le gusta a los hombres de Zidane. Tras un rechace en un corner, Casemiro (quien lo hubiera pensado) rebaño un balón a 30 metros de la línea de gol y su disparo seco se coló junto al palo de Gigi tras rozar en Khedira. El éxtasis se apoderó de la afición del Real Madrid que veía, ahora sí, mucho más cerca la Duodécima Copa de Europa del club.

Minutos después, una gran jugada trenzada por la valentía y la astucia de Carvajal, y el talento de Luka Modric, acabó en los pies de Ronaldo, el killer de la noche que se llevó el MVP y un doblete contra Buffon con el cual se aseguró la Bota de Oro del torneo, a pesar de haber llegado a cuartos de final con sólo dos goles en su casillero.

Sporting News
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De ahí al final el partido se convirtió en un pasa calles del Real Madrid, que mantuvo a la Juve apretada junto a su portería y no fueron pocas las oportunidades que tuvieron los blancos para remachar una vez más el marco de Buffon. Isco se erigió en el gran triunfador de la noche, dándole la vuelta al partido y haciendo bueno el esfuerzo de Kroos y Casemiro en la recuperación. El malagueño se mostró una y mil veces y se convirtió en una fantasma que aparecía por cualquier esquina sin que nadie de la Juve supiera contenerle. Al final, Marco Asensio le dio remplazo para que se llevara una sonada ovación de todo el estadio, que reconoció (incluso los que iban vestidos de blanco y negro) que el malagueño está hecho de otra pasta, de la misma que están hechas las grandes estrellas de este deporte.

Curiosamente, su remplazo pondría la puntilla con el 1-4, cerrando así el círculo que él mismo abrió en la Super Copa Europea con el primer gol de la temporada para el Real Madrid, y dejando su nombre grabado para la posteridad: Marco Asensio disputará algún día el Balón de Oro con todas las de la ley. Queda dicho.

Los nombres y los números

Pero si decíamos al principio que podíamos destacar muchísimas cosas de la final y de la temporada del Real Madrid en general aunque la figura de Zidane debería ser prioritaria, no está de más repasar qué significó la final de la Champions sobre el papel para el club y para sus grandes estrellas.

Por un lado, recordar que era la primera vez que club alguno ganaba dos Champions Leagues de manera consecutiva desde que la competición cambió de formato en 1992. Desde el AC Milan de Arrigo Sacchi en 1989 nadie repetía tal gesta si tenemos en cuenta toda la historia del mejor torneo continental en Europa. Además, era la primera vez que el Real Madrid ganaba un doblete de Liga y Champions League desde 1959, la única vez que el equipo lo había conseguido en toda su historia. Las 12 copas, claramente, sitúan a los blancos como el mejor club de la competición, con el Milan inmediatamente detrás con siete títulos, pero es que también en la época moderna el equipo ha ganado más que nadie. Desde 1992 hasta esta parte, los merengues cuentan con seis títulos en su haber, uno más que el FC Barcelona, que se ha manejado con actitud dictatorial en la última década, pero que ve como su máximo rival le vuelve adelantar por la derecha en su torneo favorito.

Zidane es además el primer entrenador del mundo en ganar la Champions League por partida doble en sus dos primeras temporadas como entrenador profesional. Es decir, que en sólo 17 meses de entrenador Zizou ha levantado más copas de Europa que en toda su extensa carrera como jugador. Aparte, el francés se lleva el título honorífico al mejor susurrador de estrellas. Quedará para la historia el nombre de Zidane atado al hecho de que Cristiano Ronaldo accedió a dosificarse, llegando así como un bólido al final de temporada y siendo decisivo en los partidos en los que antes decían que se escondía. El portugués marcó cinco goles a Manuel Neuer, tres a Jan Oblak y dos a Gianluigi Buffon. Pero es que además cerró la temporada en Liga con dos goles al Sevilla, dos al Celta de Vigo y el primero de la victoria final ante el Málaga.

Yahoo Sports UK
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Un final de temporada espectacular para un jugador que tiene una competitividad inaudita hasta ahora en el mundo del fútbol. Con su actuación en el Millenium Stadium de Cardiff dejó prácticamente zanjado el debate sobre el Balón de Oro de este año, pues sin Mundial, Euro o Copa América de por medio, sus goles decisivos en la Champions y sus dos títulos con su club le deberían brindar su quinto Balón de Oro, empatando así a su máximo rival, Lionel Messi.

Ronaldo además se llevó la alegría de marcar el gol número 500 del Real Madrid en la Champions, con lo que su nombre queda –un poco más si cabe– grabado en la historia del club, que debe replantearse seriamente el lugar que quiere guardarle al portugués en sus anales. La comparativa con Di Stefano le ha quedado lejos siempre a todo el mundo, incluso a un Raúl que logró tres Champions Leagues tras 32 años de espera y superar al argentino como máximo goleador del club, pero lo de Ronaldo va camino de no tener parangón en muchísimo tiempo.

The Telegraph
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Así volvió el Real Madrid a Madrid. Con la Champions League bajo el brazo, con un Ronaldo en plan Julio Cesar delante de su ejercito a la vuelta de la batalla por las puertas de Roma, con un Sergio Ramos convertido ya sin discusión en el gran líder de un equipo que ha logrado moldear a su imagen y semejanza, y con un Zidane triunfador en todo lo que se ha propuesto, tal y como solía hacer en su época de jugador.

El francés ha sabido trabajar con la cabeza abajo, paso a paso, sin dar jamás un grito ni decir una palabra más alta que otra. Se ha llevado muchos palos, le han acusado de no tener personalidad, de sólo saber alinear a las estrellas, de no tener cintura táctica ni la sabiduría de otros grandes eruditos del fútbol moderno. Le han dicho muchas cosas, pero nunca le han borrado la sonrisa. Y por eso, en Cardiff, ganó el Real Madrid, ganaron sus jugadores, ganó su directiva, pero por sobre todos ellos, ganó la figura inamovible de Zinedine Zidane.

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