US Open: las razones detrás de la rápida salida de los argentinos en Flushing Meadows

Después de apenas tres días de competencia, ya no quedan argentinos en carrera en los singles de este US Open 2020. Demasiado poco duró la ilusión, demasiado rápido el adiós luego de varios meses de angustiante espera por un circuito que entró en hibernación por la pandemia. De los seis jugadores de nuestro país que acudieron a los Estados Unidos para internarse en la burbuja de Nueva York, apenas dos superaron el primer escollo, Juan Ignacio Londero y Federico Coria, los que se despidieron en la noche del miércoles; Diego Schwartzman, Guido Pella, Federico Delbonis y Leonardo Mayer tropezaron en el estreno.

Guido Pella, tras la polémica en el US Open: "Nos sentimos solos y discriminados"

A la luz de los resultados, es la actuación global más baja de una delegación nacional en el abierto estadounidense desde 2015. Aquella vez, sólo participaron cuatro: Delbonis, Mayer y Pella perdieron en primera, y Schwartzman avanzó en segunda, donde perdió con Rafael Nadal. Un saldo con sabor tan escaso como el de esta temporada.

¿Sorprende? No tanto. El balance en lo numérico es magro, pero siempre es conveniente tener en cuenta los detalles, revisar los matices y analizar con detenimiento lo sucedido, mientras los seis jugadores ya están con el foco puesto en Europa, con la idea de recuperar terreno en la gira de polvo de ladrillo que se mudó de abril-mayo-junio al otoño del Viejo Continente. Aquí, algunas de las razones de la debacle.

Se jugó mal. En concreto, es lo que le sucedió a Diego Schwartzman, que llegaba al segundo Grand Slam del año como noveno preclasificado y una llave razonablemente interesante para al menos hacer pie en la segunda semana, con un hipotético cruce en octavos de final frente a Alexander Zverev. Pero naufragó en el debut contra el zurdo Cameron Norrie, después de estar dos sets arriba. Entre los números de ese partido, surge un manchón: 80 errores no forzados. "No sé si en algún otro partido tuve tantos", consideró el Peque, que además terminó acalambrado.

Lejos de esquivar la realidad, el jugador argentino mejor ubicado en el ranking ensayó una autocrítica certera y saludable: "Me voy con pocas cosas positivas, fueron dos torneos malos para mí [junto con Cincinnati, donde perdió en segunda rueda]. Debo seguir compitiendo y ver si puedo mejorar. Después de tantos meses, es frustrante venir y jugar por debajo de mis expectativas. No le voy a echar la culpa a la cuarentena: jugué mal". Una buena: la caída prematura no afectará su ranking por los cambios dispuestos en el modo de distribuir los puntos (toma los mejores resultados de 2019 y 2020), y mantendrá lo conseguido el año pasado en Nueva York, cuando llegó hasta los cuartos de final.

La falta de ritmo. El US Open fue, para todos los sudamericanos, apenas el segundo torneo que jugaban desde principios de marzo. Varios jugadores europeos tuvieron bastante tiempo menos de descanso forzado, retomaron antes las prácticas y unos cuantos jugaron exhibiciones -tal como Novak Djokovic y su controvertido Adria Tour por los Balcanes- o campeonatos. Uno de estos casos es el de Cameron Norrie, el zurdo que eliminó a Schwartzman y a Federico Coria, y que en junio disputó el Battle Of The Brits, un certamen nacional inglés, en el que finalizó tercero, detrás de Dan Evans y Kyle Edmund. Londero contó al respecto: "Nosotros estuvimos dos meses sin jugar, y cuando empezamos a entrenar ellos ya estaban jugando. Hablé con (Richard) Berankis, y me contó que él jugó seis torneos antes de Cincinnati, y eso le había servido un montón, sobre todo en la parte mental".La superficie. Aun cuando la mayoría tuvo varios días para adaptarse, los que ya habían jugado previamente el US Open encontraron el cemento entre un 20 y un 30 por ciento más rápido respecto del año pasado. Sin ser un factor determinante, influyó para quienes venían de varios meses sin el necesario ritmo de competencia sobre este terreno. Un caso singular fue el de Coria: el hermano menor de Guillermo tiene experiencia mínima en hard, con apenas 12 partidos en cemento en los Challengers, y alguna participación previa en la qualy del abierto estadounidense. "Yo estoy aprendiendo a jugar en cemento, recién este año hice un poco de preparación en la pretemporada. Si el ranking me lo permite, voy a jugar más en canchas rápidas", aceptó el 103° del mundo.Circunstancias excepcionales. Ya de por sí, el hecho de estar aislados en Nueva York sin poder salir a cualquier lado en Manhattan y jugar con tribunas desiertas es algo fuera de lo común para los profesionales de la raqueta. Pero si hubo alguien afectado por acontecimientos fuera de lo común, ese fue Guido Pella: le tocó ser excluido de Cincinnati porque Juan Manuel Galván, su preparador físico, dio positivo de Covid-19 en un test. A pesar de que el zurdo bahiense dio siempre negativos en sus tests (9, en total), debió permanecer aislado en su habitación durante varios días, y cuando se le permitió entrenarse, debió acudir a una cancha en una casa a media hora del hotel, sin poder medirse con otros jugadores con excepción del boliviano Hugo Dellien. "Eran condiciones horribles, siempre teniendo que ser custodiados", resumió Pella, que recién pudo entrenarse en Flushing Meadows el día previo a su partido. Resultado: perdió con el casi desconocido J. J. Wolf en cuatro sets, luego de dos semanas sin el menor asomo de preparación adecuada para un torneo de esta magnitud. Un trago amargo que llenó de furia al bahiense, que no dudó: "Nos sentimos solos y discriminados. Fue una de las injusticias más grandes que un deportista puede vivir".Rivales superiores. Los riesgos de la "bolsa" del sorteo. A Federico Delbonis le tocó debutar contra Daniil Medvedev, tercer favorito y finalista del US Open 2019; no jugó mal el zurdo de Azul, pero no tenía los argumentos necesarios para inquietar a uno de los jugadores más en forma del tour y muy cómodo en este terreno. Una situación similar vivió Leonardo Mayer, que tuvo como adversario a Milos Raonic, finalista la semana pasada en el mismo escenario, en el Masters 1000 de Cincinnati. "Él fue muy superior, me ganó muy fácil. Raonic es un jugador que le pega fuerte a todo, viene con confianza, saca muy potente, y encima erró poco. No me dio ningún margen", se resignó el correntino.