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Una nueva reina ha llegado a la adictiva The Crown

Foto; Cortesía Netflix
Foto; Cortesía Netflix

La muy esperada tercera temporada de The Crown comienza con un desayuno enojado. La reina, ahora de 38 años (Olivia Colman, la acriz ganadora del Oscar en 2019, que reemplaza a Claire Foy) ha visto las fotos de su perfil para los sellos y la moneda oficiales, lo que refleja su transición de monarca novata a “soberana establecida”, como su delicadamente secretaria privada lo dice (“¿vieja bruja?”, fue su propia opinión), y está desquitándose con la mermelada y las tostadas. Es lo más expresiva, como cabeza del clan Windsor, que puede ser por protocolo. La señora es, después de todo, Elizabeth Alexandra Mary, la reina soberana del Reino Unido y todos sus territorios.

La nueva temporada de la galardonada serie comienza en 1964 y termina 13 años después con el jubileo de plata que celebra los 25 años del reinado de Isabel II, y va sazonada con todos los dramas personales, las maquinaciones tras bambalinas y una monumental figura antagónica en la princesa Margarita (ahora interpretada, con un desdén magistral y una excentricidad entrañable, por parte de una enorme Helena Bonham Carter), mientras que Tobias Menzies, como el príncipe Felipe, recibe (y seguro disfrutó) algunos de los mejores diálogos, pero también merece una mención especial por su cuidadoso retrato de un hombre encantador, brutal y herido; figuras que le dan soporte de primera a Colman, así como sabor y un carácter irresistible a los capítulos.

Al igual que las dos temporadas anteriores, cada uno de los 10 episodios de la serie se centra en un momento diferente durante el reinado, ya sea centrado en la monarca o en un miembro de su famosa familia. Gracias al paso del tiempo, los adolescentes Charles y Anne (o bien, el príncipe de Gales y la princesa Ana) figuran mucho más, y con ellos traen una perspectiva sorprendentemente triste sobre lo que debe haber sido ser un niño en la familia real, particularmente el heredero al trono a una edad temprana, como lo interpreta, con un toque de melancolía Josh O’Connor, mientras que Erin Doherty brinda un cariz de humor y simpatía instantánea a la única hija de la reina, uno de los personajes de los que menos se sabe en los medios –siempre ha sido franca y sincera, pero reservada-, convirtiéndola en la revelación de la temporada.

Foto: Cortesía Netflix
Helena Bonham Carter como la princesa Margarita | Foto: Cortesía Netflix

Por otra parte, el show también se ocupa del lado político del reinado, esta vez enfocándose en el gobierno laborista de Harold Wilson, (interpretado por un fantástico Jason Watkins) y cómo se estableció un vínculo no solo profesional sino amistoso entre la reticente monarca y el informal premier. Aunque abarca un periodo histórico pasado, la serie se siente sorprendentemente actual, con el Reino Unido tan en desacuerdo consigo mismo, la libra se devalúa y los periódicos provocan la agitación para enfurecer al público. Casi como sucede ahora con todo el tema del Brexit y el descontento generalizado con Boris Johnson.

¿Cuánta licencia artística se han tomado los guionistas? Imposible decirlo, (aunque personalmente no creo que el golpe supuestamente planeado contra el gobierno de Harold Wilson haya superado alguna vez las fantasías de algunos conservadores).

También hay tragedia (el capítulo tres se centra en el desastre en la aldea minera de Alberfan en Gales, ocurrido en 1966, un acontecimiento que, hasta la fecha, sigue siendo causa de pesar para Isabel II). Uno solo puede imaginar el reto que debió representar para una actriz naturalmente emotiva como lo es Colman (su interpretación de otra reina inglesa, en la oscarizada cinta La favorita, es precisamente eso: emoción electrizante), permanecer glacial durante algunos de los eventos más desgarradores que se retratan en la serie.

Foto: Cortesía Netflix
Foto: Cortesía Netflix

De hecho, el famoso estado emocional de la reina, con su serenidad a ultranza, es un elemento constante en el programa. Finalmente cómoda en su papel de soberana, la reina esta temporada es una persona que aparentemente se ha vuelto insensible a los horrores que tienen lugar en su país, así como dentro de su propia familia. Esto hace que los destellos de desamor y desazón que vemos en ella sean más impactantes. A pesar de ser un programa ficticio basado en hechos reales, seguramente despertará la curiosidad de los espectadores sobre cómo Elizabeth Windsor, la esposa y madre de familia, opuesta a Isabel II, la mujer más famosa del siglo XX, manejó ciertas situaciones a lo largo de las décadas, particularmente en relación con el tratamiento de su hijo, el príncipe Carlos y la tensa relación de este con su padre, más aún cuando a principios de los años 70 aparece en la escena –muy discretamente- una joven mujer de carácter fuerte y algo mayor que él llamada Camilla Shand (posteriormente Carter-Bowles, encarnada por Emerald Fennell), que no le agrada al duque de Edimburgo y padre del príncipe, por lo que en Buckingham empieza a hablarse seriamente acerca de encontrar una consorte “adecuada” para el heredero.

Carlos y Camila | Foto: Cortesía Netflix
Carlos y Camila | Foto: Cortesía Netflix

Aún si Elizabeth se casó con Philip –que en 1947 no tenía nada qué ofrecerle- específicamente por amor (como vimos en el primer capítulo de la serie), como cabeza coronada su intervención en el tema indicará otra cosa (y para la próxima temporada, a estrenarse en 2020, tendremos los años de Diana, que será interpretada por la joven Emma Corrin, según confirmó en abril pasado el productor ejecutivo y guionista principal, Peter Morgan).

Si bien a veces la serie peca un poco, por así decirlo, de ser una telenovela de lujo (especialmente cuando la Margarita de la Bonham-Carter aparece fumando como una chimenea e imposiblemente chic) este es un excelente retorno al mundo expuesto en las dos primeras temporadas en un programa que ha demostrado que un cambio radical de reparto no le quita lo que lo hace tan exitoso y adictivo: la inexplicable fascinación que hay alrededor del mundo por la atormentada, surrealista, entrañable y detestable también, familia real británica, con la verdadera (y todavía radiante de carisma) Isabel II como la monarca más longeva de la historia.