Estados Unidos aprende la última lección del fútbol: el drama

(AP Photo/John Raoux)
(AP Photo/John Raoux)

Reza una frase repetitiva y bizarra que el fútbol llegó para quedarse en Estados Unidos. Eso lo han sabido todas las selecciones estadounidenses desde hace unos 25 años.

Sin embargo, aún cuando han saboreado las mieles del éxito a nivel de Concacaf, había una lección ineludible en el fútbol que les restaba por aprender: el drama.

Acostumbrados a llegar clasificados a las últimas dos jornadas de la clasificación, para Rusia 2018 al equipo de las barras y las estrellas le ha tocado cambiar entrenador por primera vez en 25 años en una hexagonal final y ver desde abajo a otras selecciones como México y Costa Rica en el umbral de su clasificación.

Antes del juego ante Panamá, la premisa era clara: apelar al sentimiento inclaudicable del atleta estadounidense que nace, crece, se reproduce y muere buscando la gloria a todo nivel.

Una nación, un equipo. Fue el sentimiento predominante en el Orlando City Stadium. El olor a drama inundaba las calles como nunca antes.

Y es que Estados Unidos, sufre del síndrome de otras selecciones como Argentina y Holanda, que pese a ser favoritas en sus regiones aún ven de lejos el panorama mundialista.

El tema llegó a tanto que provocó la decisión de Bruce Arena de permitir la llegada de otro ex seleccionador, Bob Bradley, para sumar en este proyecto.

Ahora todos suman, porque la resta de voluntades equivale a un pasaporte al abismo. Estados Unidos aprendió a ganar, a disfrutar, a regodearse de su facilidad de clasificar y de la paz de la que gozan sus entrenadores para terminar procesos.

La selección de Estados Unidos apeló a su sentimiento de unión y fuerza.
La selección de Estados Unidos apeló a su sentimiento de unión y fuerza.

Pero faltaba la lección más importante: la de sufrir para levantarse. ¡USA! ¡USA! ¡USA! Fue un grito interminable que terminó por complementar un ambiente lleno de sentencias en contra del equipo dirigido por el colombiano Hernán Darío Gómez.

No solamente hay que clasificar al Mundial, hay que demostrar que los accidentes son parte del fútbol, pero que todo tiene una solución.

El 4-0 de Estados Unidos sobre Panamá dejó tres lecciones: que Christian Pulisic es el mejor jugador juvenil de la Concacaf, que Rusia cada vez está más cerca y que Estados Unidos, en el fútbol, ya sabe lo que es sufrir y levantarse.

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