¿Y si Messi se va a la China?

Lionel Messi. EFE/Archivo
Lionel Messi. EFE/Archivo

Dicen los diarios locales en Barcelona, en especial la prensa deportiva, que el acuerdo entre Lionel Messi y el FC Barcelona, por el que el primero extenderá su contrato con el segundo, está “cada vez más cerca y que todo marcha bien, que no hay nada de qué preocuparse, que Messi pronto firmará el nuevo arreglo, que seguirá vistiendo la camiseta 10 azulgrana y viviendo en Cataluña”. ¿Y si no es así?

No sería extraño. Messi y, en especial, su padre, Jorge, mánager y director de la empresa que regenta y explota los derechos de su hijo, no quedaron muy a gusto con el caso que los enfrentó con la Hacienda española y que les hizo pagar, por delito de fraude fiscal, 4,1 millones de euros. Eso, sumado a una supuesta y mareante oferta de parte de un equipo de la Superliga de China, serían los culpables de que los Messi, padre e hijo, estuvieran dando largas a la firma de una segura renovación.

Ya en 2016 se habló de que el Hibei China Fortune, club entrenado por el chileno Manuel Pellegrini, y que cuenta con estrellas como Ezequiel Lavezzi y Gervinho, habría puesto sobre la mesa un contrato de cinco años por valor de ¡¡¡500 millones de euros!!! Con lo que el delantero ganaría 100 millones de euros netos por temporada. Algo muy por encima de lo que pueda ofrecer el FC Barcelona. Quizás por eso, el futbolista argentino, que termina contrato el 30 de junio de 2018, se lo podría estar pensando. ¿Quién no?

¿Y qué pasaría si Messi se fuera a la China? Además del terremoto mediático que esta noticia supondría, un sentimiento de duelo embargaría al pueblo culé. Sería tan espesa esa capa de luto, que igualaría la nube de polución que se asienta cada día sobre Pekín. Lo que no dejaría otro remedio que declarar a la capital china y la capital catalana como ciudades hermanas.

Minutos después de saberse el hecho, de que Leo Messi y Antonella Roccuzzo preparan las maletas para la aventura china, los ayuntamientos de toda Cataluña, Barcelona incluida, ordenarían por decreto izar las banderas a media asta. Ni hablar del “caganer”, esa figura de arcilla o cerámica haciendo sus necesidades básicas, que adorna el belén catalán cada Navidad, el “caganer” con la cara de Messi se iría a la baja, lo que haría temblar los mercados (navideños).

¡Ay! si Messi se va a la China, se llevaría el restaurante que abrió en Barcelona (en el número 86 de la calle Enric Granados) con su hermano, Rodrigo, los Adrià (Ferrán y Albert), y otros socios. Seguramente en el país asiático Bellavista del Jardín de Norte, que es como se llama el local, abriría sedes y sucursales y vendería franquicias hasta en la Muralla China. Sí, sería como una especie de McDonald’s chino, haciendo del plato estrella de Messi: milanesa napolitana a caballo, sin ser hamburguesa, la Big Mac oriental.

EFE/Alejandro García

Si Messi se va a la China, quizás no vuelva por su Rosario natal. “Lo queremos siempre con nosotros, no hay problema”, diría el presidente del club que lo contratase. No habría necesidad de que regrese a la Argentina, porque como ya lo hicieron con Cadaqués (el pueblo más oriental de la península ibérica en la Costa Brava), con la Gran Esfinge de Guiza, con la Ópera de Sídney, con la Torre Eiffel, con el Arco de Triunfo, y con el Capitolio de E.U., construirían una Pequeña Rosario a su alrededor, para que el futbolista estuviera a gusto. Una copia de la ciudad argentina pero en China. Todo por el hecho de que ellos, los chinos de mediana edad de hoy, también quieren ser abuelos para poder contarles a sus nietos un cuento que comience con la frase: “yo vi jugar a Messi”. Están en todo su derecho.

P.D. Y si al final no se va de Barcelona, también queda la opción de copiarlo. Made in China

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