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US Open. Victoria Azarenka, de la oscuridad personal a disfrutar del tenis y de la vida como nunca

Victoria Azarenka reconoce, sonriendo, que sigue siendo un poco "arrogante", como en su "otra vida", cuando alcanzó el número 1 del ranking de la WTA y permaneció en la cima del mundo durante 51 semanas, entre 2012 y 2013. Sin embargo, aquella tenista bielorrusa, que por momentos alteraba con actitudes ácidas y gritos irritantes, parece no existir más.

La Azarenka actual, de 31 años, luce sensible y terrenal, más auténtica, aunque igual de competitiva. Severas lesiones y problemas matrimoniales por la custodia de su hijo, Leo, nacido en 2016, la mortificaron durante años y la empujaron a evaluar el retiro. Pero, libre de molestias físicas y obstáculos familiares, volvió a disfrutar en la cancha. Hace unos días, en Nueva York, conquistó el torneo de Cincinnati, el primer título en cuatro años (Miami 2016 había sido el último). Ahora, en el US Open, avanzó a los octavos de final, instancia a la que no llegaba en un Grand Slam desde Wimbledon 2017. Saborea una nueva oportunidad en el deporte (y en la vida).

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"He cambiado mi forma de practicar. Me quité el miedo a fallar, lo cual ha sido realmente poderoso para progresar", explica Azarenka, que después de debutar en Flushing Meadows eliminando a la austríaca Bárbara Haas (139°), dio un golpe superando a su compatriota y 5ª favorita del certamen, Aryna Sabalenka, y a una de las joyas de la nueva generación como la polaca Iga Swiatek, de 19 años y 53° del mundo. En tiempos de tenistas modernas que parecen salidas del mismo molde y le pegan muy fuerte a la pelota, Azarenka juega con maestría y armonía, aprovechando la velocidad y el peso de la pelota rival, pero construyendo los puntos con inteligencia y paciencia. La próxima rival de "Vika" en el US Open será la checa Karolina Muchova, 26° del ranking.

Azarenka, actual 27° del ranking, es una de las tres tenistas madres en la cuarta ronda del Abierto de los Estados Unidos. La leyenda estadounidense Serena Williams y la búlgara Tsvetana Pironkova, las otras. "Por supuesto que el Covid-19 ha sido algo terrible, pero para mí, me hizo hacer una pausa y realmente revisar muchas cosas por mí mismo. Y sabía que si quería lograr este último regreso, tenía que hacer las cosas de manera diferente. No puedo seguir intentando entrar en el mismo círculo, ya saben, cada vez, 'Oh, estabas así en 2012, 2013'. No, ni siquiera recuerdo cómo fue. Entonces sabía que necesitaba encontrar nuevas formas de poder progresar, ser feliz en la cancha y seguir avanzando", apuntó Azarenka, que ostenta 21 títulos (incluidos Australia 2012 y 2013) y 17 finales (dos, esas mismas temporadas, en el US Open).

Después de haber sufrido la oscuridad y superado los obstáculos, ¿le importa realmente si gana o pierde, habiendo conseguido regresar a la elite del circuito? Sí, claro. "Por supuesto que me importa. No me voy a sentar aquí y decir que no me importa si gano o pierdo. Claro que me importa. Soy muy competitiva. Pero mi forma de pensar es un poco diferente", reconoce durante una rueda de prensa virtual, en Nueva York. Está en la ciudad junto con su equipo y también con su madre y su hijo. A diferencia de la mayoría de los jugadores que se instaló en la burbuja sanitaria creada en dos hoteles de Long Island, ella y su grupo optaron por alojarse en una casa privada, que también se rige bajo el protocolo de la Asociación de Tenis de los Estados Unidos (USTA) y de las autoridades sanitarias de la ciudad. "Me gusta estar más en la escena privada, especialmente cuando tengo a mi hijo conmigo. Cuando estoy sola, es una prioridad un poco diferente para mí. Pero quiero lo mejor para él. Cuando viene conmigo a los torneos, los arreglos son un poco diferentes".

Baby shark ?? Mommy Shark ??

Una publicación compartida de Victoria Azarenka (@vichka35) el 13 Feb, 2019 a las 1:25 PST

Azarenka ganó más de 30 millones de dólares por torneos oficiales, es doble medallista olímpica (en Londres 2012 ganó el bronce en singles y la medalla dorada en doble mixto, junto con Max Mirnyi) y suma más de 500 victorias en el circuito. Pero, recién hoy, dice haber alcanzado la plenitud. "Siento que siempre he sido apasionada, pero la alegría de jugar y de aceptar el proceso, todo lo bueno y lo malo de ese proceso, nunca lo había sentido antes en mi carrera, incluso cuando era el número uno, cuando ganaba Grand Slams. Nunca pude alcanzar ese nivel de felicidad en la cancha, esa alegría en el court. Hoy sí disfruto de eso", cuenta y se le ilumina la mirada, como cuando abraza a su hijo.

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Sonríe, disfruta. Se divierte. Y hasta confiesa que cada día mejora su español. Perfecciona el idioma escuchando canciones de reggaetón de los colombianos Maluma, J Balvin y Karol G. "Soy muy, muy tímida para hablar en español, pero escucho mucho. Veo películas en español y esas cosas. Entonces, necesito un poco más de tiempo para demostrar mi habilidad. Ya gritaré '¡Vamos!' dentro de un partido. No como lo hace Rafa [Nadal], pero quizás más adelante".

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