¿Y si Klopp ha despertado a la bestia?

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Marcelo es un tipo especial y de eso no hay duda alguna. Su estilo es desenfadado, desgarbado; tiene mucho swing. Decía hace unas semanas Jesús Vallejo que el brasileño vive sin problemas, que siempre está cantando, sobre todo en la ducha. Esa forma de ser se nota en el campo.

Al brasileño se le ve subir la banda como un cohete y, cuando menos te lo esperas, se planta en la mediapunta para filtrar un pase genial, o se te cuela como extremo para centrar al segundo palo con precisión. ¿Quién sabe? Quizás hasta se saca un tiro con la derecha colocado a la escuadra o remata de puntera como buen goleador de fútbol sala.

Marcelo es imprevisible y eso le hace importantísimo en el esquema del Real Madrid. Es verdad que sus despistes también le han valido algún dolor de cabeza a Zinedine Zidane, pero como dicen en la plana alta del Real Madrid “Marcelo te da y te quita”. Yo iría más allá diciendo: Marcelo te da, y si alguna vez te quita, te da luego todavía más.

No se juega en el Real Madrid diez años de rebote y no se es considerado el mejor lateral del mundo durante más de una década por suerte. Marcelo tiene unas características que le hacen especial y es un gran defensa… aunque es cierto que destaca mucho más por lo que aporta en campo contrario.

Jürgen Klopp no se cortó a la hora de apuntar directamente al brasileño a escasos dos días de la final de la Champions League. El alemán apuntó que Marcelo es el eslabón más débil del entramado defensivo blanco, sugiriendo que quizás en esa banda es donde el Liverpool puede encontrar la forma de hacerle daño a su rival.

Pues quizás el técnico teutón le haya hecho un flaco favor a su equipo despertando a la bestia competitiva que lleva dentro Marcelo.

Ya lo dijo el mítico Roberto Carlos, de quien Marcelo recogió el testigo en el lateral izquierdo merengue, durante una retransmisión de Real Madrid TV: “A Marcelo mejor no enfurecerle, porque cuando está centrado es imparable“. Y vaya si lo es. Este año quizás lo haya demostrado más que nunca. Marcelo ha marcado contra el PSG, contra la Juve y contra el Bayern en cada una de las rondas eliminatorias de la Champions League.

En Munich, un error suyo le costó muy caro a los blancos. Su dejadez a la hora de defender su banda abrió un hueco imperdonable por el cual se metió Kimmich para poner el 1-0 en el marcador. Tras la jugada, la cara del brasileño estaba desencajada y la repetición de las imágenes le delataba: había bajado al tran-tran desde campo contrario. Minutos después, sería él mismo quien pondría el 1-1 con un verdadero golazo al enganchar una volea ajustada al palo tras un centro de Dani Carvajal.

Porque Marcelo te da y te quita, pero siempre que te quita te da luego más.

Cabe recordar que le brasileño no fue titular en la final de 2014 en Lisboa. Había tenido un gran año, Sin embargo, llegado el momento culmen dede la temporada, Carlo Ancelotti confió en la seguridad defensiva de Fabio Coentrao antes que en la magia de Marcelo, y su sonrisa desapareció.

La cara del brasileño en el banquillo de Lisboa era todo un poema. Marcelo esperaba con ansias su momento de saltar al campo y Ancelotti le dio el balón junto a Isco en el minuto 69 perdiendo 1-0 en el marcador. Su entrada fue como una señal divina: Los madridistas supieron que con ese cambio se ganaba la final.

Marcelo firmó casi una hora de fútbol para el recuerdo, cerrando su banda, recuperando, apoyando en la salida, sorprendiendo desde atrás. Se asoció con Isco, con Di María, con Modric, con todo el que estaba dispuesto a jugar al fútbol. Y marcó. Fue el hombre que sentenció el partido con una jugada de puro arrebato, donde su slalon inicial rompió las bisagras del conjunto colchonero, y su sprint por el mediocampo desconcertó a la defensa. Nadie le salió al paso, todos corrieron hacia atrás a cubrir a Di María, Ronaldo o Bale, los posibles receptores de su pase. Pero Marcelo, más listo que nadie, apuró hasta llegar al borde del área y entonces largó un zapatazo que encontró despistado a Courtois y se convirtió en el 1-3, en plena prórroga.

Fue el gol que desató la euforia, el que permitió respirar y disfrutar. Ancelotti y Zidane lo gritaron en el banquillo. Xabi Alonso y Nacho en la grada. Marcelo lo celebró con furia, quitándose la camiseta y con cara de reivindicación. Habían desatado a la bestia.

El resto del partido fue un concierto del carioca. Se plantó en el mediocampo y dirigió la orquesta. Se convirtió en el capitán general que ha sido hasta el día de hoy, cuatro años después de aquello.

Por eso parece poco prudente que Jürgen Klopp haya personalizado los problemas defensivos del Real Madrid en el brasileño. Si quedaba alguna duda de que Marcelo pudiera estar lo suficientemente metido en el partido a nivel defensivo, el técnico con su comentario las ha eliminado. Apuesto lo que sea a que Marcelo puede incluso acabar como el mejor jugador del encuentro.

Es lo que tiene este futbolista: es imprevisible con el balón en los pies, pero un as cuando le tocan el orgullo. A sus 30 años está a un partido y a un gol de convertirse en una leyenda intachable del club merengue y del fútbol en general, y será muy difícil que deje escapar esa oportunidad.

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