Un boliviano reclama a la FIFA 100 millones por plagiarle el VAR

El árbitro consulta el VAR en un partido en Italia. Foto: REUTERS/Stefano Rellandini
El árbitro consulta el VAR en un partido en Italia. Foto: REUTERS/Stefano Rellandini

El nombre de Fernando Méndez Rivero es absolutamente desconocido para la inmensa mayoría de los aficionados al fútbol. No resulta sorprendente, ya que no se trata de ningún jugador de élite, ni de ningún entrenador exitoso, o de ningún directivo o representante o alto cargo federativo que acapare los titulares de la prensa. Sin embargo, gracias a él se ha producido la mayor revolución que ha vivido el deporte rey en los últimos años.

Eso, al menos, es lo que él mismo asegura. Este ingeniero boliviano de 63 años sostiene que el VAR, el sistema de asistencia al arbitraje por vídeo que saltó a la fama durante el pasado Mundial de Rusia 2018 y que ya se usa en multitud de competiciones de alto nivel (incluida la Liga española), es un invento suyo y que la FIFA se lo ha plagiado. Según afirma, lo diseñó hace 13 años y lo llegó a inscribir en el Servicio Nacional de Propiedad Intelectual de su país.

En una entrevista recogida por el diario argentino Olé, Méndez sostiene que su proyecto original incluía seis cámaras para abarcar todo el terreno de juego: una detrás de cada portería y otras dos en ambas líneas laterales, además de un micrófono para el árbitro y la posibilidad de ver las repeticiones cuando fuera necesario. “Es 100% plagio. Después de que terminé el proyecto, registré la patente y lo envié a la FIFA y a todas las federaciones nacionales y regionales”, protesta, añadiendo que la única respuesta que recibió fue de la Confederación Brasileña diciendo que “iban a analizar la viabilidad”. En 2012, insiste, actualizó el sistema y lo volvió a enviar, de nuevo sin recibir réplicas.

Ahora que el VAR se está empezando a generalizar en el fútbol de alto nivel, Méndez está preparándose para litigar con la FIFA. En breve se reunirá con el presidente de Bolivia, Evo Morales, para analizar la situación. “Soy una pulga en un duelo contra un elefante. Solo, no tengo fuerzas para llegar a la FIFA. Necesito ayuda de gente que es mayor que yo”, reconoce. Y aspira a recibir una indemnización de 500.000 dólares por cada entidad y competición oficial en la que se esté empleando el sistema, lo que, calcula, le supondría un beneficio aproximado de 100 millones. “Creo que ese es el valor justo por un trabajo que es tan magnífico. Pero no voy a quedarme con todo para mí. Mi compromiso es donar la mitad a los pobres, al servicio social y a las obras de evangelización”, declara.

¿Y cómo se le ocurrió diseñar una tecnología que ayudara a evitar las injusticias en el fútbol? El motivo resultará familiar a muchos aficionados: “En 2004 fui a ver un partido de Oriente Petrolero, mi equipo, contra su archirrival, el Blooming. Perdimos por un penalti que no existió marcado a dos minutos del final. Volví a casa enojado, me senté en la computadora y empecé a dibujar el proyecto en el que trabajé durante siete u ocho meses”. La justicia determinará si su historia es cierta y tiene derecho a una compensación.

También te puede interesar:

Las polémicas del VAR en el Mundial de Rusia 2018

Compartir fotos y vídeos desde la grada podría ser ilegal pronto

La UEFA anuncia una nueva competición de clubes para 2021