Yevgeny Prigozhin, el oligarca ruso que empezó vendiendo perritos calientes y hoy pone en jaque a EE.UU.

Su nombre no es excesivamente conocido, pero su influencia es muy importante hasta el punto que Estados Unidos ha puesto el foco sobre él. Yevgeny Prigozhin es uno de los grandes oligarcas rusos que ha construido su fortuna a la sombra de Vladimir Putin.

Las autoridades estadounidenses le acusan de intromisiones tanto en las elecciones presidenciales de 2016 como en las legislativas de 2018, tal y como cuenta BBC Mundo.

Yevgeny Prigozhin (Sergei Ilnitsky/Pool Photo via AP, File)
Yevgeny Prigozhin (Sergei Ilnitsky/Pool Photo via AP, File)

Los orígenes de este millonario, que hoy en día controla diversas empresas, son mucho más humildes. En su juventud fue encarcelado nueve años por robo y fraude y después montó un puesto de perritos calientes.

Pero los convulsos años 90 en el país supusieron una gran oportunidad de enriquecerse para muchas personas y Prigozhin se aprovechó de ella, convirtiéndose en un afamado proveedor de comida y también propietario de un lujoso restaurante del que Putin sería asiduo. Ahí se ganó su apodo de chef de Putin.

Pese a que no formaba parte de la élite tradicional del presidente, a partir de 2001 se integró en su círculo y sus negocios empezaron a florecer, aunque siempre ha intentado mantener un perfil bajo y ha guardado silencio sobre ellos.

Sí se sabe que su firma es la encargada de suministrar la comida a todas las escuelas de Moscú. También que sus aeronaves sobrevuelan con frecuencia los cielos europeos, africanos y asiáticos. Pero sin duda, la actividad que más preocupa a Estados Unidos es la que tiene que ver con la comunicación.

Yevgeny Prigozhin junto a Putin (Alexei Druzhinin/Pool Photo via AP, File)
Yevgeny Prigozhin junto a Putin (Alexei Druzhinin/Pool Photo via AP, File)

Prigozhin dirige Patriot, un grupo de medios nuevos pro Kremlin que se dedican a alabar al Gobierno y contrarrestar la propaganda anti Rusia que viene del exterior. Su labor está reportando muchos réditos al estado y se estima que su audiencia combinada es superior a la de la agencia estatal Tass o la televisión RT.

La controversia empezó cuando Estados Unidos le acusó de dirigir los esfuerzos de la Agencia de Investigación de Internet (IRA), a la que Estados Unidos acusa de ser “una fábrica de trolls”. Supuestamente desde su sede en San Petersburgo se coordinaron las tareas para influir en las elecciones presidenciales de 2016, que se terminaron saldando con la victoria de Donald Trump.

Acusación formal

Fruto de estas sospechas, el fiscal especial de Estados Unidos, Robert Mueller le acusó en 2018 a él, a su empresa Concord Catering, a sus socios comerciales y al IRA. Algo que no ha preocupado en excesivo al magnate que según la versión estadounidense también intentó influir en las legislativas de ese mismo año utilizando “personajes ficticios en las redes sociales y difundiendo información falsa”.

Estas campañas de influencia no son solo en suelo de Estados Unidos, ya que una reciente investigación de Facebook y la universidad de Stanford le vincula a operaciones de formación de la opinión pública en redes sociales en África. Una nueva polémica para el cocinero de Putin.