Un deportista olímpico rescata 90 perros que iban a ser consumidos como carne

El esquiador estadounidense Gus Kenworthy. REUTERS/Mike Blake
El esquiador estadounidense Gus Kenworthy. REUTERS/Mike Blake

De la misma manera que en Occidente estamos acostumbrados a la ternera, el cerdo o el pollo, en diferentes partes del mundo es habitual ingerir otros animales. Aunque para nuestra mentalidad sea inaceptable, en países como Corea del Sur es completamente normal que los menús incluyan platos elaborados a base de carne de perro. Por eso, cuando una legión de europeos y norteamericanos viajan allí, como ha ocurrido con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno recién disputados en PyeongChang, el choque cultural está asegurado.

Es lo que le ha pasado a Gus Kenworthy, de 26 años, integrante del equipo de Estados Unidos que ha participado en slopestyle, una modalidad de esquí acrobático en la que llegó a clasificarse para la final (aunque se quedó muy lejos de reeditar la medalla de plata que ya había logrado en Sochi 2014). Durante una visita turística por el país, le llevaron a una de las 17.000 granjas de perros que hay en Corea del Sur.

El deportista quedó impactado y horrorizado con lo que vio, por lo que intercedió para conseguir la colaboración de la Humane Society International, una ONG dedicada a la defensa de los derechos de los animales. Así, lograron que esa granja en concreto se cerrara. y los 90 perros que malvivían en ella serán enviados a Estados Unidos y Canadá, donde encontrarán familias que les adopten. Él mismo se quedó con uno, al que ha bautizado como Beemo y ha enseñado en una publicación en su cuenta de Instagram:

This morning Matt and I had a heart-wrenching visit to one of the 17,000 dog farms here in South Korea. Across the country there are 2.5 million dogs being raised for food in some of the most disturbing conditions imaginable. Yes, there is an argument to be made that eating dogs is a part of Korean culture. And, while don’t personally agree with it, I do agree that it’s not my place to impose western ideals on the people here. The way these animals are being treated, however, is completely inhumane and culture should never be a scapegoat for cruelty. I was told that the dogs on this particular farm were kept in “good conditions” by comparison to other farms. The dogs here are malnourished and physically abused, crammed into tiny wire-floored pens, and exposed to the freezing winter elements and scorching summer conditions. When it comes time to put one down it is done so in front of the other dogs by means of electrocution sometimes taking up to 20 agonizing minutes. Despite the beliefs of some, these dogs are no different from the ones we call pets back home. Some of them were even pets at one time and were stolen or found and sold into the dog meat trade. Luckily, this particular farm (thanks to the hard work of the Humane Society International and the cooperation of a farmer who’s seen the error of his ways) is being permanently shut down and all 90 of the dogs here will be brought to the US and Canada where they’ll find their fur-ever homes. I adopted the sweet baby in the first pic (we named her Beemo) and she’ll be coming to the US to live with me as soon as she’s through with her vaccinations in a short couple of weeks. I cannot wait to give her the best life possible! There are still millions of dogs here in need of help though (like the Great Pyrenees in the 2nd pic who was truly the sweetest dog ever). I’m hoping to use this visit as an opportunity to raise awareness to the inhumanity of the dog meat trade and the plight of dogs everywhere, including back home in the US where millions of dogs are in need of loving homes! Go to @hsiglobal’s page to see how you can help. #dogsarefriendsnotfood #adoptdontshop ❤️

Una publicación compartida de gus kenworthy (@guskenworthy) el Feb 23, 2018 at 8:10 PST

En el escrito asegura que, si bien (aunque no esté de acuerdo) acepta que comer perros forma parte de la cultura coreana y él no es quién para imponer sus ideas occidentales, “la forma en que estos animales estaban siendo tratados es totalmente inhumana, y la cultura nunca debería ser una excusa para la crueldad”. Kenworthy afirma que los animales estaban encerrados en jaulas minúsculas con suelo metálico, sufriendo abusos físicos y malnutrición, expuestos al tremendo frío invernal y al calor del verano, y que la manera de sacrificarlos consiste en electrocutarlos durante 20 minutos. Añade también que “pese a lo que algunos crean, estos perros no son diferentes a los que llamamos mascotas; de hecho, algunos de ellos eran mascotas, pero fueron robados, o encontrados en la calle y vendidos al negocio de la carne”. El esquiador está especialmente escandalizado porque, según le contaron, los animales en esa granja están bien tratados en comparación con la situación en otros establecimientos.

Se estima que en Corea del Sur hay unos 2,5 millones de canes criados para ser usados como alimento. La carne de perro, conocida en coreano como gaegogi (개고기), es de uso tradicional en el país desde hace milenios, y suele usarse una raza nativa llamada nureongi (누렁이); en la actualidad la forma más habitual de cocinarlo es en estofados y sopas. Existe desde hace algunas décadas una fuerte controversia dentro de la sociedad surcoreana entre grupos animalistas que ven a los perros más como mascotas que como alimento y consideran su crianza y consumo como algo “innecesariamente cruel”, y otros sectores más tradicionales que consideran el gaegogi como un elemento básico de la identidad nacional. En Corea del Norte, debido al hermetismo del régimen, no hay datos sobre la situación actual.

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