Un equipo femenino está arrasando en una liga de niños

Si, por algún motivo que no hay por qué explicar, a alguien le da por consultar la clasificación de la liga alevín de fútbol-8 en la web de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana, concretamente el grupo B-6 de segundo año de la provincia de Valencia, verá que hay un líder destacadísimo. Es, precisamente, el Valencia, que acumula 14 victorias en otras 14 jornadas disputadas hasta ahora, con ni más ni menos que 90 goles a favor y solamente 4 en contra en todo lo que va de torneo. Un 0-1 es el marcador más escueto en una trayectoria en la que abundan las goleadas, alguna tan aparatosa como un 0-13 o un par de 12-0.

Desigualdades tan exageradas son (hasta cierto punto) normales en las categorías inferiores, en las que, más que el rendimiento deportivo y los resultados, se valora la formación de los jóvenes futbolistas y se tiende a ponerles a competir a todos juntos sin demasiada distinción de nivel. Los equipos que pertenecen a clubes de élite, como el Valencia, tienen la ventaja añadida de que atraen los mejores talentos de toda su zona, lo que les hace ser aún más fuertes que sus competidores.

En este caso, sin embargo, hay un matiz muy llamativo. El equipo imbatible es el Valencia, sí… pero el Féminas. Se trata de niñas de hasta 12 años que semana sí, semana también, vencen sin miramientos a los chicos a los que se enfrentan, pues el resto de equipos son masculinos. La normativa permite que, hasta categoría cadete (a partir de 15 años), adolescentes de ambos sexos compitan en la misma división, pero es muy infrecuente que las chica participen… y más aún que ganen con tanta holgura.

La situación tiene una explicación sencilla. Tal como cuenta Sergio Fernández, coordinador de fútbol femenino del Valencia, al diario El País, el club optó por crear un equipo potente de niñas y ponerlas a competir contra niños para obligarlas a esforzarse más, dada la diferencia de capacidades físicas que va empezando a surgir a partir de estas edades. El próximo año, en infantil, la idea es similar, que también jueguen contra varones; dentro de tres temporadas, cuando ya solo puedan enfrentarse a otros equipos femeninos, llevarán ventaja por los años acumulados de partidos más exigentes. Y si alguna llega al primer equipo (que actualmente es el quinto clasificado en Primera División), su preparación habrá sido más completa.

Los coordinadores de la cantera valencianista tenían en mente este objetivo de foguearse y ganar experiencia. Con lo que no contaban era con que el rendimiento iba a ser tan espectacular. Miguel Ángel Ortiz, uno de los entrenadores, explica cómo reaccionaban sus rivales al verlas llegar: “A la gente le resultaba chocante. Muchos equipos nos subestimaban. Comentarios despectivos no he oído pero sí de desconfianza. Los padres de los equipos contrarios lo primero que ven es que son niñas que van a jugar con niños y entonces desconfían. Luego empezamos a jugar y a los cinco minutos se dan cuenta de que lo hacemos bien y que competimos”. También ha querido dejar claro que no se ha encontrado con ningún menosprecio: “Nos toman muy en serio. Los rivales no nos entran distinto porque ellas no hacen distinciones. Los chicos no tienen gestos de contenerse y entrar más flojo por su condición de niñas porque ellas van a muerte”.

Fernández quiere enfriar los ánimos: “No hemos ganado nada. No entiendo tanto revuelo, hemos finalizado la primera vuelta primeros y nada más”. El final de la temporada, en mayo, dictará si la aventura acaba con tanto éxito como ha empezado. Pero pase lo que pase, el mundo del fútbol ya observa con asombro a un grupo de chicas que está consiguiendo desterrar muchos tópicos.

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