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El modelo de vestido que le queda bien a todos los tipos de cuerpo, según expertos en moda

Durante muchos años, las mujeres nos hemos puesto los pantalones en todos los sentidos. Hemos luchado por un lugar y hacer oír nuestra voz. Aún hoy, muchas luchan por cosas que para otras son tan básicas como el derecho sobre nuestro propio cuerpo, y muchas otras estamos continuamente destacando el valor del trabajo y el esfuerzo femenino.

Esta frecuente confirmación de lo que somos, también se evidencia en nuestra forma de vestir. En busca de la comodidad y de tener mayor libertad de movimiento comenzamos a usar pantalones, botas y otras prendas que antes eran usadas por los hombres.

El uso del pantalón fue toda una conquista para la mujer, que comenzó a emplearlo como ropa de trabajo e incluso, como ocurrió en México, como vestuario para ir a la batalla.

Coco Chanel (Getty Images)
Coco Chanel (Getty Images)

En el ámbito de la industria de la moda, explica Elvira de Parés, directora del Instituto de diseño Brivil, Coco Chanel fue determinante como diseñadora, porque liberó la estructura corporal femenina e incorporó el uso del pantalón y textiles determinados para la ropa masculina como el tweed y la lanilla.

Es a partir de los años 20 cuando la mujer se corta el cabello, acorta la falda y en lo sucesivo asume mayor control de lo que usa, acorde al contexto histórico y económico.

Pero... ¿qué pasó con los vestidos?

El vestido quedó relegado para las ocasiones especiales, para esos momentos en que valiese la pena sacrificar la comodidad, como fiestas, cocteles, e incluso, en el ámbito del espectáculo, las alfombras rojas, donde el pantalón es noticia cuando lo usa una mujer.

Las razones que algunas argumentamos para no usar vestidos contemplan que la actividad del día no lo amerita, que nos gusta usarlos con tacones o hasta por el fastidio de tener que depilarse las piernas; pero esta prenda nos conecta con nuestra versión más femenina y hasta práctica. Tomemos control de la situación y aprovechemos sus ventajas, pues lucir seguras y empoderadas va más allá de las prendas que usamos.

(Getty Creative)
(Getty Creative)

Sus ventajas

Usar vestidos simplifica el momento frente al clóset. Sí, ese en el que decimos “no tengo qué ponerme” o “con qué va bien esta blusa”. El vestido es una sola pieza sin claves para combinar, que además puede ir muy bien con zapatos bajos. Son perfectos para los días cálidos, pero también son versátiles pues lucen fantásticos con chaquetas, chamarras o suéteres.

Hablando de comodidad, el vestido deja fluir tu figura. No marcará líneas indeseadas y no comprime el estómago, o las piernas. Además, unifica la silueta ofreciendo un efecto óptico más estilizado. Desde el punto de vista anímico, al resaltar tu lado más femenino, te hace sentir radiante.

La ventaja económica es también destacable. El vestido es una sola pieza, que al combinarla con distintos accesorios ofrece distintas posibilidades, mientras que cuando adquieres un pantalón, por lo general debes pensar en combinar con, mínimo, dos piezas más para poder usarlo varias veces.

El modelo que le queda bien a todas

La profesora Elvira de Parés explica que hay un modelo que les queda bien a todas las figuras femeninas. Se trata de los vestidos de líneas rectas, como el famoso Mondrian de Yves Saint Laurent. “Las líneas rectas estilizan y unifican la silueta. El Mondrian, sin mangas y cuello redondo tiene un diseño versátil y favorecedor tanto para las mujeres muy delgadas como para las más robustas”.

(AP Photo/Remy de la Mauviniere)
(AP Photo/Remy de la Mauviniere)

Otro modelo de vestido que se amolda a todas las figuras y permanece vigente en el tiempo, más allá de las tendencias, es el wrap dress.

Diseñado por Diane Von Furstenberg en la década de los 70, el vestido envolvente anudado a un lado se convirtió en un icono del vestuario femenino y emblema de la moda.

(Getty Creative)
(Getty Creative)

Amira Saim, editora de Vogue México, asevera que Diane Von Furstenberg creó el traje perfecto para estas mujeres que tenían compromisos y que tanto el día como la noche eran horas que debía aprovechar. “En resumen, su capacidad de lucir adecuado en cualquier ocasión, lo convirtieron en un best-seller en 1975”. Hoy en día, sigue siendo pieza fundamental del clóset femenino.

Vale agregar que, según explica Parés, hoy más que nunca es muy pertinente elegir piezas versátiles como estos modelos porque el consumidor de la “nueva normalidad” será más culto, valorará más la atemporalidad, la calidad, y orientará sus intereses a propuestas más sustentables.

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